Un matrimonio de conveniencia -
Capítulo 77
Capítulo 77:
Carolina se sentía harta de la reunión. Ya no entendía lo que aquellas mujeres estaban hablando, pues su mente divagaba sin parar. Emilia no asistió debido a una fuerte migraña, algo que Carolina sabía que le pasaba a menudo.
Esto es una tortura, pensó al observar el lugar que la rodeaba.
«Voy al baño, señoras. En un momento regreso», anunció Jade, levantándose elegantemente.
«¡Vaya! Yo también necesito ir al baño», dijo Carolina, que se levantó de inmediato y fue detrás de esta. A pesar de haberlo oído, la pelirroja no disminuyó la velocidad ni se volvió.
En cuanto la puerta se cerró detrás de Carolina, Jade se giró y cruzó los brazos.
“¿Qué quieres?», preguntó con tono frío.
“Bueno, no hay necesidad de rodeos», dijo Carolina abriendo las dos puertas de los cubículos de baño para comprobar si alguien estaba dentro antes de mirarla y suspirar.
«Jade, no somos amigas, pero sé que estás pasando por una situación complicada».
La expresión de la muchacha se volvió aún más fría y ella frunció el ceño.
“No es asunto tuyo».
“No, no lo es. Pero tampoco es tu problema el que yo quiera ofrecerte ayuda».
¿Ayuda?», preguntó la pelirroja en tono burlón, con una sonrisa sarcástica en sus labios. «No necesito tu ayuda».
“Jade…» comenzó Carolina, tratando de seguir con el tema.
“¿Me quieres ayudar? Deja a Máximo”.
Carolina volteó los ojos en ese momento.
“Él no te quiere, Jade. Además, tu situación no tiene nada que ver con otro hombre, ¡Se trata de que no sigas en una relación abusiva!”
“No sabes nada sobre mí, para de intentar ofrecer tu concepto de ayuda”, dijo Jade haciendo comillas con los dedos. “Sé que Máximo no me quiere, pero, ¿Qué tiene de malo soñar un poco? Cometí un error al dejarlo”.
“¿Realmente lo amabas?”, preguntó Carolina.
“Él era lindo y…”
“Esa no fue mi pregunta. Quiero saber si lo amabas. No importa si era o es atractivo, tiene o no tiene dinero, si ha sufrido un accidente o no”. Carolina la miró con seriedad. “¿Lo amabas?”
Jade frunció los labios durante unos segundos, mientras pensaba su respuesta.
“No lo sé”, expresó la mujer finalmente. “Me gustaba, eso es seguro. Pero, no sé si lo quería”.
“Si no lo sabes, entonces no cometiste un error al dejarlo. Y no estoy hablando de que yo tuviera una oportunidad con él por eso, sino que, si no lo amabas, no tenía sentido quedarte. Pero tampoco tienes que saltar de una relación a otra, ahora que Máximo se ha recuperado. Tienes que dejar esta relación por ti misma, Jade”.
“Jo sé que crees que sabes de la vida, Carolina, pero no me criaron para estar soltera, Máximo era la mejor Después de él, Marcelo”.
“Si él era la mejor opción después Maximo, me pregunto qué tan malos eran los otros”.
“No puedo separarme de él. Si Máximo estuviera conmigo, podría influir en Marcelo. La Familia Castillo lo presionaría. Pero sin eso no hay nadie que pueda enfrentarse a Marcelo. ¡Estoy atrapada!».
Si bien había un toque de desesperación en los ojos de Jade, esta intentó disfrazarlo. Le molestaba parecer vulnerable.
En ese momento Carolina se le acercó e hizo algo inesperado. La abrazó. Entonces, Jade se puso tensa por un instante. Aunque luego se relajó, no le devolvió el gesto.
“Crees que no tienes salida, pero la tienes. No naciste pegada a él, y si necesitas ayuda, te la daremos, ¿Está bien?», dijo Carolina antes de entrar en uno de los lavabos. Jade se quedó allí parada unos segundos. Se lavo las manos y se fue.
Cuando Carolina volvió a la mesa del té, Jade va se había marchado. Afortunadamente, la reunión no duró mucho más, Al llegar a casa, Máximo estaba en el sofá viendo la tele con César, que se recuperab bien y no se encontraba tan delgado a pesar de tener que someterse a más sesiones.
«¡Eh, llegaron mis amores!», exclamó Máximo, girándose para mirar a Carolina y Bernardo.
“Al menos podrías fingir que me extrañabas, desagradecido», se burló Yolanda, haciendo un mohín.
“¡Ay, abuela! Ya sabes cuánto te quiero», contestó él, guiñándole un ojo.
Yolanda miró a Máximo y luego se volvió hacia el dormido Bernardo, al que habían dado de comer en el automóvil.
No seas como tu padre. Es atractivo y encantador, guiña un ojo y todas nos derretimos».
“Mi hijo es un galán. ¡Será un problema!».
“¿Y de qué estás tan orgulloso?», preguntó Carolina. «Si rompe los corazones de las personas usando su encanto, Señor Castillo, sufrirás las consecuencias con él».
Máximo se encogió de hombros, torciendo los labios.
“Vamos, cariño sólo estaba bromeando”.
“Sí, claro…”
Carolina fue Con Bernardo al dormitorio y Máximo se levantó con cuidado, para seguirla.
“Creo que la reunión fue estresante”, comentó César.
“Sí…», respondió Yolanda entrecerrando los ojos.
En ese momento, Máximo vio que Carolina estaba saliendo de la habitación del bebé y entraba en la suya, que en realidad era de él cuando aún vivía ahí.
“¿Está todo bien, mi amor?», pregunto.
“Sí, es que… perdón, ¿Fui grosera?». Carolina se acercó a él y lo abrazó.
“Bueno, teniendo en cuenta que no eres así normalmente… excepto cuando nos casamos”.
Carolina levantó la cabeza enseguida.
«¡Te portaste fatal conmigo!”
«Bueno, bueno, Pero eras impulsiva. No olvidaré el libro que me lanzaste. Me dolió, ¿Sabes?”
“¿Qué? ¡Vas a llorar ahora, Señor Máximo” preguntó ella, intentando contener la risa.
“¡Sí! Creo que merezco alguna compensación forma de unos besitos, por lo menos…”. replicó.
“Bueno…” Ella se puso de puntillas y le dio un ligero beso en los labios.
“Ahora, ¿Quieres contarme qué tal estuvo todo?”
Carolina asintió, por lo que ambos se sentaron en la cama.
Mientras tanto, en la Mansión Navarro, Nadia miraba enfadada a Eloísa.
“¡Te dije que fueras y te quedaras para oírlo todo!”
“¡Mamá, tengo un dolor espantoso! No podía soportarlo más» gimoteó Eloisa. La chica acudió a la reunión del té y se sentó en una mesa alejada del grupo, aunque lo bastante cerca como para escuchar a escondidas la conversación.
“Te hubieras aguantado ¡Debiste tomar la medicina antes de salir de casa!”
“Pero surgió de repente”, replicó Eloísa.
Nadia refunfuñó un poco más y salió enfadada de la habitación. Un momento después, recibió una llamada del detective.
“¿Qué pasa?”, preguntó irritada.
“Le gustará lo que descubrí”, contestó él.
Nadia sonrió mientras colgaba el teléfono y planeaba qué hacer con la información.
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