Un matrimonio de conveniencia -
Capítulo 75
Capítulo 75:
Carolina por fin salió del baño y Máximo se enderezó en la cama, mirándola con expresión expectante. Ella sacudió la cabeza.
“Fue negativo”, dijo. “Pero mañana igualmente iré al médico. El análisis de sangre es más confiale”.
El hombre sintió una ligera decepción. Él quería tener un bebe más con ella. Quería tener varios, de hecho. Además, Máximo no había estado para seguir el embarazo de Bernardo, por lo que estaba deseando ver cómo crecía su barriga y presenciar todo el proceso de tener un hijo.
Él recogió la muleta y con cuidado se puso de pie, mirando hacia la mujer para poder abrazarla.
“Entonces, aprovechas y pides un anticonceptivo si el resultado sigue siendo negativo”.
“Cariño, ¿Podemos comenzar a utilizar c%ndones por ahora?”, preguntó Carolina y él le acarició la cabeza con cariño.
“Claro que sí. Podemos tener otro bebé cuando tú quieras. Si es lo que tú también deseas”, el hombre la besó con ternura y ella lo abrazo con fuerza.
“Gracias. Ven, te ayudaré a tomar una ducha”.
Máximo levantó una ceja.
“No sé si puedo resistirlo, amor. Si me tocas…”
“Puedes dejar que yo me encargue de eso”. La mujer le guiñó un ojo y lo llevó directamente al baño.
Por la noche, después de que Bernardo había comido y vuelto a dormir, Carolina se encontraba sentada junto al hombre con la cabeza apoyada en su pecho.
“Amor, si yo supiera que una mujer fue golpeada por su esposo, ¿Debería insistir en que hiciera algo al respecto? ¿Incluso si ella y yo no tenemos una relación tan buena?”
Él frunció el ceño.
“¿De quién estamos hablando?”
“Nadie. Sólo tenía curiosas al respecto”.
Máximo la sujetó por la barbilla y la obligó a mirarlo.
“Amor… esa curiosidad no la sacarías de la nada. Pero bueno, si no quieres decir el nombre, está bien. Lo que me estás diciendo es una situación real, ¿No es así?».
Ella asintió.
“¿Qué debo hacer? No creo que ella ame realmente a ese hombre. No, sé que de verdad no lo hace. Pero ella tal vez tiene miedo de no saber qué hacer si él la deja».
“Bueno, creo que ella debería hablar. Si la golpea, pues él es una escoria. Pero ten cuidado con lo que le dices. Incluso puede ser que el hombre las esté mirando y termine yendo por ti. ¿Puedes hablar con ella a solas?».
“Pues yo…. no tengo su número de contacto. Nos encontramos por casualidad en la calle».
Máximo frunció aún más el ceño. Él no conocía a muchos de los amigos de Carolina.
Esa Emilia… ella había dicho que la mujer era soltera. Su hermana también estaba soltera. La única chica con la que ella había hablado era… no, pero eso…
Yolanda había hablado anteriormente de Marcelo Simones. ¿Era Jade la mujer de la que hablaba?
«Amor… ¿La chica es Jade?». Por la expresión en el rostro de Carolina, el hombre supo que había acertado por completo. «No te acerques a Marcelo”.
«Pero cariño, ella…».
«Jade es orgullosa. Y eso sería un escándalo”.
«¿Y se supone que debo dejar que todo siga de la misma manera?», le preguntó Carolina irritada. «¡La golpeó en la salida de emergencia del centro comercial! ¡Si hace eso en público… imagínate como será en casa!».
Máximo suspiró.
“Mira, yo sé que Marcelo es un mal tipo. Y si se entera de que te estás metiendo en sus asuntos, no te perdonará solo porque eres mujer. Entonces, cuando eso suceda, yo iré tras él y terminaré siendo arrestado. ¡Porque ten por seguro que, si te toca, mato al b$stardo!».
“¿Entonces qué vamos a hacer? ¡No que vayas a la cárcel!”
Él pensó inmediatamente en llamar a Osvaldo. Pero no podía simplemente ir y pedirle más favores al hombre. Osvaldo ya había hecho demasiado por él y por Carolina, y al final, terminó con el corazón roto. Máximo no sabía que hacer.
“Yo ya no tengo contacto de Jade. Desde hace mucho tiempo”, habló él y Carolina se alegró de escuchar eso. “Pero déjame ver si la abuela puede hacer algo. Pero amor, por favor, no envíes mensajes comprometedores. Mejor dile para reunirse en algún lugar. Puede ser en la empresa.
“¿La empresa? ¡Si su esposo la sigue, se enojará si ve que está pisando tu compañía! ¡Él la golpeó esa vez sólo por ti!”
La expresión de Máximo era fría.
“¿De qué estás hablando?”
“Hmmm, él la estaba regañando por ir detrás de ti. También la maldijo y otras cosas”.
El hombre negó con la cabeza y respiro hondo.
“Creo que es una mala idea que te entrometas en esto. Pero, voy a hablar con mi abuela y dependiendo de lo que pase, te paso el número de Jade. O puedes hablar con la abuela tú misma, creo que es mejor.
«Le preguntaré mañana por la mañana”.
Ambos se fueron a dormir y al día siguiente, Carolina esperó a que terminaran todos el desayuno y que Máximo y César se fueran a la oficina para finalmente sentarse junto a Yolanda.
«¿Qué pasa, niña mía?».
Ella le explicó todo lo que sucedía.
«Así que necesito el contacto de Jade».
«Carolina…».
“¡No puedo simplemente hacer como si no hubiera visto nada!»
Yolanda sabía que la mujer tenía razón. Peor que hacer el mal, era ver el mal pasar y no hacer absolutamente nada para detenerlo.
“Yo me ocuparé de esto. Y… podemos tomar El té con otras mujeres. Realmente todas se mueren por conocerte. De esa manera, podrás acercarte a Jade».
«¡Me parece excelente!», Carolina no tenía la intención de agruparse con un montón de mujeres que solo hablarían tonterías, pero valía la pena el sacrificio.
Esa tarde ella se acordó que el próximo fin de semana se llevaría a cabo un té de la tarde en una conocida tienda cercana.
Yolanda era una mujer influyente y, por supuesto, todas querían saber más sobre la misteriosa esposa de Máximo Castillo.
Al mirar la lista de personas, Carolina notó que había una mujer con el mismo nombre que la mamá de Emilia.
“Yolanda, ¿Eres cercana a Guadalupe Sánchez?».
“Un poco. Sé que tiene mucho dinero, pero ella no suele socializar mucho con los demás.
Me sorprendió verla en la lista».
“Yo soy amiga de su hija, Emilia», comentó Carolina. «Es la chica que fui a ver ayer»
“¡Ah, pues mira! Conocí a su hija, Emilia. Ella es una chica realmente maravillosa».
“Sí, Emilia realmente es alguien genial. Escuché que alguien quiere casarse con ella. Es un hombre que una vez estuvo casado».
Yolanda hizo una mueca con su boca.
«Pero ella tiene más o menos tu edad… bueno, no estoy diciendo que no estoy a favor de los matrimonios arreglados ya que sería muy hipócrita de mi parte, ¿No es así?”, habló la anciana, recordando la situación matrimonial entre Carolina y Máximo.
«Pero normalmente los hombres que ya se han casado son un poco mayores».
«Sí, es verdad. Espero que el hombre no sea un viejo malvado. De hecho, ¡Espero que Emilia ni siquiera acceda a casarse con él!», dijo la mujer con honestidad. «Estoy muy agradecida con Máximo, pero tal vez los dos hubiéramos tenido menos problemas si nos hubiésemos conocido de la manera tradicional, y no justo después de estar casados».
«Pues eso es verdad…»
¡Nadia se encontraba furiosa en ese momento! ¡Escuchó que iba a haber una reunión entre las damas de la alta sociedad y a ella no la invitaron!
«Todo esto debe ser culpa de Carolina! ¡Yolanda fue la que organizó todo y la p$rra ni siquiera me invitó! ¡Pero esto no se va a quedar así!”
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