Un matrimonio de conveniencia -
Capítulo 64
Capítulo 64:
Máximo cerró la puerta con los pies y luego fue a sentarse con Carolina en el gran sofá de color negro, ella se puso arriba, mientras que él le apretaba el trasero, presionándola hacia abajo.
“¡Eres tan malditamente caliente!», dijo el hombre besando su cuello, haciendo g$mir a la morena. Luego mordió sus labios y ella gritó, pero de placer.
“¡Ay, Máximo!». Carolina pensaba que no podía manejar el torbellino de emociones que la estaba inundando, luego habló: «Amor… quiero…».
Él le levantó el vestido con lentitud, y le pasó la mano por las piernas, paseando primero por dentro de los muslos y le dio un apretón allí. Después, levantó la mano un poco más y tocó su intimidad, dándole una suave sonrisa.
«Estás tan mojada, mi linda pequeña p$rra», sonrió maliciosamente y le dio a Carolina una gran palmada en el trasero antes de volver a apretar.
Luego acercó su mano y comenzó a frotar en su zona íntima. En un rápido movimiento, Máximo dejó a la mujer debajo de sus brazos. Él metió un dedo en Carolina, se lo llevó a la boca y chupó, cerrando los ojos mientras lo hacía. «Me muero por saborearte, mi amor».
Él bajó los tirantes del vestido de la mujer, liberando sus pechos para después admirarlos. Poco a poco se fue acercando a su pezón para mordisquearlo mientras jugaba con el otro con sus dedos.
Después de darle la suficiente atención a ambos sen%s, le dio una leve sonrisa y le desabrochó el costado del vestido para quitárselo por completo.
«Es injusto que solo yo esté así», comentó Carolina mientras miraba al. hombre. Él estaba completamente vestido y ella apenas tenía algo encima.
Todavía sonriendo, Máximo se quitó la camisa y la corbata para luego desabrocharse los pantalones, pero antes de que pudiera hacerlo, Carolina se sentó y colocó sus manos sobre las de él.
“Deja que lo haga yo», pidió ella y el hombre asintió mientras bajaba las manos por sus q hombros desnudos, acariciando su suave piel.
Miró su pecho y se dio cuenta de que no era perfecto antes, pero sí estaba mucho mejor. La diferencia de textura era casi imperceptible. Ella besó el pecho de Máximo y fue bajando poco a poco por su abdomen hasta llegar al borde de sus pantalones, luego comenzó a bajarlos, dejando besos húmedos en la piel.
Las manos del hombre paseaban por el cuello, sen%s y rostro de la mujer, pero cuando Carolina liberó su er$cción y pasó su lengua por su longitud, entrelazó sus dedos en el cabello de la morena.
“¡Maldita sea!», expresó por lo bajo, respirando de manera errática. y lo sostuvo con firmeza en la base, m$sturbando y chupando a su ritmo.
Máximo pensó que podría volverse loco ahí mismo.
Ella pasó su lengua a lo largo de su miembro
«Qué rico, mi amor», dijo Carolina antes de tragar todo lo que podía, sintiendo la punta hinchada del hombre en su garganta.
Entonces él comenzó a hacer movimientos de ida y vuelta con las caderas cada vez más rápido, hasta que le anunció que iba a terminar, pero ella le sujetó el muslo con fuerza, dejando en claro lo que quería. Y Máximo no dudó en darle lo que estaba pidiendo.
“¡Maldición, te amo!», dijo mientras se liberaba en la boca de Carolina, Ella levantó la cara y se pasó el dedo por los labios, «No quiero perderme ni una gota de ti», habló.
Máximo estaba totalmente sonrojado, igual que su pecho, Sus ojos verdes brillaban con lujuria. Él la besó apasionadamente y la acostó en el brazo del sofá, dejándola boca abajo. La mujer rápidamente recibió una palmada en el trasero y se retorció por el impacto, y deseando más.
Máximo se puso de rodillas y «Mira qué perfecta eres», habló él mientras lamía sus labios. «¡Hermosa, fragante y deliciosa!».
Él deslizó un dedo dentro de Carolina mientras lamía y chupaba, llevándola al borde del %rgasmo cuando de repente se detuvo y se puso otra vez de pie. Ella se quejó por eso, por supuesto.
¡Má… Máximo!», g!mió la mujer y él puso una mano en su cabello, tirando de ella hasta que su espalda pegó contra su-pecho.
«¡Es esto lo que quieres?».
Él rozó su miembro contra su entrada y Carolina g!mió más fuerte, asintiendo con la cabeza.
«Responde».
El hombre entró solo un poco, pero luego se retiró y repitió la acción dos veces más.
«¡Maldita sea, hazlo ya, Máximo! ¡Me estoy volviendo loca!». Ella había hablado con firmeza y él se rio entre dientes, entrando con cuidado, a pesar de querer hacerlo de inmediato. Pero sabía que la mujer no había tenido relaciones se%uales en meses, y el hombre no era pequeño.
Carolina g!mió cuando sintió que sus paredes se estiraban. Era un sentimiento que ella había estado deseando durante mucho tiempo.
¡Todo en él es perfecto, pensó con una sonrisa, y Máximo, que había comenzado ron calma, ya había acelerado sus movimientos y hacía estocadas cada vez más profundas y fuertes.
Él acercó sus labios a su oído y depositó un beso allí.
«¡Eres todo para mí! ¡Te amo demasiado!
¡Cásate conmigo, Carolina!».
El hombre sujetó su cintura con firmeza y con la mano que tenía libre bajó hasta tocar su cl!toris.
«¡Cásate conmigo!»
«¡Lo haré! ¡Aaaah! ¡Me casaré contigo, amor, y acepto!», respondió ella mientras se corría con fuerza, siendo acompañada por él unos segundos después.
Máximo la besó con ternura en los labios, luego apartó la cara hacia un lado y besó su cuello y hombros.
«¡Mi mujer!», exclamó mientras sonreía como un tonto. «Y yo soy tuyo, Carolina. Totalmente tuyo. Solo para ti».
Ambos fueron a ducharse y aunque para ella era tentador quedarse allí a dormir con él, necesitaba regresar a su casa para estar con él bebe.
«Espero que la situación con los hijos de Osvaldo se resuelva pronto, amor. No soporto estar lejos de ti por más tiempo», comentó Máximo mientras los dos descendían en el ascensor.
El hombre vestía un atuendo sencillo y su a cabello estaba mojado, mientras que Carolina, a pesar de que su rostro ya no tenía maquillaje y su cabello también estaba húmedo, vestía un traje formal. Cuando llegaron al estacionamiento, una pareja de los miró con desaprobación.
«Debe parecer que soy una pr%stituta que vino aquí a hacer su trabajo», susurró Carolina y, por increíble que parezca, se echó a reír.
Máximo pensó que se avergonzaría o se enfadaría por eso, pero no.
“Mi amor, ni siquiera yo podría pagar lo suficiente si fueras una pr%stituta de lujo», dijo él y la besó apasionadamente, «Eres una joya invaluable, un precio que ningún mortal podría pagar nunca».
«Solo intentas coquetearme», bromeó la mujer, sintiéndose feliz por dentro.
«¡Claro! ¡Después de todo eres mi novia!», habló, sintiendo un inmenso orgullo dentro Y de su pecho. «Gracias por aceptar estar conmigo de nuevo».
«Te amo. Pero, ya sabes…».
«No tendrás que arrancarme las bolas, porque si llego a cometer un error, lo haré yo mismo y se las daré de comer a los perros».
Riendo, los dos subieron al auto y Máximo conducía con felicidad, ya que tenía a Carolina a su lado. La luz cambió y él le dio un beso, diciéndole cuánto la amaba. La luz verde le indicó que podía continuar.
Ni siguiera hubo tiempo para pensar antes de que la oscuridad los envolviera por completo.
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