Un matrimonio de conveniencia -
Capítulo 49
Capítulo 49:
En el hospital, Osvaldo estaba más que nervioso.
Pidió a Carlota y a Abigail que se quedaran con los niños mientras él acompañaba a Carolina. Allí empezó a entrar en labor de parto, por fortuna, como él había trabajado hasta tarde en la oficina, escuchó sus gritos cuando estaba subiendo las escaleras.
Aunque Osvaldo era médico, desde la muerte de su esposa no había ejercido mucho la profesión. Pasaba más tiempo en la parte administrativa de algunas empresas familiares, y estaba agradecido por ello. Imaginar que hubiera estado en el hospital, le aceleró el corazón.
Aquel en el que solía desempeñarse quedaba bastante lejos, por lo que se habría perdido ese momento con Carolina.
«Por favor, dígame cómo está», pidió cuando pasó una de las enfermeras. Osvaldo era amigo de algunos de los médicos de aquel centro, de modo que sabían a quién se refería.
“El bebé acaba de nacer y lo están aseando. ¡Felicidades, Señor Herrera! Es un niño bellísimo».
Sonrió alegre, con el corazón latiéndole con fuerza. Sentía un amor inmenso por el bebé de Carolina por lo que estaba ansioso por verlo y abrazarlo.
Enseguida, escuchó a alguien pronunciar el nombre de su prometida.
Giró para ver de quién se trataba y se encontró con una elegante mujer mayor, «¿Quién será?, pensó antes de acercarse a ella.
«Disculpe», dijo y la anciana se volvió hacia él. Por supuesto, está ya conocía tanto su nombre como apellido, “Señor Herrera, me enteré de que nació mi bisnieto”, habló con seriedad, ante lo cual Osvaldo parpadeó un par de veces.
Carolina le había hablado del drama que rodeaba a su familia, y él tenía claro que aquella mujer no era pariente consanguínea de la muchacha.
«¿Su bisnieta?».
«Si. Soy la abuela del padre del bebé», respondió. Él echó un vistazo a su alrededor.
«También tengo entendido que se ha estado haciendo pasar por el padre del hijo de Carolina. No vine a discutir; solo quiero saber cómo están los dos».
«Me siento el padre porque quiero a Carolina y he seguido el embarazo de mi prometida», afirmó, dejando claro que no toleraría que nadie la tratara mal o intentara negar su relación con madre e hija.
“Entiendo, señor».
«Ellos se encuentran bien. Antes de que usted llegara, me enteré por la enfermera, pero aún no he podido verlos», comentó Osvaldo mientras se pasaba la mano por el cabello. Yolanda lo miró con más atención. Se le notaba cansado, aunque lleno de ilusión.
«Ella le gusta, ¿Cierto?”, inquirió. En cuanto él la miró, se dio cuenta de que no se había presentado. «Soy Yolanda Castillo».
Osvaldo solo sabía que Carolina era de la Familia Navarro y que estos organizaron para ella un matrimonio por contrato, pero la chica evitó mencionar el nombre y la familia de su exmarido. Osvaldo, como era un caballero, no la cuestionó ni presionó y se abstuvo de buscar información en Internet, Castillo… ¿Podrían ser los Castillo del negocio lácteo?
«Soy Osvaldo Herrera, pero creo que eso usted ya lo sabe», expresó.
«SÍ, es cierto».
«En respuesta a su pregunta: sí, me gusta Carolina», afirmó él.
«A mi nieto también», replicó Yolanda.
«El la abandonó, señora».
«Lo sé», Yolanda suspiró con pesar. «Fue un idiota, pero se arrepintió».
Osvaldo echó un vistazo alrededor.
«¿Y dónde está?”
«Hospitalizado, por eso no vino a buscarla. No puede salir del hospital”, explicó Yolanda.
«Qué le ocurre?, preguntó Osvaldo. Al fin y al cabo, era médico y enseguida se interesó por su respuesta.
Desde que no prestó atención a su esposa y no se dio cuenta de que algo iba mall Osvaldo se sintió poco satisfecho con la medicina.
«Sufrió un accidente y necesitó una reconstrucción», dijo ella, y Osvaldo enarcó las cejas. «El accidente no fue reciente”.
«Ya veo», comentó sin saber qué decir, ya que Carolina no había hablado mucho de su exesposo. Decidió no preguntar. Era un tema delicado, sin duda.
«¿Señor Herrera?». La enfermera se acercó con una sonrisa. «Puede pasar».
«¡Gracias!», respondió emocionado. Luego se volvió hacia Yolanda. «¿Quiere entrar, Señora Castillo?».
«No…, todavía no. Después de usted, ¿Quizá?».
«Por supuesto, señora».
«Ah, y por favor, no le digas todavía que estoy aquí», pidió la anciana.
Al principio, Osvaldo se sorprendió, no obstante, si Carolina evitaba a la familia de su exmarido, debía tener una buena razón para hacerlo.
«Está bien, por ahora. Con permiso».
El hombre siguió a la enfermera hasta la habitación. Al ver a Carolina, recostada con el bebé en brazos, sintió que en realidad podía volver a tener una familia completa.
«¡Osvaldo!», exclamó ella. Era evidente su cansancio y se encontraba amamantando al bebé.
«¿Cómo estás, mi amor?», le preguntó. Carolina se quedó muda, ya que él no acostumbraba a llamarle de esa manera.
«Estoy muy cansada”, respondió por su parte, Osvaldo se acercó y le besó la frente, después sus ojos se iluminaron al mirar al bebé.
«Es precioso», dijo, acariciándole la cabeza. «Es perfecto”.
«Sí, lo es», E Carolina. Nunca había sentido tanto amor en su vida.
Sí, amaba a Máximo, y ya amaba al bebé que llevaba en el vientre, vio al niño, cuando abrazó al pequeño Bernardo, su mundo se llenó de una energía, de una Luz…¡Indescriptible!
Estaba destinada a ser la madre de aquella criaturita.
«¿Puedo sacarles una foto a los dos?».
«¡Ay, Osvaldo, estoy horrible!».
«No, te ves hermosa. Nunca has estado más bella que ahora”. Él se «inclinó y besó ligeramente los labios de Carolina, haciendo que se quedara sin aliento.
Había una pequeña ventana en la puerta, Yolanda no pudo resistirse a mirar. Al ver aquella escena, se sintió incómoda. Quería a Carolina y le agradaba ver a la joven a salvo y feliz, con el bebé en brazos. No obstante, Osvaldo estaba allí en lugar de Máximo, y aquel beso…
Si mi nieto viera esto, se destrozaría, pensó a la vez que sonreía con tristeza.
Yolanda le pidió a la enfermera que le diera a Osvaldo su tarjeta para que pudieran concertar una reunión. Así, ella podría hablar con Carolina y abrazar al bebé.
La muchacha salió del hospital y tanto Bia como Tonny estaban ansiosos por conocer al pequeño, «¡Yo le enseñaré todo!», dijo Tonny, sintiéndose importantísimo.
«¡Sal de aquí, Tonny! Yo le enseñaré», intervino Bia.
“¡Pues, tú no sabes nada! ¿Qué le vas a enseñar?».
“¡Papá!», la pequeña se volvió hacia su padre.
«Dejen de pelear y hablen bajo, para no asustar al bebé», ordenó Osvaldo, mirando con desaprobación a Tonny.
Los primeros días con el bebé fueron agotadores, aunque también entrañables para, Carolina, quien se sentía agradecida de tener la compañía del hombre, que hasta madrugaba para ayudarla en lo que fuera necesario.
Mientras Carolina amamantaba al bebé, Osvaldo se encontraba en la oficina, mirando la tarjeta de Yolanda. Sabía que tenía que llamarla.
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