Capítulo 171:

“¿Te volviste completamente loca?», preguntó él, y la abrazó con el fin de impedir que la chica continuara quitándose la ropa, pero se arrepintió al instante. De esa manera, Clara estaba demasiado cerca.

“Michael, no hay absolutamente nadie alrededor…».

“¡Yo estoy aquí, Clara! Puede que ni siquiera me consideres, pero yo soy un hombre y… ¡Maldita sea, no puedes andar quitándote la ropa así como si nada!”

En ese momento, ambos se miraron fijamente y, de repente, ella se echó a reír.

“Michael, ya me has visto en bikini. Es exactamente lo mismo”.

«No, Clara, por supuesto que no lo es. Y si no te comportas, te voy a atar y te meteré en ese auto a la fuerza”, amenazó él.

Al escuchar eso, la chica tragó saliva. Ella odiaba enormemente que la mandaran, pero el tono de Michael la golpeó de manera diferente a lo habitual y estaba algo confundida.

«Sí, está bien”, respondió ella, en voz baja.

Entonces, el hombre la soltó y retrocedió dos pasos, dándose la vuelta. En ese instante, él agradeció el hecho de estar vestido todo de negro y tener ese abrigo más largo, o habría sido difícil pasar por alto su situación.

Ella entiende, ¿No es así? No hay nadie más alrededor, pensó él.

Mientras tanto, Clara se sentó en la arena y se quedó observando las olas. La verdad era que le gustaba eso, el sonido del agua rompiendo. Luego, Michael terminó sentándose a su lado y se quedaron allí por más de una hora.

“Tengo hambre», anunció la Chica, y el hombre se rio Suavemente al escucharla.

“¿Qué se supone que esperabas? Han pasado horas desde que nos comimos ese mísero helado», habló ella y él la miró, disfrutando de la manera en que el viento hacía que su cabello se moviera.

«¿Lista para volver entonces?», preguntó el chico.

Tras ello, se levantó, se sacudió la arena de la ropa y le tendió la mano a Clara, quien en cuanto se incorporó con su ayuda, comenzó a correr.

Al ver eso, Michael negó con la cabeza y la siguió. Él sería capaz de alcanzar con mucha facilidad, si realmente la estuviera persiguiendo.

“Clara, por amor a Dios. ¡Yo también tengo hambre!», exclamó él.

“¡Quien llegue primero al auto conduce!”, gritó ella.

En tan solo dos segundos, el joven la alcanzó y la agarró por la cintura, girándola hacia él. Así, Michael caminó hacia adelante hasta que la espalda de Clara tocó el auto.

“Eres de verdad muy, muy traviesa, Clara. ¿Tienes idea de lo que se merecen las chicas traviesas como tú?”, preguntó él con una sonrisa torcida.

Ante eso, la chica se mordió el labio.

“¿Qué?” preguntó ella en voz baja.

Todos los sentidos de Michael le estaban gritando que debía alejarse de ella, ya que era la prometida de su hermano y, además, al día siguiente tendrían su fiesta oficial de compromiso ante la mafia.

Sin embargo, acercó la boca a la oreja de la mujer y trató de ignorar el temblor que sentía en el cuerpo de ella.

“Unas buenas nalgadas, Clara. Pero no te preocupes, yo soy bueno y dejaré pasar esta», pronunció el, luego se alejó, le quiñó un ojo y se fue al otro lado del auto, “Tocaste el auto primero, así que tú conduces”.

Después, se detuvieron a comer y no hablaron mucho, cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos confusos.

Por su parte, Clara nunca había sentido ese tipo de atracción por Michael. A decir verdad, nunca se nabla sentido atraída por ningún chico, lo que la hizo preguntarse si le podrían gustar las chicas, pero tampoco sintió nada por ninguna chica antes.

No… además de ser el hermano de Tonny, con quien no pienso casarme, es el futuro señor de La Cicuta y eso no lo quiero… la señora jamás podrá ser directora ejecutiva de una empresa y ser completamente independiente como yo quiero serlo.

No es que Michael realmente quiera tener algo que ver conmigo… eso lo dudo mucho. ¡Él no es nada más que un don juan, pensó ella.

Los dos habían estudiado en la misma escuela, por lo que Clara sabía muy bien lo que hacía Michael con varias de las chicas. Ella no era ninguna idiota, así que la posibilidad de que quisiera algo con ella era totalmente absurda. A lo sumo, quería nada más que se%o, lo cual no sucedería.

A decir verdad, Clara no era la chica más romántica del mundo, sin embargo, tenía la intención de preservarse hasta que estuviera realmente enamorada de alguien y sintiera la reciprocidad de los sentimientos de la otra persona.

Cuando la joven estacionó frente a la casa de los Herrera, Tonny fue el primero en salir, enfurecido.

En ese momento, Osvaldo iba detrás de él, seguido de Emilia, Bia, Máximo y Carolina.

«¡Eres un b$stardo!”, espetó Tonny, tomando a Michael por el cuello. «¿Dónde demonios estabas con ella?».

«¡Maldita sea, suéltame!” En ese momento, Michael trató de empujar a Tonny, pero este era físicamente más fuerte que él, así que lo inmovilizó contra el auto.

«Tonny, detente ahora mismo!”, pronunció Clara, pero Máximo se colocó frente a ella.

«Tú, jovencita, vienes conmigo. Bia conducirá tu auto”.

“¿Y si no, qué?”, replicó Clara, dolida, al mismo tiempo que observaba a los demás y peor aún, a Carolina, quien supo que ella se había equivocado.

“Está bien».

Por su parte, Tonny se volvió hacia ella.

“Hablaremos de esto luego, María Clara».

En realidad, él nunca la había llamado así.

Seguidamente, los Castillo se fueron y Bia subió al auto de Clara, el cual tenía la llave puesta. En seguida, Tonny arrastró a su hermano, así que ambos, junto con Osvaldo, entraron a la casa, seguidos de Emilia.

Segundos más tarde, el mayor soltó a Michael sin ninguna delicadeza.

«Que estuviste haciendo con mi prometida todo este tiempo, Michael? ¿Adónde demonios fuiste con ella?».

“Hermano, Clara quería helado», contestó Michael con una sonrisa cínica y Tonny casi se le echa encima, pero Emilia se paró en frente.

“¡No peleen!»

«Él… ¡Me dijo que iba a salir con una chica, como si fuera su novia, pero luego salió con Clara!”, mientras hablaban, Tonny se pasó una mano por el pelo.

En realidad, no eran celos lo que sentía, pero sabía que su hermano menor era travieso y que jugaba con todas sus amigas, sin ningún tipo de compromiso. Y como Tonny no estaba enamorado de Clara, no quería que ella fuera otra amiga de su hermano, pues, ella se merecía algo mejor que eso.

«Michael, explícate ahora mismo. Y será mejor que me puedas convencer», dijo Osvaldo en voz baja, seria y con los brazos cruzados sobre el pecho.

«Nosotros tan solo fuimos a tomar un helado, hablamos, y ella quería ir a la playa. Eso es todo”, explicó él.

«¿Y por qué ninguno de los dos contestó el teléfono?

¿Eh? ¿Es que acaso se les acabó la batería a sus maldito celulares?”, preguntó el hombre.

Michael sabía muy bien que nunca debía perder el contacto, pero simplemente perdía la noción del tiempo cada vez que estaba con Clara.

Entonces, sacó el dispositivo de su bolsillo y lo miró.

Sí, en realidad, se había descargado.

«Yo… la verdad es que yo ni siquiera lo vi”.

Ante eso, Osvaldo suspiró y cerró los ojos.

“Sube a tu habitación de inmediato. Más tarde los dos hablaremos mejor”.

Michael no respondió nada, tan solo hizo lo que su padre le dijo. Luego, Osvaldo miró a Tonny.

“Yo confío en Clara, papá. Pero Michael… ¡Maldición!”

Osvaldo ya había pasado por una situación similar a esa y, al final, Santiago en realidad no quería tener nada que ver con Emilia. No era nada más que amor fraternal.

«Mantén la calma, por favor. Te aseguro que él no haría nada para lastimarte, y eso lo sabes. Pero… ¿El compromiso sigue en pie? Aún podemos cancelarlo, no se ha hecho nada oficial”.

«No. En realidad, no es necesario. Me voy a mi apartamento ahora, ¿De acuerdo?”

Tras ello, Tonny besó la mejilla de su madre y le dio un apretón en el hombro a su padre antes de irse.

Sin embargo, no fue a su apartamento.

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