Capítulo 16:

Carolina odiaba enormemente el hecho de que le encantaba lo brusco que era Máximo. Ella estaba muy enojada con él, y la manera en que la agarró del cabello debió haber sido ofensivo, pero en realidad no lo fue. Lo cierto era que no la estaba lastimando, él era estúpido, rudo, pero no violento con ella.

«Carolina, eres mi esposa y yo sé muy bien que quieres ser mía en todos los sentidos. ¿O me equivoco?», al decir eso, el hombre apretó sus labios contra los de ella, y la chica dejó escapar un pequeño g$mido al instante. Luego él agregó:

«¿Quieres que te posea, Carolina?».

Ante eso, la mujer parecía estar flotando de placer y si no detenía a Máximo en ese momento, no podría detenerlo más. Ellos todavía se encontraban dentro del auto, estacionado en la calle principal de la ciudad.

«Máximo… nosotros… estamos en la calle ahora», dijo ella y él sonrió, besando sus labios apasionadamente, aunque no profundizó el beso.

«Vamos a hablar tan pronto como salga de estas calles», indicó él.

Tras ello, arrancó el auto con una sonrisa de lado, mientras que Carolina estaba tratando de recuperar el sentido. ¡Ella estaba de verdad muy irritada, no solo con él, sino consigo misma!

¡No puedo creer que lo dejé dominarme de esa manera!, se reptendió a sí misma, puesto que odiaba ser dominada por otros. Ya era más que suficiente con lo que su padre, su madrastra e incluso su hermana menor le habían hecho. Ella se aseguraría de que Máximo no la dominaría así.

¡Él tan solo dijo tonterías! ¡Como si únicamente te usara para el se%o, pero no tuviera la menor consideración contigo! ¡Es un completo imbécil!»

Ese pensamiento le dio la fuerza necesaria para poder rechazarlo. En ese punto, estaba más que segura de que tan pronto como él lo intentara de nuevo, ella diría que no.

Mientras tanto, el cuerpo de Máximo ardía de deseo por Carolina. Él realmente no quería hablar con ella de esa manera en el consultorio del médico, pero por mucho que quisiera afirmar que era solo se%o, sabía que le estaría mintiendo. Él no la amaba aún, pero… no le era indiferente en absoluto.

Así, condujeron fuera de la ciudad y él buscó un lugar con sombra en el camino. Luego, detuvo el auto allí. Al instante, Carolina tragó saliva y tomó una respiración profunda, concentrándose para decir que no.

Entonces, el hombre presionó el botón que soltaba el cinturón de la chica y bajó su asiento tan rápido que la dejó desorientada por unos segundos, y él se aprovechó de ello. Si ella pensó que él no había notado que tenía una expresión dura en su rostro, estaba completamente equivocada. El hombre “todavía no creía que- pudiera gustarle, pero del hecho de que ella quisiera acostarse con él, no tenía dudas al respecto.

“Máximo, ¿Qué…?, intentó preguntar la mujer.

En ese momento, él estaba prácticamente encima de ella, como un depredador, y Carolina se volvió a reprender.

¡Maldición! ¡En realidad sí quiero ser su presa! ¡No, Carolina, no lo hagas! Tienes que… resistir…

Resiste….

Sin embargo, ella fracasó.

Por otro lado, el joven deseaba poder quitarse la máscara, pero estaban en pleno día, así que no podía permitírselo.

Máximo le mordió el cuello levemente y cuando vio que a la chica parecía gustarle, mordió un poco más fuerte.

«¡Ah, sí, así!», exclamó ella, y él se rio. «Así que te gusta el se%o bastante salvaje, ¿No es así?», cuestionó el hombre.

«¿Quieres que te reviente ahora, Carolina?», preguntó él, y al instante, ella se mostró más suelta.

«¡Sí, sí! ¡Máximo, hazlo, por favor!», pidió la chica.

Al escucharla, él atacó sus labios de nuevo, pasando sus manos por su cabello. Para ese punto, a él ya no le importaba, ya que ella no le prestaba ni la más mínima atención a su piel quemada. Al menos allí no lo hacía.

Por su parte, Carolina estaba actuando sin pensar.

Ellos se estaban besando apasionadamente y la máscara la molestaba un poco, así que automáticamente, ella tan solo levantó su máscara y la tiró a un lado, Ante eso, Máximo se quedó totalmente helado.

Entonces, ella se quejó con un g$mido para que el joven no se detuviera, pero él enterró su cara en el cuello de la mujer.

«¿Máximo?», lo llamó ella, respirando con dificultad y moviéndose debajo de él, acercándolo más con sus piernas alrededor de su cintura, para luego agregar: «¿Qué sucede?”

En ese punto, él estaba en pánico. La mujer, por otro lado, notó que su respiración acelerada no se debía a la- erección y los besos intensos. Él se estaba comportando de forma extraña y después comenzó a apretarla más fuerte.

“¡Ay! ¡Máximo!», en seguida, la chica trató de apartarlo, pero él no se: movió. «Máximo, ¿Qué pasa?».

Ella llevó su mano a su cabello y luego, un fuerte agarre en la muñeca de Carolina la hizo g$mir, solo que esta vez, de dolor. y «¡Tú… oye, me estás lastimando!».

«Cierra los ojos», pronunció él en voz baja, con los dientes apretados. De hecho, el joven sonaba sumamente enojado y adolorido.

«¡No! ¿Qué está sucediendo?».

“Carolina… ¡No lo voy a repetir!»

«¡Muy bien! Escucha, no entiendo… ¿Acaso te sientes mal? ¿Qué pasa?».

En ese momento, el hombre estaba confundido por la preocupación en la voz de su esposa. Él pensaba que ella lo había hecho a propósito, pero aparentemente no era así. Entonces, exhaló y soltó su muñeca, abrazándola con fuerza.

«Yo… mi máscara».

En seguida, ella frunció el ceño.

«¿Qué tiene tu máscara? ¿Te está causando daño?».

Tras ello, la mujer acercó la mano a su cabello de nuevo para tocar la máscara y aflojarla un poco.

Sin embargo, se dio cuenta de que él no la tenía.

«Me la quitaste», dijo él con la voz quebrada e intentó respirar profundo. «La tiraste en algún lugar junto al auto».

“Máximo, no tengo problemas…»

“¡Pero yo sí!», después de decir eso, él besó su cuello y agregó: «Lo siento. Yo…».

“Está todo bien, cerraré los ojos y podrás echar un vistazo. Perdóname, no recuerdo…».

“Está bien, tú solo cierra los ojos. Ábrelos cuando te lo diga, ¿Sí?».

«De acuerdo».

De inmediato, ella cerró los ojos. Por otro lado, él la miró a la cara y le acarició la mejilla a Carolina.

Luego, ella lo escuchó moverse alrededor del auto y estuvo así durante un largo rato. Él incluso buscó a su lado, entre el cuerpo de Carolina y la pared del auto.

«¡Qué diablos!», gritó él y empezó a ponerse nervioso.

“¿Y si se cayó por la ventana?», preguntó ella y él se giró para mirarla de inmediato.

“¡Pero qué desgracia!», con eso, el hombre miró por las ventanillas del auto y, sí, la mascarilla estaba afuera. «Esto es increíble, Carolina, tú…”

En ese momento, otro auto venía en la distancia, entonces, él cambió la mirada entre el vehículo y la máscara. No tenía mucho tiempo, por lo tanto, tomando una respiración profunda, abrió la puerta del auto, salió rápidamente y agarró la máscara, regresando al vehículo.

“Está bien, ya la tengo», le indicó a la chica, quien abrió los ojos y acomodó el asiento.

En ese instante, alguien del otro auto golpeó la ventanilla y Máximo la bajó rápidamente.

“Está todo bien señora”.

La miró a Carolina y luego a Máximo, quien entrecerró los ojos ante el interés del sujeto.

«Alcalde Alvarer” , lo saludó formalmente Máximo.

«Qué sorpresa, Señor Castillo. Oh, por favor… nos conocemos desde hace años. Por favor, Domenico suena mucho. mejor», dijo el hombre, volviendo a mirar a Carolina para luego preguntar: “¿Y quién es esta hermosa mujer a su lado?»

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