Capítulo 142:

Ella se le quedó viendo como si fuera un idiota.

“¿Qué piensas, que no tengo ninguna posibilidad de volver a casarme después de ti?”.

“Ay. Mi querida esposa…, a los ojos de Dios, nuestro matrimonio es eterno”. Santiago tampoco había reflexionado sobre ello, por lo que su rostro perdió el color.

“Parece que eres tú quien olvidó ese pequeño detalle, no yo. Ahora, baila decentemente y no me pises los pies. Me gustan los zapatos”.

“Ah, además son muy cómodos…”.

“Me refiero a mis zapatos. ¿Por qué me gustarían tus horribles zapatos?”.

“Como te decía… Encantadora”, se burló. “Pero admito que eres buena con los niños. Algún día serás una buena madre”.

“No tendré hijos”.

Quiso preguntarle si no podía tenerlos, sin embargo, comprendió que sería desagradable y descortés por su parte.

Como Jannochka solicitó, la fiesta no se prolongó durante mucho tiempo.

“Me cambiaré de ropa y podremos irnos de aquí”, dijo ella, a lo que Santiago accedió. Durante la espera, tomó una copa de vino y se apoyó contra la pared mientras bebía.

“¿Emocionado por la noche de bodas, primo?”, preguntó Fyodor, consiguiendo sobresaltar al chico, quien escupió el vino y tosió.

“¿Estás nervioso?”, añadió Yuri.

“¿Qué les pasa?! ¿Aparecen de la nada? ¡Y hasta parece que nacieron juntos!”. Santiago recuperó la compostura. “Además, ni siquiera somos primos”.

“¡Claro que lo somos, desagradecido! Ahora también somos familia ya que te casaste con nuestra prima”. Fyodor le dio una palmada en la espalda a Santiago.

“Así que eres nuestro primo. Y aquí está la cosa…”. Yuri echó un vistazo a su alrededor. “Sé amable con ella. Obedécela y no intentes desafiarla. Janna es genial; pero no intentes ser dominante o te comerá vivo”.

“Escucha…”. Santiago empezó, pero Fyodor le puso la mano en el hombro.

“Nos contó lo de los seis meses. Nuestro tío no lo sabe, así que guarda silencio. Pero…, hombre, aunque el matrimonio se deshaga, puedes tener una amiga leal. Solo no lo arruines”.

“¿Quieres que sea su perrito faldero, obedeciéndola todo?”.

“No, no. Puedes cuestionar, ¡Por supuesto!, pero no lo hagas con arrogancia. No intentes darle órdenes; háblale como a una igual. Aunque la llamen el diablo, no lo es. Solo con quien se lo merece, claro”, aconsejó Yuri a Santiago.

“¿Qué hacen? ¿Amenazando a mi marido?”. Jannochka apareció detrás de los hermanos.

“¡Claro que sí! Somos tus primos, como tus hermanos protectores”, dijo Fyodor, orgulloso.

“Ah, sí. Gracias por preocuparse, pero puedo darles una paliza y lo saben”. Dirigió la vista a Santiago y de nuevo a sus primos. “No vuelvan a hacerle eso a mi marido, ¿Entienden? ¡Vamos, Santiago!”.

De forma usual, Santiago no hubiera obedecido una orden como esa, excepto si provenía de su hermano. Sin embargo, antes de darse cuenta, ya estaba siguiéndola.

Entraron en el automóvil y se dirigieron al apartamento. Santiago no quería que fueran a su casa de ninguna manera. Dijo que sería una violación de su intimidad tener a una extraña ahí. Jannochka no le dio importancia ya que comprendía sus sentimientos.

El lugar era excelente, bien situado y espacioso. Lo suficientemente grande como para que pudieran pasar todo el día sin verse. Había una mininevera en las habitaciones, así como en el despacho.

Jannochka fue conducida al dormitorio. Entró y dejó los zapatos de tacón en una esquina, aliviada. Luego abrió el armario e hizo un gesto.

Santiago se encontraba en el salón, sirviéndose del minibar, cuando vio bajar a la chica, haciendo una mueca de disgusto.

“¿Hay algún problema, Jannina?”, le preguntó. Ella entrecerró los ojos, mordiéndose la lengua para no empezar una discusión

Sobre su apodo.

“¿Tú preparaste este apartamento?”.

“No. ¿Hay algún problema?”.

Si. Tu ropa está en mi armario”.

Santiago subió a la habitación que eligió para sí mismo, y en efecto, su ropa estaba allí. Abrió el otro compartimiento del armario.

Sus maletas llegaron días antes. Jannochka estaba furiosa.

“Bueno, hay dos guardarropas”, dijo. “Este es el mío y aquel es el tuyo. No entiendo el problema”.

“¡No te hagas la idiota!”. Se plantó delante de él, con los ojos brillantes de ira. Luego respiró hondo y tomó su maleta.

“¿Qué haces?”, preguntó cuando la vio empaquetar su ropa.

“Me voy a otra habitación, ¿No es obvio?”.

“¿Otra habitación? Pero… estamos casados”,

Se volvió hacia él, antes de ponerse las manos en la cadera.

“¿Y qué? Ni siquiera te conozco. No voy a dormir contigo, ¡No confío en ti!”.

“¿Yo? ¡Tú eres la bruja diabólica aquí! ¡Yo soy el que debería temer por mi integridad física!”.

“¿Bruja… Bruja diabólica?”, preguntó incrédula, a continuación chasqueó la lengua. “¡Y tú eres un idiota!”

“Bien, protege tu integridad física, señorita. Me iré a otra habitación”.

Continuó quejándose en ruso, sin que él pudiera entender ni una palabra.

Ella llevó sus pertenencias a una habitación al otro extremo del pasillo, por lo que Santiago se encogió de hombros.

“¿Podrías ser más rápido? Quiero acostarme”.

“¡Tenías la televisión del salón encendida y te estabas tomando una copa!”. Ni siquiera le dirigió la vista. “Estos seis meses van a ser un infierno. ¡Pagaré por todos mis malditos pecados!”.

Se arrodilló delante de la segunda maleta y, cuando el vestido que llevaba se le pegó al cuerpo, Santiago tragó saliva. Tenía la cintura diminuta y el trasero redondo, y estaba prácticamente en cuatro sobre el piso.

¡Qué maldición!. Se pasó la mano por el rostro y apartó la mirada. Pero es nuestra noche de bodas….

Ella se incorporó; Santiago se interpuso en su camino.

“¿Qué pasa? Quítate del medio para que deje de molestarte, ¡Ya que necesitas tanto tu sueño de belleza!”.

“Es nuestra noche de bodas”, dijo él con seriedad.

“¿Y qué?”. El muchacho se acercó; Jannochka soltó la maleta. “Santiago, ¿Qué estás haciendo?”.

“Tenemos que consumar el matrimonio, ¿Verdad?”. Levantó la mano para colocarla en la cintura de la chica, pero esta lo sujetó por la muñeca.

“Te quedarás manco. Nuestro acuerdo no implica ningún contacto físico, ni siquiera intentes hacerte el listo”. Lo dejó ir y cruzó los brazos frente al pecho, mirándolo desdeñosa. “¿No tienes novia?”.

Santiago parpadeó un par de veces mientras la culpa le inundaba el rostro. Jannochka levantó su maleta y pasó junto a él. No trató de detenerla y se sentó en la cama, apoyando la cabeza entre las manos.

¿Qué maldición iba a hacer?, pensó, sintiéndose abatido.

Mientras tanto, Marcelo se encontraba en casa acostado en la cama con almohadas apoyadas detrás de él para sostenerse, Jade le daba sopa.

“¿Puedes encender la televisión? Así vemos algo”, le pidió.

“No estoy de humor, pero si quieres…”. Jade tomó el control remoto y encendió el televisor. Antes de cambiar de canal, tomó una cucharada más de sopa.

“¡Y la boda del hermano menor del médico y empresario Osvaldo Herrera, Santiago, fue magnifica! La novia era la hija de un empresario ruso….

Jade ya no podía oír nada. Soltó la cuchara, junto con el plato por lo que la sopa se derramó sobre Marcelo.

“¡Dios mío, lo siento mucho!”, se disculpó y alcanzó una toalla del baño para limpiarlo. La cadera de Marcelo se había enrojecido. “Te juro que fue un accidente, yo… yo…”.

“Jade, no pasa nada”, aseguró este. Por su parte, ella se quedó mirándolo como si le hubiera salido una segunda cabeza. “Solo ayúdame a limpiar y a aplicar un poco de pomada”.

“¿No me vas a gritar?”, preguntó ella. No podía pegarla, ya que aún era incapaz de levantarse.

“Te dije que las cosas cambiarían”. Marcelo echó un vistazo al televisor. “¿Qué te puso así?”.

“Ah… nada…”, respondió, frunciendo el ceño hacia el televisor. “Me distraje”.

No sabía que Santiago se iba a casar; él no se lo mencionó. Enseguida, volvió el rostro hacia su marido. “¿Te gusto, Marcelo? ¿O soy solo tu posesión?”.

“¿Qué…?”.

“Responde, por favor”.

“Me gustas, y seré un mejor esposo. Pero qué tiene que ver eso con…”.

Jade lo besó.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar