Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1699
Capítulo 1699:
Jared se levantó de la cama y la llevó en brazos.
“Entendido”.
Cuidaría bien de su esposa, por supuesto.
Al ver a la feliz pareja en el baño, María sonrió y entró a la cocina con los vegetales.
Cuando la pareja estuvo lista, las gachas saladas de verduras de María también.
Jared ayudó a Amber a sentarse en la mesa del comedor con cuidado; al principio, quería llevarla allí, pero ella se rehusó.
Después de todo, solo estaba ciega de manera temporal; no era como si no pudiera caminar tampoco. Además, no podría conocer sus alrededores si él la cargaba por el lugar.
Si él se iba, no tendría a nadie que la llevara para realizar sus tareas ni conocería el lugar. ¿No se volvería dependiente para ese entonces?
Jared entendió eso también, así que no insistió en llevarla después de que se rehusó. En cambio, la ayudó a llegar a la mesa del comedor; por supuesto que no se olvidó de indicarle el camino y de qué debía cuidarse o qué había alrededor mientras Amber lo escuchaba con atención.
María se sintió satisfecha al ver eso.
Después de desayunar, Jared llevó a Amber al balcón para tomar sol. Los días se estaban volviendo más cálidos, pero el sol no estaba demasiado caliente ese día. El clima era espléndido y sé sintieron cómodos bajo los rayos de sol.
Acurrucada en una hamaca, Amber sonrió levemente; parecía que disfrutaba de eso demasiado, mientras que Jared estaba leyendo documentos del trabajó a su lado.
Ninguno de los dos habló ni molestó al otro, pero verlos de esa manera resultaba envidiable. Después de observar a la pareja, María sacó el teléfono, les tomó una foto y se la envió a Rosa, que se alegró de verla.
Entonces, el teléfono de Jared sonó. Se giró para ver a si Amber se había dormido.
Ella estaba escuchando música con los auriculares cuando escuchó el celular de Jared; entonces, se sentó derecha y le dijo:
“Está bien; contesta la llamada. No estoy dormida, así que no me molestaras”.
“Muy bien”.
Asintió Jared. Pensó que la despertaría, razón por la cual se había girado para verla y estaba por dirigirse adentro a atender la llamada. Como no dormía, no tendría aprensión de contestar a su lado.
La llamada era de Teo. En lugar de apoyar el celular en su oreja, Jared lo puso en altavoz para que Amber pudiera escuchar.
“¿Qué sucede?”, preguntó.
“Presidente Farrell, Lidia será ejecutada hoy”, respondió del otro lado.
En el instante en que dijo eso, Jared dejó de mover la lapicera que tenía en la mano por un momento y Amber se quitó los auriculares de inmediato.
“¿Por qué hoy? No es su fecha de ejecución todavía, ¿No?”.
A Jared también le pareció extraño. En realidad, no sabía sobre eso de antemano, ni la policía se lo informó.
“Ha sido adelantada”, explicó Teo.
“Las autoridades llevarán a cabo una gran competición en Ciudad del Mar en la fecha que debía ser ejecutada, así que quieren tener buena suerte; por eso, decidieron ejecutar a todos los convictos antes”.
“Ya veo”.
Jared levantó un poco la barbilla ya que había entendido el mensaje.
“Qué mala suerte que tiene Lidia”.
Amber sonrió. La muchacha podría haber vivido un poco más, pero ya no le quedaba tiempo.
“Así es, tiene mala suerte, pero es la única culpable por eso”, dijo Jared con indiferencia mientras entornaba los ojos, Amber no le respondió.
“Sí, es la única culpable de todo. Si no fuera tan malvada y más amable, no tendría este final”, dijo Amber.
“Me pregunto si se arrepiente ahora. Después de todo, su vida está llegando a su final a tan temprana edad; solo tiene veinte años”.
“Bueno, no hablemos de ella ya; no dejemos que nos afecte”.
Jared le acarició el pelo, solo para ponerse de pie de inmediato cuando notó que estaba caliente.
“Vamos, regresemos adentro y no permanezcamos más en el sol. No es bueno estar tanto tiempo bajo los rayos de todas formas”.
“Bueno”.
Amber lo sabía, así que asintió sin protestar. Volvió a la habitación primero, mientras sujetaba la pared todo el camino, por lo que Jared permaneció detrás para decirle algo a Teo.
“Por cierto, Presidente Farrell, el tribunal informó que comenzará la audiencia del caso contra el Señor Lombardo mañana ¿Le gustaría asistir?”, dijo Teo.
“No, no es necesario”, se rehusó, indiferente mientras cerraba los ojos.
“Asistiré a la última audiencia. Le preguntaré si alguna vez se arrepintió de asesinar al Profesor Randall. Por cierto, ¿Cómo está Ángel Bernardo?”.
Eso era lo único que quería saber en ese momento ya que casi los había asesinado a él y Amber en el incendio. Como no preguntó por él en mucho tiempo, se preguntaba cómo estaba.
“Ángel sigue con custodia policial por el momento. Hay algo sospechoso con sus informes financieros, así que el departamento sigue investigando. Pagará por todos sus crímenes cuando la investigación de su historial financiero termine, que, probablemente, no tarde demasiado”.
“Muy bien, dime cuando eso suceda”.
Se aseguraría de hacer de la vida de Ángel un infierno. Incluso si no lo sentenciaban a muerte, se encargaría de que el hombre pasara el resto de su vida en prisión, deseando morir.
“Entendido, Presidente Farrell”, respondió y asintió.
Después de que la llamada terminó, Jared guardó el teléfono, tomó los documentos y entro a la habitación.
Mientras, Amber se estaba cambiando.
Aunque se sintió cómoda en el sol afuera, había sudado un poco después de estar tanto tiempo bajo el calor así que estaba por cambiarse de ropa.
Jared llegó justo a tiempo para toparse con esa hermosa escena. En ese instante, abrió grande los ojos mientras permanecía pasmado, observándola.
Al percibir algo extraño, Amber se detuvo y se giró de manera instintiva; cuando escuchó la respiración del hombre y su aroma a menta, se dio cuenta de que estaba de pie cerca, mirándola cambiarse.
Dando un grito por la sorpresa, se apresuró a tomar la manta y se cubrió.
“¿Por qué entraste tan pronto?”.
Solo se había cambiado porque pensó que Jared hablaría con Teo por un tiempo más, pero ¿Quién habría pensado que entraría antes de que ella terminara? Además, había estado allí por un tiempo parado mirándola. Se sintió demasiado tímida y pensó en cómo se vería él.
Le dijo de una vez: “Gírate ahora y deja de mirar. ¡Debo vestirme!”.
Jared no la escuchó; no solo no tenía intención de girarse, sino que incluso se había acercado a ella, sonriendo. Al escuchar los pasos del hombre, Amber se movió hacia atrás.
“¿Qué estás haciendo, Jared Farrell? Detente y aléjate de mí”, gritó en voz alta, negándose a que se acercara.
Por supuesto que Jared no haría lo que pedía. Continuó acercándose al lado de la cama antes de decir con voz ronca:
“Cariño, déjame ayudarte a vestirte”.
Amber apretó la manta con fuerza mientras sacudía la cabeza.
“No, no es necesario; lo haré yo misma. Si me ayudas con eso…”.
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