Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1671
Capítulo 1671:
Amber sonrió feliz y dijo: “Cariño, eres tan bueno conmigo”.
“Siempre seré bueno contigo”.
Jared bajó la cabeza y le besó la frente.
Las enfermeras que vieron a la pareja tan enamorada les sonrieron. Algunos fanáticos incluso tomaron fotos de la pareja de espaldas y las publicaron en internet, por lo que los internautas no pudieron evitar exclamar lo dulces que eran.
Jared notó que varias muchachas les temaban fotos, pero, al ver que no tenían malas intenciones y que solo les deseaban el bien; no les prestó mención y les permitió tomar fotografías. Cuando regresó a la habitación de hospital con Amber en brazos, ella ya estaba dormida.
El dicho “las embarazadas aman dormir” era verdad. Por la salud de Amber, dormía más de diez horas al día; sin embargo, eso no era malo. Las embarazadas que dormían más, tenían mejor salud y sus bebés se desarrollaban mejor.
“Cuide a Hojita; saldré un rato”, le dijo a María después de cubrir a Amber con una manta.
María asintió y dijo: “No se preocupe, Joven Amo Jared, cuidaré a la joven ama. Puede irse”.
Jared asintió en respuesta; después se giró y salió de la habitación.
Sin embargo, acababa de salir cuando se encontró con Tomás, que se acercó con los guardaespaldas. Llevaba muchos regalos y, cuando vio a Jared, sonrió con felicidad, mostrando sus dientes blancos y saludando con la mano.
“Jared, soy yo”.
“¿Qué haces aquí?”.
Jared frunció el ceño.
“Ja, ja. Vine a ver a Amber y a mi futura sobrina”, dijo, sonriendo.
Jared levantó una ceja y pregunto: “¿Cómo sabes que es una sobrina? ¿Qué si es un varón?”.
Después de todo, había cincuenta por ciento de posibilidades. Antes de que el bebé naciera, nadie sabría su género y él tampoco preguntaría. Para Jared, era lo mismo. Su hijo sería el resultado de su amor.
“Debe ser una niña; me gustan las sobrinas”.
Tomás movió las bolsas en su mano.
“Mira, estos regalos son para Amber y mi sobrina. Son cosas que a las mujeres les gustan, así que debe ser una niña”.
Jared rio disimuladamente. Solo porque Tomás había comprado cosas para chicas, estaba convencido de que Amber tendría a una niña. Tomás era bastante tonto; había crecido, pero no madurado.
Este desconocía que Jared ya lo había clasificado como un tonto; en ese momento, seguía riendo.
“Jared, ¿Dónde está Amber?”.
“Adentro”, respondió sin decir más.
Tomás estaba a punto de entrar, pero Jared lo detuvo.
Confundido, le preguntó: “¿Qué?”.
“Amber está dormida; la despertarás si entras”, dijo, molesto.
Tomás no estaba feliz y dijo: “No, me quedare callado y no la molestaré. Esperaré a que se despierte adentro. Quiero darle estos regalos en persona. Jared, déjame entrar”.
“No, puedes esperar afuera. Cuando Amber despierte, entrarás”, dijo Jared serio; después le asintió a un guardaespaldas detrás de Tomás.
Este asintió y dijo: “No se preocupe, Presidente Farrell, cuidaré al Joven Amo Tomás. No lo dejaré entrar, mucho menos causar problemas”.
“Muy bien”.
Jared asintió con satisfacción y estaba por irse cuando Tomás preguntó: “¿Dónde vas, Jared?”.
“Tengo algo que hacer”, respondió antes de desaparecer en el ascensor.
Iba a buscar a Timoteo para llevarle a Tamara. Aunque Amber le había prometido perdonarla, él no estaba de acuerdo. La mujer casi hizo que perdiera a su esposa e hijo; por ende, no lo dejaría así.
Haría que Tamara sufriera antes de dejarla ir para que cuidara a Tadeo. Además, nadie sabía si él estaría vivo para entonces.
Entonces, sacaron a Tamara de la habitación esa noche; solo Jared y Timoteo sabían a donde la llevaran.
Cuando Jared regresó a la habitación, Amber ya se había despertado y estaba charlando con Tomás. Jared no sabía lo que el muchacho había dicho, pera la hizo reír demasiado.
Eso hizo que lo viera con mejores ojos. Aunque su hermano era tonto, al ver que podía hacer reír a Amber, pensó, a regañadientes, que podía permitirle acercarse a ellos.
Tomás fue fiel a su palabra. Dijo que esperaría que Amber despertara y la esperó.
Parecía que, en el futuro, Jared podía permitir que los visitara. Cuando no estuviera cerca para acompañar a Amber, podía dejar que su hermano le hiciera compañía.
“¿De qué están hablando? ¿Por qué se ríen tanto?”.
Jared abrió la puerta y caminó hacia Amber. La sostuvo entre sus brazos y preguntó con gentileza.
Cuando Tomás vio eso, sintió envidia.
“Jared y Amber, ¿Deben comportarse así frente a un hombre soltero como yo?”.
Amber se cubrió la boca y rio.
Jared lo miró con desdén y dijo: “¿Quién te obligó a mirar?”.
“Están frente a mí. ¿Cómo no voy a mirar?”, dijo, enojado.
“Puedes cerrar los ojos”.
Jared frunció el ceño.
“Tú…”.
Tomás estaba tan enojado que no podía hablar; después; se giró hacia Amber y se quejó:
“Amber, mira a tu marido. Esta molestando a su hermano menor. Es demasiado. Amber, ¿Puedes darle una lección?”.
“Cariño, no harías eso, ¿Verdad?”.
Jared se giró para mirar a Amber y le habló de manera lastimosa.
Amber no podía dejar de reír.
“Muy bien, ustedes dos, dejen de molestar. Tienes treinta y un años y sigues compitiendo con un adolescente de edad. Debes madurar”.
“Así es”.
Al ver que Amber lo defendía, Tomás se sintió orgulloso. Incluso se atrevió a mirar a Jared de manera provocativa y con desdén.
Jared entornó los ojos y lo miro, enojado.
“Te quedarás sin mesada este mes”.
“¡No!”.
Tomás de pronto se arrepintió.
Se volvió cabizbajo.
Amber no podía evitar reír y se cubrió la boca.
“Todavía no me respondes. ¿De qué estaban hablando recién?”, preguntó Jared de nuevo.
Amber respondió sonriendo: “Tomás me estaba contando algunas situaciones interesantes que se dieron en el juego, así que me dio gracia”.
“Ya veo”.
Jared asintió antes de mirar a Tomás.
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