Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1666
Capítulo 1666:
“No lo creo. La Señora García es muy amable con la Señorita Amber. No creo que quiera lastimarla de manera intencional”, murmuró María.
En ese momento, Amber apretó el tazón con fuerza.
Mientras se acercaba, Timoteo dijo: “¿Por qué no? Aunque es tu madre biológica, sabes que sucedieron muchos acontecimientos entre ustedes. Creo que deberías ser precavida de todas formas”.
María pensó que tenía razón y no pudo evitar arrepentirse de haberle llevado el caldo a Amber.
‘Tiene razón. ¿Y si le sucede algo?’.
Por eso, se apresuró a preguntar: “¿Se siente mal, Señorita Amber?”.
Amber sacudió la cabeza.
“Para nada. En realidad, siento calidez en el estómago. Se siente bien”.
‘Es verdad. Siempre me sentí un poco flácida en la panza desde que estoy embarazada. Aunque no me duele, me hace sentir incómoda. Cuando bebi el caldo, noté que me sentía mejor. Ahora tengo una sensación de calidez que me ayudó a relajarme’.
María suspiró, aliviada al escuchar a Amber.
“¡Qué bueno! Sin embargo, le recomiendo dejar de beberlo por ahora. Deje que el Doctor Laguna revise los ingredientes primero”.
Entonces, Timoteo levantó la barbilla.
“Bueno, pero antes debo revisar tus ojos. La córnea ya llegó, así que decidamos cuando será la cirugía”.
“¡Al fin llegó la córnea!”, exclamó María, entusiasmada.
“¡Qué gran noticia! ¿Escuchó eso, Señorita Amber? Eso significa que puede realizarse la operación y dejar los anteojos pronto”.
Al escuchar eso, Amber también miró a Timoteo, entusiasmada.
‘¡María tiene razón! ¿Quién querría utilizar anteojos cuando puede ver bien? Son tan pesados y molestos’.
“¿Cómo es que es mi turno?”.
Aunque estaba encantada, no pudo evitar preguntar: “Recuerdo que había una docena de pacientes antes que yo esperando para un trasplante de córnea también, ¿No?”.
“Algunos se transfirieron a otro hospital y otros prefirieron no operarse. Es por eso que llegó tu turno tan pronto. No te preocupes, no tuviste trato preferencial”.
Le aseguró.
Amber sabía que no le mentiría con algo tan importante como eso; por ende, asintió sin hacer más preguntas y estaba muy contenta.
“Puede revisarle la vista, Doctor Laguna”.
María tomo el tazón de sus manos para que pudiera hacerle la revisión.
Timoteo tarareó y sacó una linterna de su bolsillo mientras se acercaba a la cama, Después de examinarla, abrió la carpeta de su historial médico y comenzó a anotar mientras le hacía algunas preguntas. Una vez que Amber respondió, asintió.
“Muy bien, ahora entiendo la situación general. Tus ojos están bien, así que podemos realizar la cirugía. La haremos mañana al mediodía. Estaré libre a esa hora”.
Cerró la carpeta de un golpe.
Amber respondió bruscamente.
“Bueno. Hagamos la cirugía mañana, pero ¿Puede hacerle daño al bebé?”.
Después de todo, siempre había sido precavida de no enfermarse porque le preocupaba que la medicación pudiera perjudicar al niño. Estaba aún más preocupada de que su enfermedad fuera grave y no tendría más opción que ab%rtar al bebé.
Por eso, le preocupaba que la cirugía pudiera perjudicarlo. Por otro lado, María miró a Timoteo con ansiedad al escucharla. Este se acomodó los anteojos.
“No te preocupes, solo es cirugía ocular; nada importante. No debes tomar medicamentos después de la operación. Solo te pondremos anestesia local, así que no perjudicará al bebé”.
Después de escuchar eso, ambas suspiraron, aliviadas.
“Gracias a Dios”.
María se tocó el pecho.
Después, Timoteo se dirigió al laboratorio con el termo en su mano. María lo acompañó para ver los resultados lo antes posible. La prueba no tomó mucho y salió del laboratorio pronto.
Ella apretó las manos con fuerza y se apresuró a preguntarle: “¿Qué le parece, Doctor Laguna? ¿Es seguro beber ese caldo?”.
Él le entregó el termo y dijo: “Si, es un caldo muy nutritivo que tiene beneficios para las mujeres embarazadas. Amber puede tomarlo sin problemas. Yo malinterpreté a Julia”.
Estaba aliviada de escuchar eso.
Sonriendo, tomó el termo.
“La Señora García no parece querer dañar a la Señorita Amber”.
“Aun así, debe ser precavida. Los García quizá no lastimen a Amber, pero Jared tiene muchos enemigos. Es difícil predecir si esos enemigos utilizarán a Tadeo y su esposa para perjudicarlos. De ahora en adelante, todo lo que la Señora García traiga, debe pasar por el laboratorio para realizarle pruebas. Le avisaré a los bioquímicos para que la ayuden cuando no esté aquí”.
María asintió; pensaba que era razonable.
“Tiene razón, Doctor Laguna. Deberíamos haberlo hecho desde el principio. La próxima vez, traeré todo aquí para que le realicen pruebas antes de entregárselo a la joven ama. Me irá ahora”.
“Bien”, murmuró, María regresó a la habitación con el termo.
También llamó a Julia de camino; sin embargo, no tenía su número, pero Julia había colocado una nota en el termo antes.
La reacción inicial de María fue tirarla, pero, después de pensarlo, decidió quedársela. Estaba contenta de no haberlo hecho ya que podía contactar a Julia en ese momento.
Después de regresar a casa del Hospital Trinidad, Julia estuvo al lado del teléfono.
Había perdido la cuenta de las veces que lo había revisado.
Aunque Tadeo le dijo que sería más tarde, lo miró con indiferencia en respuesta y se mantuvo al lado de este como si esperara una llamada; sin embargo, él sabía lo que estaba esperando y no era nada menos que una llamada o mensaje de su hija.
Cuando regresó a casa, le dijo a su esposo que no pudo ver a Amber, pero que se encontró con su cuidadora y que esta accedió a darle el caldo. Desde entonces, había esperado ansiosa un mensaje o llamada para saber si su hija lo había disfrutado.
Sin embargo, su teléfono nunca sonó después de mucho tiempo por lo que estaba ansiosa y deprimida.
Incluso se preguntó si su teléfono estaba roto ya que no tenía llamadas perdidas o mensajes. A pesar de eso, era consciente de que funcionaba a la perfección. Al final, se dio cuenta de que no se comunicarían porque nunca lo habían hecho en primer lugar.
“Tadeo, ¿Piensas que Amb no bebió el caldo? ¿Es por eso qué no llama?”, le preguntó a su esposo con expresión alicaída.
Acariciando sus manos, Tadeo le respondió: “No te preocupes. Si Amb no lo bebió, puedes preparárselo cada día y enviárselo. Creo que lo beberá algún día. Es normal que se rehúse a comer lo que le envíes debido a que todavía no nos acepta como sus padres”.
“Lo sé, pero no puedo evitar sentirme triste”. Suspiró.
“Estarás bien. Dale un tiempo a nuestra hija para que se acostumbre. Quizá, puedes intentar pensar como ella. Si sus padres biológicos solían intimidar a sus padres adoptivos, te sentirías de la misma forma que ella”.
Tener una perspectiva objetiva le permitía darle consuelo a Julia.
Al escucharlo, asintió.
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