Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1665
Capítulo 1665:
“Así es”.
María sonó más gentil esa vez.
Dejando de lado el problema entre las familias, María construyó una buena opinión de Julia al ver lo cariñosa que era cuando hablaba de su hija. Podía darse cuenta de que la quería en verdad.
“Encantada de conocerla”.
Julia se apresuró a saludarla y pregunto con ansiedad: “Mmm… ¿Amb le dijo que me hiciera pasar? ¿Quiere verme?”.
Al ver la expresión entusiasmada de la mujer, María suspiró y movió la cabeza.
“No, la Señorita Amber me dijo que no la vería. No esta lista todavía”.
“¿Qué?”.
El entusiasmo en el rostro de Julia desapareció y empalideció cuando escuchó que su hija se rehusaba a verla.
Aunque estaba psicológicamente preparada para que su hija se rehusara a reunirse con ella, todavía tenía esperanza.
En verdad esperaba poder ver a Amber, pero fue incapaz de hacerlo. A pesar de haber estado preparada, no podía evitar sentirse un poco decepcionada y triste.
“¿Por qué no quiere verme?”.
Se apresuró a preguntar. Habían pasado una hermosa velada el día anterior.
“Es normal que se rehúse a verla. Después de todo, sucedieron muchas cosas entre las familias. La Señorita Amber necesita tiempo para aceptar a su familia. ¿Qué clase de persona sería si los aceptara a ambos sin más?”.
Julia se quedó sin palabras al escucharla.
‘Tiene razón. Enrique fue quien la crio y siempre se consideró un miembro de la Familia Reyes. Si está dispuesta a aceptarnos, tendrá cargo de consciencia’.
“Muy bien”.
Sonrió y habló con voz baja. De pronto, pensó en algo, así que le dio el termo a María.
“¿Podría entregarle esto por mí, por favor? Sé que no está llevando el embarazado bien. Pasé por lo mismo cuando la tuve, así que le hice un caldo que me indicó una nutricionista. Es bueno para las mujeres que están embarazadas, así que le traje un poco para que pruebe”.
Como Julia no podía ver a su hija, esperaba que, al menos, bebiera el caldo. Era una forma de mostrarle preocupación como su madre. Después de mirar el termo, María miró a Julia con súplica. Entonces, se dio por vencida y tomó el termo.
“Bueno, se lo llevaré, pero no puedo garantizarle que lo beba. No puedo forzarla a hacerlo”.
“Está bien”.
Julia movió las manos.
“Me alegra que se lo lleve. Está bien si no quiere beberlo”.
“Bien”.
María asintió.
“Me iré ahora, entonces. Debería hacer lo mismo”.
“Muy bien”.
Julia forzó una sonrisa.
María subió al ascensor con el termo en la mano. Julia la observó y solo se fue cuando vio que María desaparecía. Después, la anciana regresó a la habitación. Amber estaba leyendo uno de los libros que le había llevado Jared ya que le preocupaba que se aburriera.
No estaba interesada en leerlos al principio, pero cuando se dio cuenta de que no podía utilizar el celular por tantas horas ya que le perjudicaría la vista, tomó uno y comenzó a leer.
Mientras lo hacía, se percató de que era muy interesante. Por tanto, leyó dos libros en pocos días.
“Regresó, María”.
Al escuchar que se abría la puerta, cerró el libro y miró la entrada, pero se sorprendió al ver el termo en la mano de la mujer.
“¿Eso es…?”.
Al ver que Amber había notado el termo, María lo colocó en la mesa.
“La Señora García le preparó un caldo. Me conmovió su sinceridad así que le dije que se lo traería. Cuando estaba embarazada de usted, una nutricionista le dio la receta. Es bueno para las mujeres embarazadas, así que se lo preparó ya que sabe que no lo está pasando bien. ¿Quiere probar un poco, Señorita Amber?”.
A Amber le tembló la boca. Al principio, quiso rehusarse, pero su cuerpo reaccionó más rápido que su boca y asintió. Si se rehusaba a beberlo de primera mano, parecería intencional, por lo que se quedó callada.
María fue contenta hacia la cocina para buscar un recipiente cuando esta accedió a beberlo. Pronto, un aroma delicioso ingresó por sus fosas nasales mientras María abría la tapa.
En ese momento, el estómago de Amber rugió ya que había percibido el aroma. Se quedó paralizada mientras María la observaba, sorprendida.
Amber se sonrojó al instante y bajó la cabeza, avergonzada.
‘¡Dios santo! No puedo creer que me sonó el estómago al percibir el aroma del caldo de la Señora García’.
¿Eso no significaba que quería beber el caldo? María pudo percibir su incomodidad y se rio.
“No debe avergonzarse. Señorita Amber, El caldo huele delicioso e incluso yo quisiera probarlo”.
Levantando la cabeza, Amber le dijo: “Beba un poco, María”.
“No se preocupe por mí. Este caldo es para mujeres embarazadas. ¿Por qué lo bebería una anciana como yo?”.
María sacudió la cabeza; después, le dio el recipiente a Amber.
Esta lo tomó y cuando vio lo delicioso que era, su estómago volvió a rugir fuerte mientras se le llenaba la boca de saliva. Era evidente que su cuerpo había reaccionado bien al caldo.
“Pruébelo, Señorita Amber”, le urgió María al ver que Amber sostenía el caldo, pero no lo tomaba.
“Revolví el caldo para ver que había en este y los ingredientes son nutritivos. Además de calentar su cuerpo, este no le hará daño así que no debe preocuparse; pruébelo”.
Amber murmuró en respuesta y se sirvió una cuchara repleta antes de meterla a su boca. El intenso aroma del caldo hizo que cerrara un poco los ojos.
Al ver su reacción, María preguntó: “¿Cómo sabe? Por la forma en la que lo trago, debe ser delicioso”.
Amber abrió los ojos y bebió otra cucharada, asintiendo.
“No está mal. Se puede comer. Es aún más delicioso que la comida que preparó Julia ayer. Puedo percibir que lo hizo con cuidado”.
María se dio cuenta de que Amber decía eso a propósito y no pudo evitar sacudir la cabeza ya que le causaba gracia. Sin embargo, se sintió aliviada al ver que Amber disfrutaba del caldo sin más.
Planeaba llamar a Julia pronto para preguntarle los ingredientes y pedirle la receta del caldo para poder hacérselo a Amber. Mientras pensaba en eso, la puerta de la habitación se abrió. Era Timoteo, que entró vestido con una bata blanca.
Al sentir el aroma del caldo, levantó una ceja y preguntó: “¿Qué estás comiendo?”.
“Estás aquí”.
Amber apoyó la cuchara y lo miró.
“Doctor Laguna, la Señora García vino y trajo un caldo. La Señorita Amber lo está bebiendo ahora”, respondió María.
Al escuchar eso, Timoteo levantó las cejas.
“Tienes agallas por tomar lo que te dio. ¿No temes que te vaya a drogar?”.
Cuando escucharon eso, Amber y María se sorprendieron.
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