Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1653
Capítulo 1653:
“Ve a mi casa y trae la caja fuerte del estudio”, le instruyó mientras masajeaba sus sienes.
“¿La caja fuerte?”.
El asistente estaba un poco confundido.
“Deja de hacer tantas preguntas”.
Tadeo asintió.
“Solo hazlo”.
“Muy bien”.
El asistente asintió y cortó la llamada.
Tadeo apoyó el teléfono y suspiro
“Es hora de terminar con todo”.
Aunque Tadeo no había cometido ningún crimen en las primeras dos décadas de su vida, no había hecho nada bueno tampoco. En los otros veinte años, se vio cegado por la envidia y perdió la razón.
Además, era incapaz de soportar las críticas de los demás, que decían que solo había podido heredar el negocio familiar mientras que su amigo de la niñez era un emprendedor artífice de su éxito.
Aunque crecieron juntos, no podía vencer a Enrique sin Importar cuanto lo intentara y nunca pudo ser tan bueno como él.
Tadeo pudo ignorar las palabras de los demás las primeras veces, pero, después de un tiempo, fue incapaz de soportarlo más.
No quería admitir que no era tan excepcional como él, y que no se podía comparar en ningún aspecto. Aunque siempre fue mejor que Enrique académicamente cuando eran jóvenes, ¿Por qué esas personas decían que no había comparación?
Su resentimiento creció y, mientras pasaba el tiempo; su envidia y odio lo convirtieron en una persona completamente diferente.
En particular, una vez descubrió de casualidad que uno de los subordinados de Enrique había mejorado sus tecnologías, y una vez que se supiera por el público, la Compañía Paradigma superaría a la Compañía Trident.
Ese fue, sin dudas, un gran golpe para él y lo hizo sentirse amenazado. Esto se debía a que sabía que, si le permitía a Paradigma superar a su compañía, eso confirmaría el hecho de que no era un adversario digno para Enrique. Por ende, decidió evitar que usara esa tecnología.
Entonces, contrató a alguien para sobornar su equipo para que se unieran a la Compañía Trident con la tecnología novedosa, pero, de manera inesperada, los empleados resultaron ser leales a Paradigma y se negaron a aceptar su oferta sin importar lo que les ofrecieran.
Sin otra elección, envió a alguien para robar la tecnología. Siempre y cuando Paradigma no la tuviera en su posesión, no podría superar a Trident y los demás no tendrían razones para compararlo con Enrique.
Al principio, el plan de Tadeo avanzó sin contratiempos, pero no esperaba que los empleados fueran tan débiles emocionalmente y, pronto, se suicidaron.
En ese momento, se sorprendió y entró en pánico ya que nunca había querido que nadie muriera; solo quería robar esa pieza de tecnología y no había planeado lastimar a nadie, pero la muerte de los implicados era irreparable.
El fallecimiento de los empleados de la Compañía Paradigma provocó que las acciones cayeran en picada y que la compañía enfrentara una crisis. Para vengarse, Enrique se robó a su hija.
Al principio, pensó que siempre y cuando le devolviera a su bebé, compensaría a las familias de los empleados sin importar el costo; sin embargo, antes de que pudiera cumplirlo, Enrique lanzó a su hija a un río.
Desde ese entonces, su corazón se ensombreció; no tuvo remordimiento incluso después de haber provocado todos esos acontecimientos. Enrique podría haberse vengado de él, utilizando otros métodos, así que ¿Por qué atacó a su hija?
Juró que nunca lo dejaría ir por el resto de su vida.
Debido a eso, en las pasadas dos décadas, atacó a Enrique y sobornó a su esposa, Sandra, para que lo envenenara y sufriera el mismo dolor que él. Además de confrontarlo, Tadeo luchó contra la Compañía Paradigma también.
Al final Enrique fue incapaz de soportar la batalla que había durado veinte años y, con un estado mental frágil debido al envenenamiento, saltó de un edificio, suicidándose.
En ese entonces, Tadeo se sintió en verdad feliz ya que había vengado a su hija; sin embargo, no pudo volver a sentir dicha después de ese día y no sabía por qué se sentía apesadumbrado. En ese momento, se dio cuenta de la razón por la que eso había sucedido.
Había crecido con Enrique como uno de sus amigos más cercanos, así que era imposible que no se convirtieran en compañeros.
Sin embargo, debido a su envidia y mente cerrada, se había alejado de él hasta que se convirtieron en enemigos mortales. Pero, después de tomar la vida de Enrique, no sintió ni un poco de la felicidad que pensó que sentiría, e incluso soñó con él muchas noches.
Tadeo sabía que, en realidad, se sentía culpable, pero no podía admitirlo. Si lo hacía, significaría que todo lo que había hecho era un error y no podía aceptar eso, ni tampoco admitir que estaba equivocado.
Debido a eso, solo podía continuar peleando con la hija que Enrique dejó, ya que pensaba que solo podría librarse del sentimiento que le dejó Enrique y que dejaría de soñar con él una vez que se hubiera deshecho de toda la Familia Reyes y así no los vería nunca más.
En verdad creía que estaba haciendo lo correcto y, después de la muerte de Enrique, continuó vengándose con Amber.
La razón por la que Amber fue atacada por Jorgelina durante esos seis años fue su culpa también. Había enviado a alguien para que le dijera mentiras y acrecentara el odio hacia Amber, por lo que le hizo la vida más difícil.
Sin embargo, todo resultó ser un gran chiste, ya que Amber resultó ser su hija.
Veinte años atrás, Enrique no se había vengado de él y no había asesinado a su hija tampoco. En cambio, la había criado en la mujer que era en ese momento, ¿Eso no demostraba que Enrique siempre lo había considerado su amigo y que, además de hacerlo por el bien de Lisa, no pudo matarla porque era la hija de su amigo?
Quizá ese era el caso; siempre había sido sentimental desde que era joven y sentía pena por los demás. Eso no era algo que Enrique pudiera hacer, pero ¿Y él?
En comparación con la empatía de Enrique, Tadeo era en verdad despiadado. El hombre no había asesinado a su hija y la había criado, pero él si lo había matado e incluso había perjudicado a su propia hija.
Sus manos estaban manchadas con sangre de alguien que solía ser su mejor amigo y de su propia hija. Quizá debido a que se acercaba su final, la bondad que había desaparecido hacía años estaba regresando y sentía culpa, resentimiento hacia sí mismo y arrepentimiento.
Tadeo se preguntó si hubiera sido un poco más amable y menos malvado, ¿Su amistad con Enrique habría durado y su hija habría crecido siendo la más feliz de todas con el cariño de ambas familias?
Después de todo, hicieron una promesa en el secundario de que no importaba quien tenía un hijo en el futuro, el otro sería su padrino. Enrique había cumplido la promesa, pero él no lo hizo. Los demás tenían razón, no era un adversario digno de Enrique, ya fuera por su carácter o habilidades.
Su hija había regresado, así que sabía que debía terminaron todo. Al pensar en eso, tomó el teléfono de nuevo e hizo una llamada.
“¿Hola? ¿Es la estación de policía? Soy Tadeo García y quiero confesar…”.
La llamada duró un largo tiempo y Tadeo hizo un acuerdo con la policía para que no enviaran a alguien de inmediato para arrestarlo. Después de todo, de acuerdo con el protocolo, incluso si era un paciente terminal, si confesaba sus crímenes, la policía debía llevarlo.
Sin embargo, esa vez, accedieron a dejarlo permanecer en el hospital e irían después de un tiempo.
Además, la policía no le ocultó las noticias a Jared. Una vez que hablaron con Tadeo, de inmediato llamaron a Jared para informarle del asunto.
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