Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1641

Capítulo 1641:

“Aunque Connor ha sabido ocultar todo muy bien, ¿Es posible no dejar ninguna evidencia de lo que él ha hecho? No, debe existir alguna prueba que indique que él mató a tu padre, así que por eso él continúa allí buscando durante todos estos años. No hemos recibió buenas noticias, pero sé que Connor no está en Condado del Oeste ahora, sino que aquí en Ciudad del Mar; nuestro espía tiene más tiempo para buscar”.

“Abuela, ¿Puedes presentármelo?”, preguntó con los ojos entrecerrados.

“¿Quieres conocerlo?”. Rosa levantó una ceja.

“Sí”, asintió y explicó:

“Vengaré a mi padre como corresponde, así que quiero conocerlo y te daré el resultado que estás esperando, abuela”.

“Claro. Te diré cómo contactarlo luego; de hecho, estaba pensando en darle tu contacto a él también”, respondió sonriente.

“Gracias, abuela”.

“¿Por qué me agradeces? Es para vengar a tu padre. Además, creo que mi nieto mayor podrá hacerlo; no obstante, debo recordarte que Connor no es un oponente cualquiera, así que debes ser muy cauteloso. Además, debes proteger a Amb y a tu hijo también. Ella podría resultar lastimada, ¿Entiendes?”, ordenó Rosa seria.

Amber se conmovió por lo que dijo la anciana y Jared le agarró la mano a su esposa.

“Entiendo; lo haré”.

“Si estás muy ocupado por encargarte de Connor, trae a Amb a la Residencia Farrell. Aquí estará a salvo y, al estar cerca de ella, puedo protegerla también”, sugirió luego de pensar un momento.

“Si eso ocurre, llevaré a Hojita”, asintió.

Luego, miró a Amber, que estaba sonriendo.

“No te preocupes; no puedo negarme, no soy idiota. Si mi presencia te perjudica, me alejaré para no lastimarte y te llevaré con la abuela. De ese modo, puedes estar tranquila; no te preocupes Sobre si acepto o no esa sugerencia”.

Él la miraba con ternura y le besó la frente.

“Jamás has sido una carga para mí, así que no debes pensar eso”.

“Solo dije que iba a apoyarte en lo que decidieras y que no quería preocuparte”, respondió entre risas.

“Esa es lo mejor. Trae a Amb aquí y yo me encargaré de cuidarla por ti. Así, podrás concentrarte y lidiar con Connor”.

“Gracias por este favor, abuela”.

“¿Por qué me agradeces? Somos familia”.

Rosa sacudió una mano y continuó: “En unos días será el aniversario de muerte de tu padre; deberías regresar y presentárselo a Amb”.

“Lo haré”, respondió mientras agachaba la cabeza.

“Debemos transcurrir ese día tal como lo hicimos el año pasado y hacer una ceremonia adecuada cuando Connor esté bajo control para poder contarle las buenas noticias a mi padre. Además, abuela, dile a mí madre de esto. No permitas que crea que no le hemos dado importancia al aniversario de muerte”.

“Le diré. Aunque Jorgelina es un poca obstinada, no te decepcionará si es un asunto importante para ti. Ella comprenderá y estará esperando vengar a tu padre cuanto antes tal como nosotros”.

“Ella lo apreció mucho, así que sé que así será”, contestó Jared mientras esbozaba una sonrisa.

Amber los escuchó con atención y no quiso interrumpirlos; aunque aún no comprendía por qué el padre de Jared se enamoró de Jorgelina, ella entendía lo que sentían el uno por el otro.

El hombre miró su reloj pulsera y notó que ya era la hora de que Rosa descansara, así que decidió terminar la conversación.

“Bueno, abuela, ya es tarde y no queremos interrumpir tu descanso. Hojita y yo te visitaremos pronto”.

La anciana asintió mientras sonreía. Cuando terminó la llamada, él dejó el teléfono.

“Vamos a asearnos; la enfermera llegará pronto para hacer su ronda”.

Que la enfermera fuera a hacer su ronda significaba que ellos debían ir a dormir. No querían que ella los apresurara, así que Amber asintió de inmediato. Luego, la levantó de la cama y la llevó alzada hasta el baño.

“¿Qué estás haciendo?”, preguntó exasperada.

“Apresúrate y bájame; puedo caminar”.

Ella estaba un poco enferma, pero eso no significaba que no pudiera caminar; no necesitaba que el la alzara. Aun así, él se negó y estaba serio.

“Pero quiero llevarte alzada”.

“Aún no te has recuperado por completo. ¿Por qué querría que hicieras esto?”.

Amber puso los ojos en blanco.

“De acuerdo”, contestó entre risas.

“Son solo algunos pasos, así que no me hará daño. De acuerdo, ve a prepararte”.

Luego, la bajó frente al lavabo y le dio su cepillo de dientes. Luego de volver a poner los ojos en blanco, Amber aceptó y comenzó a cepillarse los dientes, mientras Jared permanecía a su lado y hacia lo mismo.

Esa actividad era parte de su rutina diaria y, aunque no estaban acostumbrados a hacerlo en un principio, habían acordado hacerlo juntos.

Por supuesto, ese cambio solo lo experimentó Amber; alguien insensible como Jared nunca se desacostumbró a ello. Cuando terminaron, él la llevó de nuevo a la cama; esa vez, ella no le dijo que la bajara porque sabía que sería en vano.

Además, él no quería demostrar que le dificultaba alzarla, así ella permitió que lo hiciera.

En la cama, Jared la abrazó y agarró un libro.

Ella levantó una ceja al verlo.

“¿Qué estás leyendo?”.

“Cuentos de hadas”, contestó mientras le mostraba la portada del libro.

Ella se sorprendió y comenzó a reírse.

“Jared, ¿Por qué no sabía que te gusta leer ese tipo de libros?”.

La idea de que un hombre adulto disfrutara ese estilo de libros, que ni siquiera a los niños les gustaban, era muy graciosa y no podía evitar reírse.

“No me gustan a mí”, respondió.

“Lo estoy leyendo para nuestro bebé”.

“¿Qué? ¿Para nuestro hijo?”.

Se acarició el vientre; estaba confundida, pero Jared levantó la barbilla, inexpresivo.

“Así es; el libro decía que la educación prenatal del niño debe comenzar cuanto antes y que es muy importante. Podemos ponerle música y leerle historias de manera regular. Sé qué música es buena, pero no sé qué tipos de historias les gustan a los niños; así que le pregunté a mis subordinados y dijeron que los cuentos de hadas. Por eso, compre algunos libros para leerlos”.

“Ay, por favor. Aunque sea para educación prenatal, deberías esperar hasta que el bebé comience a moverse. Es demasiado temprano aún”.

Estaba exasperada, pero le causaba gracia, así que continuo: “Además, no entenderá, aunque lo leas. Por lo general, los niños más grandes son los que disfrutan esos cuentos. ¿Cómo vas a saber que al bebé le gustan?”.

“No lo sé; eso es lo que estoy intentando descubrir”, contestó mientras también le acariciaba el vientre.

“Además, nuestro bebé será en verdad un genio; sé que entenderá, aunque sea muy pequeño”.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar