Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1640

Capítulo 1640:

En ese momento, Jared al fin habló: “Abuela, me llamaste por el aniversario de la muerte de mi padre, ¿Verdad?”.

Una mirada de pena y desolación hizo que la sonrisa de Rosa desapareciera cuando escuchó las palabras “aniversario de muerte”; después de todo, Homero era su hijo.

Le había causado un gran dolor ver a su hijo morir antes que ella y el aniversario de su fallecimiento hacía que se sintiera como si le arrancaran el corazón. Aun así, debía enfrentar eso, dado que no podía olvidarse de él.

“Sí, el aniversario de muerte de tu padre es en tres días”, suspiró.

“Quería preguntarte qué planes tenías para este año”.

En lugar de responder su pregunta de inmediato, Jared dijo: “Abuela, ya se quién asesinó a mi padre”.

Rosa tomó el teléfono con más fuerza tras escucharlo, pero su expresión se mantuvo impasible. Era evidente que ya lo sabía desde hacía tiempo. Era entendible; a fin de cuentas, era madre, ¿Cómo no iba a investigar cómo había fallecido su hijo?

Quizás se había enterado hacía bastante quién era el asesino, pero jamás lo había revelado ni había tomado medidas. Después de no escuchar su respuesta durante bastante tiempo, Jared supuso lo que pensaba y le preguntó:

“Abuela, ya sabías esto, ¿No es así?”.

En el instante que lo dijo, Amber miró el teléfono, sorprendida. Jared le había dicho que debía contarle a Rosa al respecto.

El silencio se apoderó del lugar. Amber y Jared solo escuchaban el sonido de la respiración de Rosa a través del teléfono. De lo contrario, habrían cortado, dado que hubieran pensado que se había quedado dormida.

Justo cuando Jared estuvo a punto de repetir la pregunta, Rosa habló: “Así es. Me enteré hace cinco años”.

A Jared se le contrajeron las pupilas.

“¡Hace cinco años!”.

Homero había fallecido, hacía doce años y a él le llevo todos esos años encontrar al asesino, pero no se imaginaba que Rosa se hubiera enterado hacía cinco años.

“¿Por qué no me contaste?”, le preguntó, perplejo, mientras la nuez de Adán subía y bajaba.

¿Cómo podía Rosa no saber lo que Jared pensaba? Suspiró y dijo:

“Jared, ¿Crees que no quería contártelo? No, ese no fue el caso. Fue mi hijo quien falleció, así que estoy más angustiada que cualquiera y detesto a Connor más que nadie. Pero ¿Por qué me he estado conteniendo de decirlo todo este tiempo? ¡Lo hice por tu bien!”.

“¿Por mi bien?”.

Jared estaba estupefacto.

Amber lo miró, preocupada.

“Está bien. Escuchemos lo que la abuela tenga para decir”.

“Ajá”, murmuró el hombre.

Rosa suspiró.

“Jared, ahora que ya no estás hipnotizado, deberías saber lo irrazonable que fuiste durante los seis años que estuviste bajo hipnosis. Parecía que no tenías en cuenta las leyes y regulaciones durante ese tiempo; además, todo lo que hiciste fue la más despiadado posible, casi sin importarte las consecuencias. Eras un robot que no tenía moral ni respeto por la ley. ¿Como me atrevería a contarte esto cuando eras una persona así? Me preocupaba que actuaras de manera temeraria al tomar medidas en contra de la familia Salavera sin ninguna consideración por los cientos de miles de empleados del Grupo Farrell y Grupo Salavera. Si hubieras hecho eso, no solo habrías arruinado los logros que tu abuelo obtuvo para proteger a la familia, sino que también habrías arruinado las familias de cientos de miles de empleados al hacerles perder sus empleos. Además, incluso tú habrías pagado el precio de lo que hubieras hecho yendo a prisión. ¿Lo entiendes?”.

En el instante que dijo eso, Jared abrió la boca para hablar, pero no encontró las palabras para responder.

De hecho, si se hubiera enterado de cómo murió Homero cuando seguía hipnotizado, sin duda, habría desatado una guerra económica contra Connor para vengar la muerte de su padre sin vacilar.

Con respecto a cuántas personas resultarían heridas o serían desplazadas debido a la guerra económica, no sería de su incumbencia. Sin embargo, en ese momento, que había vuelto a la normalidad, no se atrevía a hacer algo como eso.

Amber también estuvo de acuerdo con lo que dijo Rosa.

“La abuela tiene razón. De hecho, eras capaz de hacer eso cuando te encontrabas bajo hipnosis. Como cuando cubriste a Tania y la ayudaste a escapar cuando nos divorciamos, a pesar de saber que había intentado asesinarme en repetidas ocasiones. En aquel entonces, despreciabas toda ley. Dado que eras una persona extremadamente peligrosa, la abuela hizo bien en no contarte esto; de lo contrario, hoy no estarías aquí, sino que estarías en prisión”.

“Amber tiene razón; por eso mismo no me atreví a contártelo”, explicó Rosa.

“Está bien; entiendo por qué lo hiciste, abuela”, respondió luego de fruncir los labios.

“Me alegro de que comprendas. Después de todo, asesinaron a mi hijo y quería venganza por sobre todo, pero no podía arrastrar a mi nieto a eso por el simple hecho de querer hacerlo. Por eso, elegí mantenerlo en secreto mientras pudiera y esperar a que te recuperaras; por fortuna, así fue”.

“Abuela, ¿Por qué no me dijiste luego de haberme recuperado? Tuve que descubrirlo yo”, preguntó.

“Porque sé que tu podías encontrar al asesino, así que no tenía necesidad de contártelo. Mira, acabas de recuperarte y ya lo descubriste; eso es en verdad grandioso. Por eso, elegí cuidarte en secreto; creo que debes vengar a tu padre”.

“Entiendo”, contestó mientras se masajeaba las sienes.

“Abuela ¿Cómo descubriste que Connor mató a mi padre?”.

Amber también quería escuchar la respuesta y a Rosa se le desfiguro el rostro.

“Aún no te lo he contado todo. De hecho, cuando tu padre se casó, Connor asistió a la boda y noté la manera maliciosa y asesina con la que observaba a tu padre. En ese momento, supe que debía vigilarlo y fui muy cautelosa con él; también le dije a tu padre que se cuidara. Él estuvo de acuerdo y comenzó a tener un guardaespaldas todo el tiempo. No obstante, diez años después, tu padre estaba sano y salvo mientras que Connor vivía tranquilo en Condado del Oeste y no regresó, así que comencé a pensar que ese hombre estaba muy molesto durante la boda, pero que no quería hacerle daño a tu padre. Entonces, bajamos la guardia”.

La anciana se restregaba las manos y estaba abrumada por la pena.

“No esperábamos que sucediera; subestimé la insistencia de ese maldito porque en cuanto nos descuidamos, aprovechó la oportunidad. Él es en verdad cruel; supo contenerse durante diez años sin hacer nada solo para asesinar a tu padre porque sabía que, luego de ese tiempo, él ya no era cuidadoso y Connor podía acabarlo en un solo intento. Cuando nos dijeron que a tu padre lo atacaron en el extranjero, supe de inmediato que había sido Connor, pero, como los registros no eran legibles, no pude encontrar pruebas de lo que hizo en los próximos años. Sin embargo…”.

Rosa suspiró.

“Si él pudo esperar diez años sin hacer nada para asesinar a tu padre, yo puedo hacerlo también. A mi edad, ya he aprendido a ser paciente y puedo buscarlo por mucho tiempo más. Creí que podía encontrar evidencia que demostrara que él era el culpable y, tal como esperaba, la investigación duró siete años. El espía que contraté se infiltró en la Residencia Salavera y, en un momento, escuchó a Connor murmurar con una fotografía de tu madre en la mano; le estaba contando cómo asesinó a Homero. Por desgracia, el espía solo escuchó de casualidad y no tenía nada para grabarlo; de lo contrario, tendríamos la evidencia concreta”.

‘¡Qué pena!’, pensó Amber.

Al escuchar a su abuela, Jared frunció el ceño.

“¿La persona que contrataste continúa en la Residencia Salavera?”.

“Claro; siempre está buscando”, explicó de manera apática.

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