Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1602

Capítulo 1602:

“Él se despidió de mí”, respondió luego de morderse el labio inferior.

Luego, le explicó todo lo que había ocurrido; al escucharla, él la consoló.

“Aunque los sueños no son reales, esta es una buena señal. Al menos tuviste la oportunidad de verlo. ¿Por qué no consideras este sueño como su despedida?”.

Ella no tenía más alternativa que asentir; después de todo, Jeremy se había ido y no había nada que pudiera hacer más que considerar ese sueño como una despedida.

Sabía que no había manera de que regresara y decidió aceptar la realidad.

En ese momento, observó el anillo que tenía en el dedo del medio; era un regalo de Jeremy y lo había usado desde que se divorció de Jared. Cuando ellos volvieron a estar juntos, a Jared le molestaba que lo usara y quería deshacerse de él, pero Amber siempre lograba detenerlo.

Adoraba ese anillo y no podía imaginar la idea de sacárselo porque era un regalo de su amigo; no obstante, en ese momento, no tuvo más alternativa que sacárselo.

Podía guardarlo en un lugar seguro y conservarlo como recuerdo del joven, pero no quería usarlo porque le preocupaba que se dañara por tenerlo puesto todo el tiempo. Si eso ocurría, no tendría nada para recordarlo.

Amber soltó a Jared y se quitó el anillo frente a él. Tenía tres anillos en total: uno era el que le obsequió Jeremy y estaba en el dedo del medio; los otros dos era los anillos de boda que le dio Jared.

Los había comprado hacía seis años atrás cuando se casaron, pero ella los subastó después.

Luego de pagar millones, él ganó la subasta y recuperó su primer anillo de bodas.

Cuando volvieron a estar juntos, él se lo devolvió y se lo colocó a Amber en el dedo del medio. El tercer anillo era el que Jared le pidió a Teo que comprara antes de Año Nuevo cuando volvieron a casarse. Ella lo usaba en el dedo anular izquierdo.

Ya que se había quitado el anillo que le regaló Jeremy, solo tenía dos anillos en la mano izquierda; Jared tenía los mismos y en los mismos dedos. A él le brillaron los ojos al verla sacárselo e intentó contener la sonrisa.

“¿Por qué te lo sacas?”, preguntó.

“Quiero guardarlo como recuerdo”, mientras lo envolvía en un pañuelo descartable.

“No quiero usarlo; así, podré buscarlo y recordar a Jeremy cuando lo extrañe. Sí lo uso todo el tiempo, podría dañarlo y eso sería malo”.

Jared asintió; ya no podía contener la emoción. De hecho, ese anillo representó una molestia para él durante años. Se suponía que esos eran objetos valiosos y que no podían regalarse a cualquier persona.

Jeremy se lo había obsequiado porque era evidente que la quería. Debido a la actitud obstinada de Amber, Jared solo podía ignorarlo porque no podía quitárselo a la fuerza y molestarla.

Aun así, para él, solo representaba una molestia hasta ese día. Al principio, él creyó que lo usaría siempre, pero la vida estaba llena de sorpresas; a fin de cuentas, ¡Ella se lo quitó!

Amber podía percibir la emoción del hombre, pero confirmó sus sospechas al levantar la mirada y ver la expresión de él.

“Cuidado; puedo notar tu felicidad”, dijo divertida.

“Como debe ser”, respondió sin intenciones de ocultar su felicidad; le admitió con gracia.

“Ningún hombre puede aceptar que su esposa le de tanta importancia a un anillo que le regaló otro hombre”.

“Ya que me lo quité, no estás molesto, ¿Verdad?”.

Amber lo fulminó con la mirada.

“¡No! Todo de maravilla”, contestó sonriendo de oreja a oreja.

‘¡Ja!’.

Pensó mientras se destapaba para levantarse. Luego, lo guardó en su bolso y pensó en comprar una caja para conservarlo camino a su trabajo. El último paso sería guardarlo en un lugar seguro.

En cuanto a Jared, se sentó en la cama porque ya no quería dormir. Se había recuperado bastante y ya podía moverse solo, sin ayuda constante.

Gracias a la fuerza que tenía en los brazos, podía sostenerse, aunque era agotador. Aun así, estaba feliz porque podía hacerlo él solo sin convertirse en una carga para Amber.

“Debes tener hambre”, comentó la mujer luego de guardar el anillo y regresar a la cama.

“Un poco”, contestó.

“Te llevaré al baño para que te asees y pediré el desayuno”.

Le acercó la silla de ruedas luego de que él asintió; él se levantó solo de la cama y se sentó.

Durante el proceso, no intentó ayudarlo porque sabía que él no accedería; esa era su actitud la mayor parte del tiempo. Él quería conservar su dignidad y no convertirse en un inútil. Ya que podía hacerlo él mismo, ella no insistió y le permitió que se moviera con libertad.

El desayuno llegó justo cuando terminaron de arreglarse. La comida era lo más insípida posible; era una situación desfavorable, pero mucho no podían comer. Por lo tanto, no tenían más alternativa que tolerar esos alimentos por el momento. Con el tiempo, podrían ingerir otra comida.

Luego de desayunar, Amber se despidió de él y se fue a trabajar. Durante el viaje, se detuvo en un centro comercial y compró una caja hermosa; luego, regresó al auto y sacó el anillo que había envuelto en el pañuelo descartable para guardarlo en la caja nueva.

Desde ese momento, solo lo sacaría cuando extrañara a Jeremy. No quería verlo en ningún otro momento porque se negaba a entristecerse cada vez que se acordara de que había muerto.

En un abrir y cerrar de ojos, transcurrió el mes completo. Jared había mejorado mucho y eso asombró a Amber, que estaba más que feliz por ello. Él ya no debía permanecer en el hospital durante el día y le permitieron regresar al Grupo Farrell.

Aunque tenía que estar durante la noche en el hospital, podía irse en la mañana para atender sus asuntos. Además, ya no necesitaba la silla de ruedas para trasladarse y podía caminar.

Mientras no intentara saltar o correr, no había riesgo de que su corazón se moviera del lugar. Al menos por fuera, parecía un hombre normal casi recuperado por completo.

Por otro lado, Amber no estaba tan bien. Ella no estaba en óptimas condiciones para tener un hijo en ese momento, pero no podía hacer nada. No tenía más alternativa que ser fuerte y criar a su bebé de la manera más sana posible.

A pesar de que ese hijo era el fruto del amor de Amber y Jared, debía continuar con el embarazo porque ya no podía ab%rtar.

Si lo hacía, podía quedar estéril. Como consecuencia, tenía un embarazo mucho más riesgoso que otras mujeres porque se quedó embarazada sin estar totalmente recuperada. Por ese motivo, iba a sufrir más.

Por ejemplo, ella aún no tenía ocho semanas de embarazo, pero ya sufría náuseas por la mañana. Tenía el rostro pálido por vomitar cada día y le dolía mucho el cuerpo.

La mayoría de las mujeres embarazadas comenzaban a tener esos malestares a partir de las ocho semanas en adelante; además, Amber debía tomar varios medicamentos y colocarse inyecciones para asegurar la continuidad del embarazo.

En aquel momento, se aterró al ver las agujas, pero a pesar de su preocupación, fue valiente; de lo contrario, había una alta probabilidad de perder al bebé. Como consecuencia de todo eso, Amber había perdido bastante peso en el último mes y estaba muy pálida, lo que a Jared lo angustiaba.

Ese día, tenían una cita con el obstetra de nuevo. Jared y Timoteo esperaron afuera de la habitación donde estaban revisando a la mujer.

Mientras esperaban, el hombre tenía el ceño fruncido y apretaba los puños; no le habían permitido ingresar con ella y quería irrumpir por lo preocupado que estaba.

Solo podía pensar en la tez pálida y en el rostro demacrado de Amber. En ese momento, Timoteo notó la expresión de él y se sacó los anteojos.

“Pareces preocupado, pero ¿En qué pensabas en aquel entonces?”.

“¿A qué te refieres?”, preguntó Jared luego de voltearse para mirar al doctor.

“Me refiero a que tú la embarazaste. No estarías preocupado si hubieras usado protección”, contestó con ambas manos en los bolsillos.

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