Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1569

Capítulo 1569:

Mientras estaba afuera y oía el ruido del agua al salpicar, sacó su teléfono y le envió un mensaje a Cole: [¿Cuándo estás libre, Cole? Me gustaría hablar de Daniela. ¿Podemos hacerlo?].

Después de enviar el mensaje, se quedó mirando fijo el teléfono, preocupada por si se perdía la respuesta de Cole; sin embargo, incluso hasta después de que cesó el sonido del agua en el baño, no había recibido respuesta.

‘Tal vez Cole esté atareado por el trabajo y no haya visto mi mensaje’; pensó Amber con incertidumbre, y entonces oyó el picaporte detrás de ella.

Guardó de inmediato su teléfono y miró al hombre.

“¿Terminaste?”.

Cuando vio que Jared salía del baño con el cabello húmedo, frunció el ceño, disgustada.

“Ya te he dicho que deberías secarte el cabello antes de salir del baño; mira lo mojado que lo tienes. ¿No te preocupa que se te moje la ropa? Si eso ocurre, tendrás que volver a cambiarte”.

“Lo siento; me olvidé”, respondió mientras esbozaba una sonrisa.

“Siempre te olvidas. ¿Cuántas veces te lo he dicho ya?”.

Amber puso los ojos en blanco, tomó una toalla y le secó el cabello. Cuando terminó, agarró el secador para terminar de secarlo.

“Muy bien, es hora de ir a la cama. Yo te ayudo”.

Bajó la cama y ayudó al hombre a subirse. A continuación, la ajustó a una altura adecuada y lo tapó con el edredón. Para su sorpresa, el hombre lo levantó al instante siguiente.

Amber se sobresaltó al mirarlo: al darse cuenta de que el hombre no pretendía molestarla, no se enfadó con él. Entonces, volvió a colocar el edredón sobre él, pero, para su disgusto, al momento siguiente el hombre volvió a levantarlo. Sin duda alguna sabía que lo estaba haciendo a propósito.

Furiosa, puso las manos en las caderas y lo miró.

“¿Qué haces, Jared? ¿Por qué sigues destapándote? ¿Intentas molestarme?”.

“No, no lo hago”.

Jared negó con la cabeza.

“Ah, ¿Sí?”, dijo en tono de burla.

“Entonces, ¿Por qué lo haces?”.

“Solo quiero que duermas conmigo”.

Jared la miró y palmeó el lugar a su lado.

“¿Eso es todo?”.

“Sí”.

“Pensé que de repente querías hacerme una broma”, contestó entre lágrimas y risas.

Después de todo, el hombre ya le había hecho eso antes.

“No voy a hacerlo. Ven aquí”, comentó luego de frotarse la nariz; volvió a tocar el lugar a su lado y la miró expectante.

Sin embargo, Amber negó con la cabeza.

“No. Será mejor que duerma en la sala de estar. Si duermo a tu lado, podría tocarte sin querer la herida por la noche”.

Por lo tanto, dormir separados era una mejor idea y la solución para ambos; no obstante, el hombre insistió en que debían hacerlo juntos, pues no quería separarse de ella. De hecho, hacía demasiado tiempo que no dormía con Amber ni la abrazaba y deseaba besarla.

Y lo más importante, quería acostarse con ella. Dicho eso, no podían hacer el amor en ese momento; a pesar de todo, todavía quería besarla y abrazarla. Al menos, tenía que satisfacer parte de su deseo.

Cuando Amber vio cómo el hombre la deseaba, se conmovió; no tenía valor para rechazarlo. Si lo hacía, le preocupaba que el hombre comenzara a llorar.

“¿No te preocupa que pueda tocarte accidentalmente la herida por la noche?”.

Al darse cuenta de que había cambiado de opinión, el hombre negó con la cabeza mientras le brillaban los ojos.

“En absoluto. Además, sueles estar tranquila y quieta mientras duermes”.

Al oír eso, Amber accedió a su petición.

“De acuerdo. Dormiré contigo esta noche; sin embargo, si accidentalmente toco tu herida, tienes que despertarme. No debes soportar el dolor, ¿Entendido? Si no, no volveré a acostarme contigo”, explicó al mismo tiempo que lo señaló seria.

“Claro, no me callaré. No te preocupes”, asintió de inmediato al ver que hablaba en serio.

“Muy bien. Descansa un poco. Me lavaré y vendré a acostarme más tarde”.

Amber volvió a taparlo. Esa vez, Jared no apartó el edredón. Con tranquilidad, Amber se dirigió al baño y se lavó. Después, decidió lavar la ropa que Jared y ella se habían quitado. Luego de dos horas, aún no había terminado.

Jared estuvo ansioso durante ese tiempo, ya que no paraba de estirar el cuello para mirar en dirección al baño, esperando a que ella volviera y se acostara con él. Sin embargo, después de esperar un buen rato, la mujer seguía sin aparecer.

Cuando por fin salió, volvió a entrar en él. Al verla entrar y salir del baño repetidamente, se decepcionó; su estado de ánimo era tan cambiante que parecía estar en una montaña rusa. Cuando por fin vio a la mujer que se acercaba a él, el sentimiento de decepción se disipó y sonrió.

“Por fin has vuelto. ¿Por qué has tardado tanto?”.

Amber se sentó junto a la cama y sacó su neceser para aplicarse algunos productos de cuidado de la piel en el rostro, que era su rutina antes de acostarse.

“Bueno, una mujer suele tardar mucho en asearse. ¿Por qué aún no te has dormido? ¿He hecho demasiado ruido?”.

“No, es que aún no quería dormir”.

Jared no apartó la mirada de ella.

“Quería esperar a que regresaras, pero no sabía que tardarías tanto”.

“¿Eres imbécil o qué?”.

A Amber le causó gracia.

“Podrías haber dormido un poco por tu cuenta. No tenías que esperarme”.

“Quería esperarte y abrazarte; si no, no podría dormirme”, replicó Jared.

Amber se conmovió; repasó su rutina de cuidado de la piel y guardó de nuevo los productos. Luego, se acostó junto al hombre.

‘Olvídalo. Ya que lleva tanto tiempo esperándome, me saltaré mi rutina habitual para la piel y le haré compañía’.

Los ojos de Jared se iluminaron cuando vio a la mujer acostarse. Entonces, extendió el brazo y la acercó a él. Amber no se opuso y se acercó más para que no se esforzara y le doliera la herida. Pronto, Jared la abrazó con fuerza y apretó la cabeza contra su cuello. Mientras olía su fragancia corporal, continuó repitiendo el apodo de Hojita.

Sabía lo que el hombre tramaba y le dio unas palmadas en el hombro.

“Ni siquiera lo pienses. Solo puedes abrazarme, nada más, así que será mejor que descanses. No pensarás en eso cuando estés dormido”.

Amber apenas pudo contener la risa. No podía evitarlo; era en verdad divertido ver a aquel hombre tan lamentable, pero no podía hacer nada. No quería reírse; pero no pudo evitarlo. Al oír la risa de la mujer, Jared la miró inexpresivo. A pesar de eso, era evidente que estaba molesto.

“Está bien, deja de pensar en eso”, dijo mientras le acariciaba la cabeza.

“Ahora vamos a dormir. Te compensaré cuando te recuperes”.

Jared pareció eufórico un instante, pero pronto se angustió.

“Eso llevará mucho tiempo”.

“No podemos hacer nada; hay que esperar. No te preocupes, el tiempo pasa muy rápido. En cualquier momento es Navidad y dentro de dos días será Nochebuena. ¿Has pensado en cómo te gustaría celebrarlo?”, preguntó.

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