Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1567

Capítulo 1567:

Jared se frotó el entrecejo, luego, sacó su teléfono y realizó una llamada, la cual terminó dos minutos después. Luego de dejar el teléfono miró la pantalla y frunció los labios.

En la tarde, los doctores fueron juntos y persuadieron a Julia para que se llevara a Tadeo del hospital. A pesar de que la mujer se mostraba reacia, no podía lidiar con tantas personas. Al final, solo le quedó irse del hospital con Tadeo y llevarlo a casa llorando.

Cuando Rita vio que habían llevado a Tadeo a casa, se quedó en blanco, dado que no podía creer que Jared fuera tan despiadado.

‘A pesar de que mi padre tiene algunos rencores contra la Familia Reyes, es el padre biológico de Amber y su futuro suegro. Incluso si Jared no está dispuesto a salvarlo, no debió haberlo obligado a dejar el hospital. Es igual a asesinarlo. Es bastante cruel de su parte’.

Mientras Rita escuchaba el llanto abatido de Julia que provenía de la sala, apretó los puños. En ese momento, decidió que tenía que escapar de ese lugar y buscar a Amber, incluso si eso significaba sacrificar su vida.

‘A pesar de que ellos solo me han demostrado amor paternal porque soy “Rita”, son buenas personas y padres maravillosos. En los últimos meses, en verdad he sentido el amor que me han dado. Por lo tanto, quiero hacer algo por ellos. Sin embargo, ¿Cómo salgo de este lugar?’.

Se sentía perdida mientras miraba la espaciosa residencia.

Mientras tanto, Amber se había marchado de la Torre Paradigma y conducía hacia el hospital. Había un Mercedes Clase G que la seguía, en el que iban los guardaespaldas que Jared le había asignado a ella.

En el instante que Amber ingresó a la habitación de Jared, le preguntó: “¿Cómo te sientes hoy?”.

“Nada mal”.

Ante su llegada, él sonrió y estaba listo para sentarse.

Al verlo, Amber se apresuró a acercarse y detenerlo.

“No te muevas. Te ayudaré”.

Cuando Jared vio su expresión nerviosa, decidió dejar de moverse, puesto que no quería que ella se preocupara. Luego, Amber giró la manivela y levanto la parte superior de la cama para permitir que el hombre se sentara.

“Listo”.

Amber juntó las palmas y le enseñó el termo que había llevado.

“Escuché que el caldo de huesos con azúcar morena es bueno para los pacientes con problemas cardíacos, así que le pedí a alguien que me comprara los ingredientes y hoy te prepare el caldo en la oficina. Me encontré con Timoteo más temprano y le pregunté al respecto, te autorizó para que lo bebieras. ¿Por qué no lo pruebas?”.

Sirvió el caldo en un cuenco.

A Jared se le crisparon los párpados al ver el caldo oscuro. Con tan solo mirarlo, supo que sabía terrible y empalagoso. Sin embargo, cuando se encontró con la mirada expectante de Amber, no se atrevió a rechazarla.

Por consiguiente, tomó caldo con la cuchara y lo probó. En un instante, tenía la boca colmada de un sabor abrumadoramente dulce, lo que hizo que cerrara los ojos.

“¿Qué opinas?”, preguntó Amber.

Jared abrió los ojos y fingió una sonrisa.

“No está mal”.

Si hubiera podido, le habría dicho que tenía un sabor terrible; era demasiado dulce. Él ni siquiera era goloso, aunque un sabor levemente dulce le parecía bien. No obstante, la dulzura de ese caldo era más de lo que podía tolerar.

Asimismo, Amber había preparado ella misma ese caldo y estaba colmado de amor. Por lo tanto, a pesar de que no le agradaba el sabor, no le diría la verdad; de lo contrario, sería un desagradecido.

Al escuchar su cumplido, Amber se quedó tranquila y sonrió.

“Excelente. Termínatelo, aquí hay más”.

Señaló el termo.

Jared se cubrió el rostro con una mano para ocultar su reticencia y refunfuñó.

Amber no se percató de su expresión mientras se levantaba de la silla.

“Por cierto, iré a ver un optometrista; necesito gotas para los ojos, ya que los siento demasiado secos. Quizás he estado utilizando lentes de contacto durante bastante tiempo. Enseguida regreso”.

“Seguro”.

Jared agitó la mano.

En el pasado, le habría dicho que le podían pedir a alguien que le enviara gotas para los ojos, pero, en ese momento, él quería que se fuera lo antes posible.

“Ahora voy, entonces”.

Amber aún no se había dado cuenta de la anomalía del hombre mientras agitaba la mano y salía de la habitación.

Después de que se marchó, Jared dejó el cuenco y bebió un vaso de agua. Cuando terminó, el sabor dulce al fin disminuyó e hizo que se sintiera mucho mejor. Acto seguido, dejó el vaso sobre la mesa y miró el caldo que quedaba.

Entre risas y lágrimas, negó con la cabeza; se preguntaba de dónde había sacado la idea Amber de prepararle ese caldo. Luego de masajearse las sienes, tomó el caldo y siguió bebiéndolo. Tuvo que beber algo de agua cada vez que tomaba una cucharada de caldo. Sin embargo, Amber lo había preparado con amor, así que no podía desperdiciarlo.

‘Solo beberé más agua para pasar el sabor’.

Cuando la mujer regresó con las gotas para los ojos, Jared había terminado el cuenco de caldo, así que ella lo recogió y le preguntó sonriendo: “¿Quieres más?”.

Un brillo destelló en los ojos de Jared mientras negaba con la cabeza.

“No”.

Ya había sufrido lo suficiente antes.

Si tuviera que beber otro cuenco de caldo, era probable que vomitara.

“Muy bien, entonces. Recalentaré el caldo que quedó para mañana a la noche”.

Cuando Amber terminó de hablar, tomó el cuenco y lo lavó.

Jared se llevó la palma de la mano contra la frente mientras se sentía miserable y feliz. Estaba feliz porque la mujer que amaba estaba allí para hacerle compañía y cuidarlo. Por otro lado, se sentía miserable porque el amor de su pareja, a veces, podía ser agobiante.

“Olvídalo. Lo soportaré y terminaré el resto. Después de eso, le daré algunas pistas y le diré que no vuelva a prepararlo. Esta vez, solo cerraré los ojos y me tragaré el caldo que queda”.

Mientras se encontraba sumido en sus pensamientos, escuchó un teléfono que sonaba, así que giró la cabeza y se dio cuenta de que era el de Amber.

Miró en dirección de la cocina y exclamo: “¡Tienes una llamada, Hojita!”.

“Responde por mí”.

Puesto que Amber estaba ocupada lavando el cuenco, le pidió al hombre que atendiera la llamada por ella.

Jared sonrió cuando se dio cuenta de que ella confiaba en él; no cabía ninguna duda de que estaba encantado. Eso demostraba que lo consideraba una persona confiable y que no tenía nada que ocultar en su teléfono.

Por supuesto que en el teléfono de Jared tampoco había nada que no pudiera enseñarle a ella. Él tomó el dispositivo y le dio un vistazo. Cuando vio el nombre de la persona en la pantalla, entrecerró los ojos.

‘¡Es Jeremy!’.

Se vio descontento al instante.

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