Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1564
Capítulo 1564:
Tras un momento de silencio, él contestó: “No muy bien”.
Amber dejó el vaso deprisa y le pregunto inquieta: “¿A qué te refieres? ¿Qué sucedió? ¿Sientes alguna molestia en tu corazón?”.
Como la oyó preocupada, él se sintió culpable, entonces tosió con suavidad y dijo: “No”.
“¿Qué ocurre, entonces?”.
Frunció el ceño.
“Tienes que decirme por qué no te sientes bien; no me hagas preocupar”.
Estaba lista para dirigirse al hospital.
Jared entreabrió los labios y respondió: “No me siento mal, solo que me siento fatal cada vez que no estás a mi lado”.
En ese instante, Amber se quedó en silencio.
Al ver que ella no decía nada, a Jared se le aceleró el corazón.
“¿Estás enfadada, Hojita?”, preguntó con cautela.
La joven hizo una mueca poco agradable.
“Sabes que estoy molesta, ¿Eh? Sabes que me fastidia cuando me tienes en vilo”.
Él se frotó la nariz y se quedó callado al darse cuenta de que se había equivocado.
Amber suspiró con impotencia y agregó: “Jared, deberías sentirte afortunado de que estás enfermo, solo por eso puedo tolerar tus bromas. De lo contrario, te habría ignorado. Deja de asustarme, ¿Quieres? Me preocupaba que algo anduviera mal con tu salud de nuevo, pero luego me dijiste esa tontería”.
Estaba tan preocupada hacía un momento que se asustó enormemente. Para su disgusto, el hombre le había hecho una broma; por lo tanto, era lógico que se hubiera enfadado.
“Perdóname. Por favor, no te enojes conmigo”, se disculpó una vez más.
“De acuerdo. Voy a colgar ahora, ya que todavía tengo trabajo que hacer. Esta noche te daré una lección”, resopló la joven.
Luego, ignorando lo que el hombre pudiera pensar, terminó la llamada. Mientras miraba la pantalla, Jared se quedó pasmado. No esperaba que colgara el teléfono de esa forma. Teo, que estaba organizando algunos archivos para su jefe, se alegró al ver eso.
‘Si yo fuera la Señorita Reyes, también me habría enfadado por el comportamiento del Presidente Farrell. Todos estamos preocupados por su salud, pero nos asusta de vez en cuando. ¡Que molesto!’.
“Presidente Farrell, he preparado todos esos archivos. Los llevaré de vuelta a la compañía ahora”.
Se levantó.
Jared dejó el teléfono y refunfuñó. Luego, el asistente tomó los documentos y se marchó. Después de eso, Timoteo se acercó y lo examinó. Entretanto estaba sentado en la cama, el paciente frunció el ceño, disgustado.
Tras mirar al médico, que estaba escuchando sus latidos con un estetoscopio, le preguntó impaciente: “¿Cuándo me darán el alta?”.
Timoteo lo miró y guardó su estetoscopio.
“Sé paciente. Pasará otro mes como mínimo”.
“¡¿Otro mes?!”.
Jared abrió los ojos de par en par con incredulidad, entre tanto su expresión se ensombreció. Era evidente que estaba disgustado por todo el tiempo que tenía que permanecer en el hospital.
El Doctor Laguna revisó su historia clínica y dijo: “Por supuesto. ¿Crees que es una pequeña cirugía y que podemos darte el alta cuando hemos estimado que te llevará un mes recuperarte por tu estado físico en este momento? Para ser honesto, si hubieras estado más débil, te habría llevado dos o tres meses poder volver a casa. Solo quédate aquí”.
Jared apretó los labios en una fina línea.
Mientras actualizaba la historia clínica, Timoteo señaló: “No muestres esa mirada de disgusto. No es que yo sea el que te causó tu enfermedad cardiaca”.
El Señor Farrell se quedó sin palabras.
“Bueno, terminé de examinarte. Estás bien, solo descansa un poco”.
Guardó su bolígrafo y estaba listo para marcharse.
“Espera un momento”, exclamó Jared.
Timoteo se detuvo de repente.
“¿Qué sucede?”.
“¿Tadeo todavía está en el hospital?”, preguntó con los ojos entrecerrados.
“Su esposa aún no se ha dado por vencida y se niega a que le den el alta. Hemos hecho todo lo posible para convencerla, pero insiste en que mientras su esposo esté vivo, habrá esperanza. Les ha pedido a todos los médicos de aquí que lo salven”.
“Eso es ingenuo de su parte”.
Jared hizo una mueca de desdén.
Timoteo se acomodó los anteojos.
“Son tus suegros, después de todo. Es inapropiado que…”.
Jared lo fulminó con la mirada; el Doctor Laguna, por su parte, se encogió de hombros.
“Bueno, olvida lo que dije. ¿Por qué lo preguntas?”.
“Quiero que los convenzas para que se vayan del hospital hoy. No quiero que Hojita los vea de nuevo”, indicó Jared, mostrándose impasible.
Mientras Tadeo y su esposa siguieran allí, la situación podría volverse peligrosa: Por ello, Jared tenía que echarlos de ahí lo antes posible. Timoteo se acomodó los anteojos de nuevo.
“De acuerdo. Haré todo lo posible, ¿Algo más?”.
Jared negó con la cabeza en respuesta.
Luego, el Doctor Laguna se dirigió hacia la habitación de Tadeo de inmediato. En ese momento, el hombre se encontraba acostado en la cama; estaba tan delgado que daba impresión verlo. Su deterioro era tan significativo que se le veían los huesos, lo que resultaba escalofriante.
Julia estaba sentada junto a él, entre tanto sollozaba y le pasaba un paño por el cuerpo. Al mismo tiempo, seguía diciendo que sobreviviría; aunque sus palabras eran conmovedoras, la realidad era cruel.
Los médicos no podían garantizar que Tadeo viviera, así que…
¿Cómo alguien como ella, que no tenía formación médica, podría sostener tal afirmación? De pie afuera de la habitación, Timoteo tocó la puerta.
“Señora García”.
Al escuchar su voz, Julia se levantó rápido y dijo: “Al fin llegó, Doctor Laguna. ¿Vino a salvar a Tadeo?”.
Juntó las manos y la miró expectante.
Timoteo se apoyó contra el marco de la puerta y contestó:
“Señora García, no sé por qué piensa que mi presencia aquí significa que hay esperanza para su esposo. Todos Los médicos ya le han dicho que es imposible que el Señor García se recupere, así que no tiene sentido salvarlo. Aunque haya un riñón compatible, no podrá sobrevivir la cirugía. Por lo tanto, espero que despierte de la realidad. En lugar de dejar que el Señor García se quede en el hospital y viva un tormento, debería llevarlo a la casa y permitir que sea feliz el resto de sus días”.
Julia se alteró y comenzó a llorar en el instante en que dijo eso.
“¡Deje de decir tonterías! ¿Qué quiere decir con que nunca se recuperará? Usted es médico, así que ¿Cómo puede decir algo así? ¿No se supone que nunca hay que abandonar a un paciente hasta sus últimos momentos? Como familiares, no nos hemos dado por vencidos, entonces ¿Cómo un profesional como usted puede dejar de intentar salvarlo?”, bramó la mujer.
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