Enamorado de mi ex esposa -
Capítulo 1187
Capítulo 1187:
En ese momento, el hombre, a quien no le agradaba Amber, se sintió aún más descontento con ella; pensaba que lo estaba demorando a propósito y que quería hacerlo esperar. A fin de cuentas, era la única persona que se atrevía a hacerle eso, por lo que supuso que debía ser porque ella pensaba que Jared le cubría las espaldas.
¡Qué engreída es esta mujer! ¿Por qué eres tan arrogante, Amber? No estás a la altura de Norah, ¿Qué te hace pensar que eres la pareja perfecta para Jared?
Cuando Germán se cansó de esperar y estaba a punto de irrumpir en el edificio, la recepcionista colgó de repente el teléfono tras hablarle a Amber por lo bajo y dirigió su atención al hombre.
“Lamento haberlo hecho esperar, Señor Jones. La Presidenta Reed ha accedido a verlo ahora. Por favor, acompáñeme”. Luego extendió el brazo y les indicó el camino a los hombres.
Germán se animó un poco al oirla, pero continuó siendo arrogante e insolente. Al mismo tiempo, agitó la mano y resopló: “Por fin, hizo lo que tenía que hacer”.
Cuando la recepcionista lo escuchó, puso los ojos en blanco disimuladamente en señal de desdén.
¿Qué demonios le ocurre? Está en territorio ajeno y, sin embargo, no controla su arrogancia en absoluto. ¡Supongo que no debería sorprenderme ver a un hombre como él con una hija desvergonzada que solo quiere ser una amante! No es de extrañar que la gente diga que, de tal palo, tal astilla.
La mujer solo sentía desprecio hacia Germán, pero debido a su condición de empleada común que trabajaba en la recepción, no se atrevió a expresar sus sentimientos mientras seguía guiándolos hacia el ascensor. No obstante, esperaba que Amber les diera una lección más tarde.
Mientras tanto, Germán, que iba detrás, seguía mirando el edificio. A! notar el antiguo diseño interior, ni siquiera se molestó en ocultar su mirada despectiva. De hecho, incluso pasó los dedos por el ascensor para degradar la compañía de Amber, aunque apenas había polvo.
Luego, se sopló las manos y las sacudió como si estuviera tratando de quitarse la suciedad; al mismo tiempo, continuó burlándose del lugar y preguntó: “¿Qué hay con este diseño? No puedo creer que Compañía Goldstone sea tan anticuada”.
Mientras tanto, la recepcionista se sintió aún más disgustada al ver lo que hizo Germán; después de todo, trabajaba en la recepción y se había cruzado con innumerables personas día tras día.
Por lo tanto, consideraba que era muy hábil para darse cuenta del carácter de una persona y fue capaz de notar la mala intención de Germán a través de sus gestos.
¡Qué desagradable! Este hombre solo está tratando de hacer que este lugar se vea mal.
Como empleada, tuvo que admitir que la Compañía Goldstone no estaba en su mejor estado financiero en ese momento. Sin embargo, estaba agradecida de que esta nunca se había olvidado de los beneficios que les correspondían a todos.
Al mismo tiempo, nunca le preocupó la reputación de Goldstone y su propio futuro, ya que tenía en cuenta la relación entre Amber y Jared.
Debido a ello, todos los empleados tenian un fuerte sentido de pertenencia a la compañía. Por lo tanto, la recepcionista no podía soportar cuando escuchaba que alguien degradaba su lugar de trabajo, pero a pesar de su disgusto, no iba a expresarlo de todos modos porque era una simple empleada que trabajaba en la recepción.
Además de fruncir el ceño y reaccionar con una actitud indiferente, no había mucho que pudiera hacer. No obstante, en el fondo estaba decidida a contarle a Amber lo que había visto; pensó que su jefa estaba en mejor posición que ella para refutar a Germán.
Bueno, aunque la Presidenta Reed no pueda actuar, seguro el Señor Farrell podrá encargarse de este hombre. Al pensar en eso, se limitó mantener la mirada hacia la puerta del ascensor sin molestarse siquiera en mirar a Germán.
“La Compañía Goldstone se construyó hace más de veinte años, así que no es de extrañar que el diseño interior se parezca al de una escuela antigua. Aunque apenas se puede comparar con la tendencia de ahora, el diseño era uno de los más populares en aquel entonces” contestó despreocupada mientras seguia sonriendo.
“No me extraña”. Germán sonrió con indiferencia.
“Puede que tengas razón, pero después de más de dos décadas, ¿No crees que es hora de que tu compañía cambie de imagen? Al fin y al cabo, la apariencia de este lugar es el factor más evidente que influye en la opinión que la gente tiene de aquí. Si sus directivos no hacen nada para cambiarla, a los demás solo les parecerá que no ha progresado en absoluto y que no hay nada que valga la pena”. El hombre insinuó que la Compañía Goldstone era como una propiedad anticuada, destinada a quedar en el olvido.
La recepcionista apretó los puños y fingió una sonrisa.
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