Enamorado de mi ex esposa
Capítulo 1188

Capítulo 1188:

“Lamento discrepar, Señor Jones. La razón por la que el diseño interior del edificio sigue siendo el mismo no es porque no podamos permitirnos cambiar, sino porque nuestros directivos añoran los tiempos del pasado. Además, con la relación entre la Compañía Goldstone y el Grupo Farrell, estoy segura de que es solo cuestión de tiempo de que se encarguen de esto y puedan cambiarlo.

De hecho, aunque no hagamos ninguna remodelación, estoy segura de que quien trabaje con nuestra compañía nos respetará debido a la alianza que tenemos con el Grupo Farrell. En definitiva, nadie nos faltará el respeto solo por nuestro anticuado diseño de interior, por lo que no creo que sea tan importante cambiarlo. Además, el Grupo Farrell apoya a esta compañía, al igual que la Presidenta Reed está respaldada por el Señor Farrell.

Por otro lado, Germán pudo darse cuenta de lo que la recepcionista estaba insinuando.

Sabía que estaba tratando de señalar el hecho de que la Familia Jones se había puesto en contra de Jared. lo que hizo aún más difícil que se equiparara con la Familia Farrell de nuevo.

En ese instante, Germán se sintió abrumado por la ira, pero no podía hacerle nada a esa mujer; después de todo, no quería sentirse avergonzado si se corría la voz que él, presidente de una compañía, se enemistaba con una recepcionista cualquiera.

A pesar de su frustración y enfado por la respuesta de ella, solo podía tolerarlo. Debido a eso, el ascensor quedó en silencio mientras Germán fijaba su mirada distante en ella. En el fondo, estaba molesto porque no pudo al final degradar a Goldstone, pero lo que lo irritaba aún más era que su intento de insultar a la compañía lo colocaba irónicamente en una posición vergonzosa.

Pronto, el ascensor llegó y la puerta se abrió, entonces la recepcionista salió, suspiró aliviada e hizo como si nada hubiera sucedido.

Al mismo tiempo, extendió el brazo e invitó a Germán y a su asistente de manera cordial a salir, “Por aquí, Señor Jones. Ya casi llegamos a la oficina de la Presidenta Reed”.

Él la miró y gruñó apático, mientras se arreglaba el cuello de la camisa y a la vez salia con su asistente que lo seguía de cerca.

“Ya hemos llegado” le dijo, tras lo cual tocó la puerta.

Pronto se oyó la voz de Amber desde el interior.

“Pasen”.

La recepcionista no tardó en abrir.

“Presidenta Reed, el Señor Jones está aquí”.

Amber dejó entonces el bolígrafo y levantó la vista, fijando los ojos en ella mientras asentía.

“Déjalos entrar y por favor prepáranos té”.

“De acuerdo” respondió, mostrándoles el camino antes de irse.

Un momento después, Amber se levantó y se acercó al hombre.

“Señor Jones, bienvenido a la Compañía Goldstone. Por favor, tome asiento”.

Señaló el sofá no muy lejos de ella, indicándole que se sentara allí. Sin embargo, él tenía una expresión de disgusto al ver el anticuado sofá de madera.

Asi, se acercó directamente sin responderle y se sentó como si fuera el jefe, el dueño del lugar. Al ver eso, ella entrecerró los ojos con una mirada indiferente.

Justo cuando iba hablar, la recepcionista, que debía preparar té, se asomó desde la puerta y señalo: “Presidenta Reed, no encuentro las hojas de té, ¿Podría venir, por favor?” Se armó de valor y le hizo un gesto con la mano.

Amber elevó las cejas al escucharla.

¿Qué? ¿No puede encontrarlas? Eso es imposible, ya que siempre han estado en el mismo lugar del armario. Debe tener alguna razón por la que quiere hablar conmigo.

Estaba segura de que las hojas de té debían seguir en el mismo lugar, entonces enseguida se dio cuenta de la intención de la mujer que le hacía señas para que se acercara; por eso, asintió y dijo: “De acuerdo, iré a la despensa”.

Mientras tanto, la recepcionista suspiró aliviada al oir la respuesta; tras eso desapareció de la puerta.

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