Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1531
Capítulo 1531:
Al entrar en el valle, el suelo se agitó con la presencia de serpientes que se deslizaban. Aunque la visión podría haberla inquietado antes, Nicole mantuvo la compostura, abordando la situación con calma practicada.
Dispersó juiciosamente pequeñas cantidades de polvo de azufre, asegurándose de disuadir a las serpientes sin inmiscuirse excesivamente en su hábitat, reservando el resto para posibles emergencias.
Al caer el crepúsculo, Nicole esperó a que la oscuridad la cubriera para adentrarse en el valle. Ocultándose, observó en silencio cómo el anciano se ponía en pie y se dirigía a ella con una solemne orden: «Quédate aquí. Hay un asunto que debo atender».
«De acuerdo». Aunque Nicole desconocía las intenciones precisas del anciano, comprendía su profundo desprecio por las brujas y su inquebrantable determinación de erradicar su presencia.
Cualesquiera que fuesen las acciones que emprendiese el anciano, Nicole resolvió no husmear demasiado, confiando implícitamente en su juicio.
Mientras el hombre mayor preparaba meticulosamente sus herramientas, le dijo a Nicole con solemne urgencia: «Independientemente de que rescates a tu amiga, debes abandonar este lugar antes del amanecer, ¿entendido?».
Desconcertada por su directiva, Nicole lo miró con confusión, incitando al hombre mayor a aclarar la gravedad de la situación. «¿Te fijaste en el montón de bayas rojas cerca de las serpientes cuando entraste? Significa que esta noche se celebra un ritual. Al amanecer, todas las brujas y serpientes se dispersarán. Si te atrapan, escapar será inútil. ¿Entiendes?»
La confusión de Nicole se profundizó ante la revelación del inminente ritual. Emerie había hablado de utilizarla para tal ceremonia. Con ella libre de su cautiverio, ¿quién se convertiría en su peón de sacrificio?
Reconociendo el persistente desconcierto de Nicole, el hombre mayor reiteró sus instrucciones con firme insistencia. «Recuerda, vete antes del amanecer, ¿entendido?».
Para tranquilizarle, Nicole asintió con la cabeza. Sólo entonces se marchó.
Cuando la oscuridad envolvió el valle y el anciano no regresó, Nicole decidió actuar sola. Volviendo sobre sus pasos, Nicole siguió el camino familiar que conducía al lugar del ritual. Una sensación de inquietud la corroía.
Al llegar al lugar del ritual, Nicole se encontró con un espectáculo surrealista. Cientos de clanes de brujas se congregaban, ataviadas con voluminosas capas negras adornadas con ribetes carmesí. Sus rostros oscurecidos, ocultos bajo túnicas encapuchadas, los hacían enigmáticos e inescrutables.
En silencio reverente, la asamblea se arrodilló ante la figura que iba en cabeza. El jefe estaba resplandeciente con una vibrante túnica escarlata adornada con detalles dorados. En medio de los remolinos de humo, el jefe desprendía un aura de realeza y autoridad inviolable.
Unos cánticos desconocidos, pronunciados en una lengua ajena a los oídos de Nicole, resonaban inquietantemente por todo el valle. Desde el punto de vista en que se encontraba Nicole, la claridad la eludía.
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