Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1532
Capítulo 1532:
Decidida a desentrañar los misterios que encerraba el ritual, Nicole resolvió encontrar una forma de acercarse más, navegando por las sombras con silenciosa determinación.
Al oír la inconfundible voz de Emerie, que indicaba su proximidad a la primera fila, una oleada de determinación recorrió las venas de Nicole. Si Emerie estaba presente, Roscoe no podía estar lejos.
Observando cómo las brujas se levantaban y se acercaban al fuego para prepararse para el inminente ritual, Nicole formuló rápidamente un plan de acción.
Con una determinación inquebrantable, Nicole desenvainó su cuchillo y lo apretó contra la garganta de la última bruja de la fila. «Ni un sonido, o perderás la vida».
La bruja atacada, claramente un miembro subordinado, se paralizó de terror ante la repentina amenaza, reconociendo el grave peligro al que se enfrentaba. Era evidente que esta bruja carecía de la autoridad de Emerie.
Nicole no perdió el tiempo y asestó un rápido golpe en el cuello de la bruja, dejándola inconsciente. Aprovechando la oportunidad que le brindaba la distracción, arrastró a la bruja inconsciente hasta una alcoba apartada, apropiándose de la capa de la bruja para ocultar su identidad.
Fortuitamente, la oscuridad y la amplia capa hicieron a Nicole casi invisible mientras se mezclaba entre el grupo de brujas.
Pronto le llegó el turno de avanzar. Manteniendo la cabeza gacha, Nicole se dirigió con otras brujas hacia la hoguera, donde muchas se habían reunido para formar un gran círculo. El jefe entonó una frase, a la que las brujas hicieron eco.
Nicole sintetizó las palabras con los labios, mientras sus ojos se movían cautelosamente a su alrededor. Aprovechando un momento de distracción, echó un vistazo al escenario.
El jefe hablaba con fervor, y a su lado, en un altar en forma de media luna, había una figura atada en forma de cruz, con la cabeza caída, aparentemente sin vida.
A Nicole se le paró el corazón. Miró fijamente, con la boca abierta, a la figura del escenario. Era Roscoe, el hombre que la había ayudado a escapar.
¿Cómo había acabado siendo el sacrificio del ritual? Emerie había afirmado que no todo el mundo era apto para ser sacrificado. ¡Y Roscoe era un hombre! ¿Cómo podía cumplir los requisitos?
Confundida y aturdida, Nicole permaneció inmóvil, con los ojos clavados en Roscoe. Como si percibiera su mirada, Roscoe miró hacia ella.
Entre el mar de brujas vestidas de rojo, la quietud de Nicole llamó la atención.
Roscoe vio a Nicole enseguida. Entonces, una bruja que estaba detrás de Nicole chocó con ella y levantó la vista, notando que el rostro de Nicole no le resultaba familiar.
La bruja estaba a punto de abrir la boca para hablar, pero un fuerte estruendo procedente del altar la interrumpió. Roscoe se sacudió y derribó la cruz a la que estaba atado.
La asamblea se paralizó y su atención se centró en el escenario.
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