Capítulo 1245:

Alarmado por la palidez de Jarrod y el corte sangriento en la palma de la mano, Alec se apresuró a acercarse. «Señor Schultz, su mano. Deje que se la venda».

Abriendo rápidamente la puerta del coche, Alec sacó el botiquín.

Cuando Alec empezó a desenrollar la gasa, Jarrod se la arrebató y se la envolvió torpemente alrededor de la herida.

«Debería desinfectarla, señor Schultz», insistió Alec.

«Está bien», replicó Jarrod con frialdad. ¿Desinfectar? Hacía tiempo que era inmune a todos los venenos.

Alec notaba la tensión grabada en el rostro de Jarrod. Debía de haber tenido otro encuentro desagradable con Nicole. ¿Por qué no podía ser sensata y apreciar los esfuerzos de Jarrod?

Anoche, Jarrod había abandonado abruptamente una importante cena de empresa para ir al hospital tras una llamada, dejando a los demás ejecutivos en la estacada.

A pesar de que Alec se encargó de las secuelas, el director general extranjero seguía indignado, exigiendo: «¿Qué podía ser tan urgente para que tuviera que marcharse?».

Alec intentó arreglar las cosas, pero el director general se mantuvo inflexible, obligando a Jarrod a volver.

¿Quién podría haber predicho que la reacción de Jarrod sería tan indiferente? El trato se esfumó sin esfuerzo, como si fuera intrascendente.

Un contrato de mil millones de dólares que podría haber impulsado a la empresa a la cumbre, no se consiguió por la precipitada marcha de Jarrod a Nicole. Era exasperante, la irracionalidad del enamoramiento.

«¿Adónde vamos, señor Schultz?» inquirió por fin Alec, rompiendo el prolongado silencio.

«Al apartamento Oasis», respondió Jarrod.

Alec hizo una pausa, contemplando el destino familiar. Otra vez el Apartamento Oasis. Era el santuario de Jarrod, un lugar donde buscaba consuelo siempre que se presentaba la oportunidad.

Alec no pudo evitar sentir una punzada de simpatía por Jarrod. Desde que llegó aquella citación judicial, el comportamiento de Jarrod se había agriado, arrojando una sombra sobre toda la empresa.

El personal andaba de puntillas alrededor de Jarrod, temiendo su ira, sabiendo que un solo paso en falso podría dar lugar a un diluvio de trabajo extra. ¿Quién se atrevería a provocarle?

Alec supuso que Jarrod probablemente había albergado esperanzas de que la llamada de ayer allanara el camino de la reconciliación, explicando su urgente marcha. Sin embargo, el resultado seguía siendo decepcionante.

En ese momento, Alec comprendió la dura realidad de que cuando las mujeres dejaban de amar, podían ser implacablemente despiadadas.

En el apartamento Oasis, Jarrod se despidió de Alec, indicándole que no esperara, antes de subir solo los escalones.

Alec observó cómo la imponente figura se desvanecía en la noche, y una punzada de preocupación se apoderó de él, como cuando ve a un lobo alfa herido retirarse a la soledad para curar sus heridas.

La comparación inquietó a Alec. Después de todo, los lobos eran conocidos por su inquebrantable monogamia.

Cuando Jarrod empujó la fría puerta, se encontró con un silencio inquietante. El vacío se hizo eco de su soledad.

La mesa y el suelo inmaculados, relucientes por la reciente limpieza, no hacían sino acentuar la soledad de su presencia.

Se sirvió una copa y se la tragó de un trago antes de meterse en la ducha, con la esperanza de quitarse el cansancio que pesaba sobre sus hombros.

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Nota de Tac-K: Tengan una linda linda noche queridas personitas, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. (=◡=) /

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