Capítulo 1244:

Imperturbable, el rostro de Jarrod era una máscara de estratégica satisfacción.

«¿Recuerdas la última oportunidad que te ofrecí la última vez? Estás listo para darme tu respuesta ahora? Vas a retirar la demanda o vas a agotar esta última oportunidad?».

Jarrod estaba convencido de que Nicole, aislada y sin apoyo, acabaría capitulando. Sin Roscoe, ¿quién estaba ahí para ella? Criar a un hijo ella sola le parecía una idea absurda.

Apretando los puños, Nicole canalizó el dolor para sofocar su odio ardiente. «Olvídate de quitarme a Austin. No dejaré que se vuelva desalmado y frío como tú. No mereces ser padre».

La expresión de Jarrod se congeló. No había previsto su postura inquebrantable. Con brusquedad, agarró el cuello de Nicole. «¡Aunque no lo merezca, sigue siendo de mi sangre!».

«¡No tenía elección! ¿Crees que daría a luz voluntariamente a tu hijo si pudiera elegir? ¿Crees que Austin querría que fueras su padre si se le concediera la oportunidad?».

Las palabras de Nicole tocaron una fibra sensible en Jarrod. Inconscientemente, sintió que ella despreciaba al niño porque era suyo. ¿Quería un hijo con otra persona, como Roscoe? Por encima de su cadáver.

La furia se apoderó de Jarrod. Apretó los dientes. «¡Lo haría! Muchas mujeres en Ardlens quieren a mi hijo. Deberías sentirte afortunado. Si no, ¿creías que toleraría tu atrevimiento?».

Nicole rió amargamente, con lágrimas en los ojos. «Eres demasiado confiado, Jarrod».

Con sorna, continuó: «Sólo para dar a luz a tu hijo, tienen que soportar ser tu amante secreta, aceptar tus abusos, servirte como una criada y aguantar tus bofetadas… ¡Hmph!».

Con frialdad, añadió: «¡Ardlens no tiene muchas mujeres degradadas como ésa! No tenía elección. Encontrarte es mi peor suerte, mi karma. Si pudiera, ¡desearía que me ignoraras, para no tener que conocerte!».

La figura de Jarrod vaciló, retrocediendo un paso de repente.

En un instante, aplastó el vaso sin piedad en su mano, la sangre rezumando de su palma. Mañana parecía innecesario. El enfrentamiento era aquí y ahora.

Jarrod levantó la mano ensangrentada y la señaló acusadoramente. «Entonces, ¿esta es tu decisión? ¿No querer saber nada de mí?»

«Sí, es exactamente lo que deseo», afirmó Nicole sin rodeos.

Jarrod se quedó helado, como una estatua de hielo. «Bien, bien, bien».

Tras una larga pausa, Jarrod finalmente habló. «Accederé a tu petición, Nicole. Ven mañana al tribunal, y nuestros tratos carecerán de piedad. No volveré a ser blando contigo».

Decir esas palabras dolió profundamente a Jarrod. Era evidente para cualquiera que Nicole no quería tener nada que ver con él, pero él no podía comprenderlo.

En repetidas ocasiones, advirtió a Nicole que no le desafiara.

Pero Nicole se limitó a sonreír y contestar: «Gracias». El amor puede desaparecer, pero no el odio. En presencia de Jarrod, la animosidad se reavivaría.

La agonía que le había infligido era inolvidable.

Tras un momento de pausa, Jarrod se marchó, dejando tras de sí un escalofriante charco de sangre.

Nicole lo contempló entumecida. El daño que Jarrod había infligido a ella y a su familia era mayor que este charco de sangre, pues había drenado la vitalidad de su familia.

Jarrod salió a la cegadora luz del sol, deseando poder arrebatar el sol del cielo para apagar su amargura.

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