Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1069
Capítulo 1069:
El tenedor se quedó atascado porque Casey había clavado el extremo opuesto en el metal que había debajo del asiento del coche, haciendo que se doblara. Sus acciones fueron intencionadas. Al configurar un extremo del tenedor en un mango de gran tamaño y doblar el otro extremo en forma de U, resultó imposible extraerlo sin asistencia médica.
Davey examinó el trabajo de Casey y dejó escapar una extraña risita.
La sangre que tenía en la mano y en el cuello lo transformaba de un imponente amo de la casa a una espantosa figura del infierno. Incluso en aquel momento, pudo contener una carcajada. ¡Increíble!
Como la respuesta de Davey seguía sin estar clara, el conductor dudó en marcharse.
Justo cuando iba a preguntar de nuevo, Davey agarró el mango doblado de la horquilla y tiró con fuerza, arrastrando el extremo grande.
Un gran agujero ensangrentado se abrió en la palma de su mano.
Durante toda la prueba, Davey permaneció casi en silencio, con el ceño fruncido mientras el tenedor lo atravesaba.
El conductor se quedó mirando la herida abierta en la palma de Davey, experimentando un dolor fantasma como si le hubieran atravesado la mano. ¡Davey era formidable!
Davey hizo un gesto hacia el botiquín.
El conductor, aún conmocionado, se quedó mudo.
Cuando los dedos de Davey golpearon el asiento del coche, el conductor volvió bruscamente a la realidad. «Disculpas… Disculpas… ¡Sr. Glyn!».
El conductor sacó rápidamente el botiquín y envolvió meticulosamente la mano de Davey con una gasa.
Disgustado por la lentitud de la manipulación, Davey cogió rápidamente la gasa, se la enrolló alrededor de la mano con gestos rápidos y se la arrancó. A continuación, se puso otra tira alrededor del cuello.
Para Davey, la herida no tenía importancia. No era más que la fuente del malestar causado por Casey, que aún le preocupaba. Era un dolor derivado de la decepción. ¡Se sentía profundamente defraudado por ella!
Tras huir, Casey se metió en un bullicioso restaurante lleno de gente. Cubierta de sangre y con aspecto desaliñado, imploró con urgencia: «¡Por favor, ayudadme! Llama a la policía!»
Al ver que Casey temblaba sin control, el dueño del restaurante, de mediana edad, le hizo un gesto para que se sentara.
La dueña, una residente local que no sabía inglés pero sí conocimientos básicos de lenguas extranjeras, pudo comunicarse adecuadamente con Casey.
Casey informó al dueño de que alguien intentaba secuestrarla y le suplicó que llamara a la policía.
Tras calmar a Casey, la propietaria se levantó para coger su teléfono móvil y se lo entregó.
Casey consiguió ponerse en contacto con la policía local y empezó a facilitar la dirección, y la servicial propietaria la ayudó informándola de su ubicación.
Cuando Casey volvió a preguntar, buscando claridad, la dueña estaba a punto de responder cuando se produjo un repentino alboroto en el restaurante.
Una figura imponente se alzaba en la entrada, proyectando una sombra sobre la luz del restaurante. La fuente de la perturbación era su completa saturación de sangre, parecida a una figura esculpida en carmesí, salvo por su rostro intacto.
La expresión de Casey se transformó en terror. El rápido despertar de Davey la cogió desprevenida. El tenedor retorcido no había conseguido detenerlo.
A pesar de la gasa que envolvía su mano, el gran agujero que tenía en la palma hacía que el vendaje fuera ineficaz, permitiendo que la hemorragia persistiera sin cesar.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar