Yo soy tuya y tú eres mío -
Capítulo 1047
Capítulo 1047:
Con el destello de un collar en particular, podía deslumbrar a cualquiera, su brillo bastaba para convertirla en un faro en cualquier reunión de la alta sociedad.
Cuando Jimena describió el collar, un destello de reconocimiento brilló en la memoria de Casey. Así que era el diamante azul que brillaba como un trozo del cielo nocturno capturado en cristal.
«Jimena, lo que te ofrezca será tuyo. Y si se queda corto, estoy dispuesta a extender un cheque por cien millones», dijo Casey, con voz seria y prometedora.
Las joyas nunca habían tenido mucho atractivo para Casey, por mundanas que fueran para ella. Sabía que Jimena se jugaba mucho, que arriesgaba mucho más de lo que podía ganar ayudándola. Estaba dispuesta a pagarle a Jimena más, mucho más. Sin embargo, la atormentaba el temor de que Davey descubriera la ausencia del collar. Las consecuencias para Jimena podrían ser nefastas.
El rostro de Jimena se contorsionó en una máscara de disgusto. «Si estás tan apegada a ese collar, olvida que he mencionado nada. No voy a jugarme el cuello por ti», espetó con amargura.
Jimena levantó el botiquín, cerró el broche con un chasquido definitivo y se dio la vuelta para marcharse. Antes de marcharse, hizo una advertencia por encima del hombro. «Recuerda, si Davey se entera de algo de esto, me aseguraré de que sepa todo lo que has tramado. Incluida la pequeña proposición de hoy».
La fachada de lealtad de Jimena se desmoronó, revelando sus verdaderas intenciones. Había obtenido suficiente información de su conversación para garantizar su propia seguridad, ya no necesitaba fingir.
Sin embargo, el encanto del collar era innegable. Jimena se quedó en la puerta, arrastrando ligeramente los pies, con la secreta esperanza de que Casey volviera a llamarla.
Y Casey lo hizo. «Jimena…»
Jimena se detuvo, medio girada, con una expresión de máscara ilegible. «No es que no esté dispuesta», se apresuró a explicar Casey. «Es que me aterra que Davey descubra la ausencia. Podría ponerle en grave peligro».
Jimena se burló. «Con la horda de joyas que tienes, ¿de verdad crees que se daría cuenta de que sólo falta una?».
La impaciencia de Jimena era palpable mientras permanecía de pie, con los brazos cruzados y los ojos clavados en Casey. «Entonces, ¿qué va a ser? ¿Sí o no? Si no, podría ponerme nerviosa con Davey. Y quién sabe lo que podría soltar».
Era una amenaza apenas velada, dejando a Casey pálida y temblorosa.
En todos estos años, Casey apenas se había rozado con el mundo, salvo en encuentros fugaces. Aparte de una sirvienta silenciosa que ordenaba su habitación, su interacción más frecuente era con Jimena.
A primera vista, Jimena parecía amable y reservada. Pero bajo esa fachada se escondía una hábil cambiadora de personajes. Casey siempre había supuesto que Jimena era un alma inofensiva y nunca la imaginó capaz de un engaño tan rápido.
Si se trataba simplemente de una negociación chapucera, Casey podía manejarlo. Encontraría otra ruta, otro plan. Incluso con una probabilidad del 50% de que Davey descubriera la verdad, no podía arriesgar la seguridad de Jimena por una baratija. Sin embargo, ahí estaba Jimena, amenazándola con un descarado «lo tomas o lo dejas».
Apretando los dientes, Casey cedió. «Bien, te lo daré».
La cara de Jimena se iluminó de alegría, transformándose una vez más, esta vez en una fachada de gratitud. «Eres muy amable. Ya que acumula polvo en tu poder, ¿por qué no me dejas salvaguardarlo durante un tiempo?».
Un nudo se retorció en las tripas de Casey al ver la expresión encantada de Jimena.
Jimena pinchó impaciente: «Señora, la caja fuerte. Rápido».
Los tesoros estaban dentro de una caja fuerte de cristal, protegidos por escáneres de iris y contraseñas.
En una ocasión, Casey la había dejado abierta sin querer, lo que permitió a Jimena echar un vistazo e incluso probarse el collar.
La seguridad de la familia Glynn era formidable. Sin la bolsa especial antidetección de metales, sacar el collar sin ser detectado sería casi imposible. Y sin la cooperación de Casey, seguramente conduciría a su descubrimiento. De lo contrario, Jimena no habría esperado tanto para hacer su jugada.
Mientras Casey vacilaba ante la caja fuerte, Jimena la agarró de repente y le apretó la cara contra el armario, exigiéndole que la abriera con la verificación del iris.
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