Victoria, la novia alquilada -
Capítulo 79
Capítulo 79:
Victoria:
Cuando dije esas palabras sentí como sus dedos apretaban mis brazos, los músculos de sus brazos se endurecía, y su nariz se clavaba aún más en mi cabeza.
“¿Lo disfrutaste?”
Preguntó en un susurro.
Me di vuelta y lo miré directo a los ojos
“¡Claro que no!, yo ni siquiera estaba mojada y sangré muchísimo. Fue una tortura para mí. Lo único que me consolaba era que mi padrastro ya no obtendría eso de mi”
Me abrazó con fuerza, haciendo que mi cabeza se hundiera en su pecho.
“¿Fue tu única vez?”
“No, hubo una segunda, pero fue igual de desastrosa, solo que sin sangre de por medio”
“¡Cielos, Victoria!, que experiencias tan horrendas, con razón te aterra que me acerque”
Me estrechó aún más.
“¿Sabes lo que me gustaría en este momento?”
Pensé que me iba a decir:
‘Hacerte el amor hasta que te olvides de las malas experiencias pasadas’
Pero no.
No fue lo que dijo.
“Ir y matar a tu padrastro, porque si bien no llegó a tocarte, causó que vivieras una de las experiencias más bellas de la vida, de una manera muy desastrosa”
“¿De verdad es lo que te gustaría en este momento?”
Pregunté desconcertada.
Franco:
Contarle mi primera experiencia se%ual y con lujo de detalle, hizo que me excitara sobre manera.
Sentirla temblar y casi jadear mientras lo hacía, aún más, imaginar que se humedecía casi me hace perder la cabeza.
Pero luego necesitaba que se abriera conmigo, que me contara su secreto, que desnudara su alma, y lo hizo, ¡Vaya silo hizo!
Escuchar los pormenores de su primera experiencia, lejos de excitarme me provocó celos, celos de que alguien le diera su primer beso, celos de que le tocaran ese cuerpo que me tenía a mal traer, también enojo, pues le habían hecho vivir una experiencia horrible.
De haber sido yo, nunca me hubiera olvidado, y viviría agradecida que como la había tratado en su primera vez.
Pero no.
No había sido yo.
También tuve ganas de matar a su padrastro.
“¿De verdad es lo que te gustaría en este momento?”
Parecía un poco decepcionada.
No podía decirle que mi primer instinto era tumbarla en al pasto y hacerle al amor allí mismo.
Pero hacerla gozar, hasta gritar mi nombre entre g$midos. Eso era lo primero que se me vino a la cabeza.
Lo de matar a su padrastro podía esperar.
Pero hacerla mía con la mayor de las dulzuras y el mejor de los cuidados.
Tratándola como la princesa que es.
Pero no era buena idea.
Las cosas estaban bien así, o al menos eso creí en ese momento.
“En realidad, sí, es lo que me gustaría hacer en éste momento, pero como no puedo, me gustaría que te sentaras nuevamente como estabas y recostaras tu cuerpo a mi pecho. Deja que te abrace por la espalda y quedémonos en silencio un buen rato”
“Bien”
Y sin poner resistencia obedeció, de la forma que a mí me gustaba que obedeciera.
Poder abrazarla y sentirla tan sumisa, tan entregada a mí, me causaba el mayor de los placeres de esta vida.
No sé en qué pensaba ella, pero yo no podía quitar de mi mente la imagen de ella quitándose la ropa frente al chico.
Imaginé como temblaría en ese momento.
Recordé cuando dejó caer la toalla y quedó completamente desnuda frente a mí, incitando a que la poseyera.
¿En qué estaba pensando que no lo hice?
“¿Sabes que pienso?”
Dijo de repente apartándome de mis p$rversos pensamientos.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar