Capítulo 72:

Franco:

Se puso dar vueltas por la habitación.

Sentí que la estaba perdiendo.

“¿Por qué dices eso, Vic?”

Se dio vuelta y me clavó esos cielos que tiene por ojos, pero me asustó.

“¡Te dije que no me llames Vic!”

Dijo ella.

“Bien, bien, pero cálmate que te va a dar algo”

“¡No me calmo nada!, ¡No se me antoja!”

Era adorable cuando estaba enojada.

Me provocaba abrazarla y calmarla a besos, así que me paré y la sostuve por las muñecas.

Se quejó, pues creo que se las apreté de más.

“Perdón”

“Me lastimas, suéltame”

Y comenzó a pelear para soltarse de mi amarre.

La solté porque de otra forma la hubiera lastimado en realidad.

Me miró con odio y me dio una bofetada, pegaba fuerte para tener un físico tan diminuto al lado del mío.

La miré desconcertado y me froté la barbilla.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y se lanzó sobre mí, di un paso hacia atrás temiendo una segunda bofetada, pero en lugar de eso me abrazó con fuerza.

“Te odio, Franco, y te detesto porque eres capaz de sacar los peor de mi”

Dijo ella.

Lloraba desconsoladamente.

La abracé y le besé la cabeza.

Quería someterla a mí, pero creo que era yo quién estaba siendo sometido.

Esa sensación, lejos de molestarme, me encantaba.

“Anda, chiquilla, reconócelo, tú me quieres”

Sonreí, pero creo que fue peor.

“¿Quererte? ¿Te has vuelto loco?, si haces todo lo posible para lo contrario”.

Trató de soltarse de mi abrazo, pero no se lo permití.

“Vic, tienes toda la razón, he sido un imbécil al contarle a Andrés lo nuestro, no debí hacerlo. Es que estaba tan enojado contigo luego de nuestra discusión, necesitaba un amigo, y Andrés lo es, así que me desahogué. No pensé en las consecuencias o en como podrías sentirte”

Expliqué.

Luego le besé la frente.

“No pensé en ti. Eso fue muy egoísta de mi parte”

Me abrazó con fuerza y lloraba de manera desconsolada.

Yo quería que se detuviera.

Pero no lo hacía.

Parecía un niño pequeño al que se le ha roto su juguete favorito.

Así que tomé su mentón.

Levanté su cara hasta lograr que me mirara y apoyando mis labios en los suyos.

Intenté besarla.

Y digo ‘intenté’, porque ni bien sintió mis labios sobre los suyos se apartó.

“¿Qué crees que haces, Franco?”

“Pe…perdona, Vic, no sé qué me pasó”

“Quedamos en que nada de contacto íntimo sin necesidad”

El que se apartó de ella en ese momento fui yo.

Me rasqué la cabeza como si quisiera despegarme el cabello de ella.

“Bien dijiste, sin necesidad, el problema es que yo cada momento que pasa…”

Dudé si seguir hablando, pero las palabras fluyeron solas y se salieron de mi boca.

“Te necesito en mi vida, Victoria. Ya no es una cuestión de contrato…”

“¿Qué quieres decir con eso, Franco?”

No le respondí.

Solo me la quedé mirando.

Es que no sabía que responderle.

Ni yo entendía que significaba eso.

Fueron palabras que vomité sin pensarlo ni por un segundo.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar