Capítulo 68:

Franco tomó por los hombros a Victoria.

“Nunca te haré daño, lo juro por la memoria de mis padres, sobre todo la de mi madre que era una santa”.

Ella notó que era sincero.

Y también como se entristecía al hablar de sus padres.

“Es la primera vez que te oigo hablar de tus padres”.

Dijo ella.

“Casi nunca lo hago, pero como necesito que me creas los invoco”.

Victoria pasó su mano por el rostro de Franco, quien cerró sus ojos ante el contacto y la aprisiono entre su mejilla y su hombro.

“¿Sabes qué es lo peor de todo, Franco?”

Dijo ella.

“No, dime, Vic”

Pregunto él.

“Que te creo”

Dijo ella.

“¿SÍ?”

Preguntó él.

“Sí, estoy segura de que no me harías daño, al menos no de manera consciente y a propósito”.

“Jamás, jamás te haré daño”

Dijo él varias veces para que ella entendiera su mensaje.

“Bien, entonces desayunamos y le decimos al mundo las buenas nuevas…”

“¿Las buenas nuevas?”

Preguntó con asombro.

“Sí, ¿Acaso no vamos a comprometernos?”

Preguntó ella.

“¡Sí, claro!”

Hizo una mueca.

Estaba sorprendido.

“Lo había olvidado”

Dijo él.

“No te habrás arrepentido, ¿No?”

Pregunto ella.

Franco le dio un largo beso en la mejilla y la abrazó.

“No, ¡Claro que no!”

Dijo él.

La miró sonriendo.

Estaba feliz.

“Eres una mujercita maravillosa”

Ella se sonrojo, pero solo un poco, pues se estaba acostumbrando a los elogios de Franco.

En el comedor, los padres de Andrés recibieron la noticia con alegría.

“Mi vida, Franco, que feliz me haces. ¿Dónde será, aquí o en la mansión?”

“Norma, querida, gracias. Será en la mansión. Ya conoces a la abuela, sería capaz de desheredarme”

“Sí, qué pregunta tonta”

Y mirando a Victoria con los brazos abiertos, dijo:

“Pero ven aquí, mi niña bella, bienvenida a la familia”

Dijo ella.

“Gracias, Norma”.

Andrés observaba incrédulo la escena.

Hace unas horas Franco le confesaba que todo era una farsa, que había llegado a un arreglo económico con Victoria para que pasara por su novia.

Estaba enfadado, muy enfadado.

Franco lo miró de reojo y notó que su amigo se mostraba muy disconforme con lo que estaba sucediendo.

Entonces se acercó a él y le murmuró:

“Oye, ¿Podrías fingir un poco de alegría?”

Preguntó él.

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