Victoria, la novia alquilada -
Capítulo 65
Capítulo 65:
“Solo tenías que pedirlo y lo hubiera hecho gratis. Es más, si me pides que me case contigo también lo haré”
Franco quedó paralizado ante semejante confesión.
Esto era demasiado para procesar.
“Eso no será necesario”
Fue lo primero que se le ocurrió decir.
“Perdona, perdona, chiquilla. Prometí cuidarte y te he fallado. No quiero comprarte ni alquilarte, quiero, ¡No!, necesito que me hagas este favor”.
“Ya te dije que lo haré, y si necesitas más, también”
Él besó su cabeza.
Ella se hundió en su pecho, tenía espasmos provocados por el llanto.
“Ahora trata de calmarte, que no quiero que te hagas daño. Sobre todo a ese escultural cuerpo que tienes”
Rió y suspiró al mismo tiempo.
“¡Madre mía!, eres hermosa por donde se te mire”
“¡Joder, Franco!, ¿Me miraste de esa forma?”
Preguntó ella.
“Claro que sí, tesoro, ya te dije que irradias sensualidad. Te pido que nunca más hagas eso, o, en medio de una pelea y todo, te voy a arrastrar a mi cama y vas a sentirme de verdad cuando te haga completamente mía”
Dijo él.
Ella rio ruborizada.
“No sé cómo lo haces…”
Dijo ella.
“¿Qué cosa, Vic?”
“Una situación tensa convertirla en algo distendido y aún graciosa”
Franco rio.
“Aunque no lo creas, eres la única persona con la que me pasa. Creo que es porque quiero que estemos bien y me sale de forma natural”
Le dio un beso en la cabeza.
“Ahora voy yo a bañarme mientras tú te vistes y piensas con calma lo que te pedí”
Dijo él.
“Ya te dije que sí, Franco”
Dijo ella.
“Igual, quiero que lo pienses bien porque luego no hay marcha atrás”.
Él entró a ducharse y Victoria comenzó a vestirse lentamente.
Sus pensamientos estaban puestos en la nueva propuesta de Franco.
A ella ya no le interesaba ayudarlo y mucho menos el dinero.
En realidad, lo que le importaba era no separarse de él.
Sabía que si no le decía sí a todo el trato terminaría.
Si bien quedaría muy bien económicamente por el resto de su vida, perdía la posibilidad de estar con él.
Luego de unos minutos, ambos se dirigieron al salón principal.
Ya la tarde se estaba despidiendo para darle paso a la noche.
Como era costumbre en la casa, el gran hogar estaba encendido. Se acomodaron el los sillones frente al fuego.
“Ven, siéntate aquí conmigo”
“Vamos a estar un poco apretados”
Dijo sonriendo.
Pero en lugar de sonreírle, Franco endureció su mirada.
Así que Victoria al final obedeció
“Eso, recuéstate a mí y deja que te abrace”
Victoria se sentó de espaldas a Franco y recostó la espalda a su pecho.
Apoyó su cabeza en el hombro del joven.
El pasó sus brazos por delante de ella.
Apoyó sus labios en el cuello de Victoria, justo donde, tan solo días atrás, estaba la marca que él mismo le había ocasionado.
Sintió como ella se estremecía ante el contacto.
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