Capítulo 62:

“¿Saber qué cosa?”

Preguntó confundida ella.

“Esto de tu amor por los animales”

“Supongo, no lo sé”

“¿No lo sabes?”

“No, no lo sé. ¿Por qué te extraña tanto?”

“Es que no me extraña que no lo sepa, lo que me extraña es que estén juntos”

Dijo él.

“¿Cómo?”

Preguntó un poco molesta.

“Mira, no lo tomes a mal, pero no eres ni de asomo el tipo de mujer con el que Franco andaría. No entiendo porque lo hace”

“Andrés, ¿Qué te pasa?, ¿Por qué eres grosero de golpe?”

Preguntó ella.

“Perdona, no pretendí serlo. Solo que no entiendo que hacen juntos, tú eres una mujer muy dulce, muy delicada para él”.

“Creí que eras su amigo…”

“Lo soy, y una cosa no quita la otra. Nada, perdona, no debí meterme donde no me llaman”

“Pues a decir verdad, tienes razón, no debiste. Llévame a la casa”

Le pidió irritada.

En el camino no le dirigió la palabra.

“Victoria, en serio, perdona, no quise ser grosero, solo que me caes bien y no me gustaría que sufrieras”.

Dijo él.

“Y te lo agradezco, Andrés. Pero debes comprender que estoy enamorada de Franco y para mi él es el mejor hombre del mundo”

Dijo ella.

“Bien, espero me perdones de verdad”

Dijo él.

“Sí, tranquilo, hagamos de cuenta que no pasó nada”

Le ofreció una sonrisa.

Al llegar a la casa se dirigió directamente al dormitorio.

Estaba cansada, había pasado muchas horas en el campo con Andrés, y la conversación la había perturbado un poco.

No sabía porque Andrés se había comportado de esa forma.

Era muy extraño.

Decidió darse un largo y reconfortarle baño.

Cuando terminó, se envolvió en la toalla y salió.

Se sobresaltó al encontrarse a Franco sentado en la cama.

“¡Mi$rda, Franco!, me asustaste”

Dijo dando un sobresalto.

“Hola, Vic, perdona, no era mi intención”

Se puso de pie y se acercó a la joven.

Ella dio un paso hacia atrás.

“¡Cielos, Vic, no me tengas miedo!”

Dijo él.

“No te tengo, lo hago por reflejo, disculpa”

Se acercó a él y lo abrazo con fuerza.

“¿Cómo te fue en el viaje?”

“Bien”

Dijo con voz ronca.

“Pensé mucho en nosotros”

Ella se separó.

“¿Ah, sí?”

Se soltó, pero Franco la tomó de la cintura y la pegó a él.

“Sí, deberíamos comprometernos”

.

.

.

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