Capítulo 61:

“¿La dejaste sola?”

“No, abuela, sola no, está Norma, Miguel, Andrés, compañía le sobra. El viaje es algo aburrido y ella estaba muy entusiasmada con conocer los caballos, así que mientras iba con Andrés a los establos, aproveché para venir”

“¿Sola con Andrés?”

“Sí, abuela, sola con Andrés, ¿Qué tiene eso de malo?”

“Que no se deja a una mujer sola con el mejor amigo”

Explico su abuela.

“Andrés sería incapaz de tratar de seducir a Victoria”

Dijo molesto.

“Ya no trates de perturbarme. Voy a recoger algunas cosas y me marcho otra vez”

Explico de forma seca.

Solo quería irse de una vez.

“¿Y con la podre Carlita que vas a hacer?”

Pregunto su abuela.

“Nada, no tengo que hacer nada”

“¿No era tu novia?”

“¿De dónde sacas eso?, Carla es una amiga, con la que compartimos muchas cosas y nos divertimos juntos, pero ahora tengo novia y debo abocarme a ella”

Sin cruzar más palabra con su abuela, subió al dormitorio de Victoria.

Tomó un bolso y comenzó a poner ropa dentro.

Lo hacía de forma automática.

La conversación con su abuela lo había dejado de mal humor, pues le molestaba mucho que tratara de manejarle la vida.

Bueno, debido a eso era que había hecho el trato con Victoria.

Pensar el ella le calmó un poco.

Pero esa calma duraría poco.

Recordó la afirmación de su abuela…

‘nunca has llevado a nadie a la casa de campo, señal de que vas en serio con esa chica’

Se frotó la nuca con una mano y la otra la pasó por su cabello.

No se había dado cuenta en ese detalle.

Él nunca había llevado a ninguna mujer a la casa de campo.

Con Victoria lo había hecho de forma natural y sin pensarlo.

Ahora comprendía el asombro de Norma, Miguel y, ni hablar, de Andrés.

Se sentó en la cama y encontró asomando debajo de la almohada, la parte de arriba del pijama de Victoria, esa que, con su escote, le había dejado deleitarse con uno de sus senos.

La tomó entre sus manos y se la llevó a la nariz para olerla profundamente.

Entrecerró sus ojos y el rostro de ella le apareció.

“¿Qué es lo que me estás haciendo, Vic, porque no puedo sacarte de mi cabeza? Ahora mismo solo pienso en lo que me dijiste de que volviera a ti, no veo la hora de estar allí, y, aunque lo haga ver como parte de nuestro juego, poder abrazarte y sentir el calor de tu cuerpo temblando contra el mío”

Se aterró por lo pensado.

Así que se puso de pie de manera brusca y metió el pijama dentro del bolso, lo cerró con violencia y salió de la habitación directo al coche y se marchó.

“Ella el Severina, una yegua ya entrada en años, pero muy dócil, ideal para ser montada por principiantes” Victoria sonrió

“¿A caso me estás tratando de principiante?”

“De ninguna manera, solo digo que ella es apta para principiantes”

Victoria se acercó a la yegua y la acarició con ternura.

“Calma chiquita, no voy a montarte”

Andrés se le acercó.

Estaba curioso.

“¿De verdad no quieres?”

“No, Andrés, yo estoy en contra de todas estas prácticas”

Explico ella.

“¿Eres animalista?”

“Yo no me pondría un título, solo no me gustan estas cosas. Amo a los animales y me gusta admirar su belleza, como con Severina, pero someterla a mi peso, no, hasta allí no”

“¡Quién lo diría!, ¿Franco lo sabe?”

Dijo sorprendido.

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