Victoria, la novia alquilada -
Capítulo 54
Capítulo 54:
Narrador:
“Pues fíjate que sí, esta criatura me ha robado el corazón”
Dijo sonriente.
“Un placer, Victoria. No sabes dónde has caído”
“Un placer para mí también. Y veremos qué es peor, si donde he caído o quién les ha caído a ustedes”
Todos rieron a carcajadas.
Andrés se sentó a la mesa y todos compartieron algunas horas de charla amena.
“¿Y para cuándo la boda?”
“Norma, estás como mi abuela”
Franco trató de suavizar el ambiente al ver que Victoria palideció.
“Todavía no nos comprometimos”
Pero luego empezó a disfrutar de la tensión.
“Por eso vinimos para aquí. A planificarlo”
Abrazó a la joven por los hombros y la arrimó a él.
“¿Verdad, mi amor?”
“Sí, claro. A eso vinimos. Ya saben ustedes, lejos de la presión de Doña Berta”
Dijo haciendo una mueca para mostrar sus dientes.
“Sí, Doña Berta puede ser muy intensa cuando se lo propone…”
“Andrés, cuando no, siempre. Mi abuela.es un caso perdido”.
Dijo con una sonrisa irónica.
…
La noche se abría paso dejando entrar los últimos rayos de luz por la ventana.
Victoria se acercó a la ventana para observar el maravilloso atardecer que se perdía en el inmenso horizonte de la pradera.
Estaba absorta en sus pensamientos y deslumbrada por el espectáculo cuando sintió que la abrazaban por la cintura y una barbilla se le apoyaba en el hombro.
El perfume era inconfundible y el calor que despedía su cuerpo la hacía saber que se trataba de Franco.
Cerró los ojos y suspiró.
“Es hermoso ¿Verdad?”
Le dijo él.
“La verdad que sí. Nunca había tenido la posibilidad de contemplar semejante espectáculo. Es realmente conmovedor”.
“Yo me crie aquí. Me dolió tanto tener que irme para estudiar. Y luego al tener que hacerme cargo de la constructora, cuando el abuelo murió, hizo que ya no volviera, más que en contadas ocasiones. La verdad echo de menos estos paisajes y esta paz”
Le dio un beso en el cuello.
“Me alegro que te guste”
Ella soltó una leve risa.
“¿Y esa risita?”
“Es que te imagino de niño corriendo por el campo sucio hasta las orejas. Y me enterneció”.
Él la abrazó más fuerte y pasó la punta de la nariz por el lóbulo de la oreja. Sintió como se estremecía ante su contacto tan íntimo.
“¿Alguien nos está viendo?”
“No, ¿Por qué?”
Preguntó un poco asombrado.
“Entonces, ¿Cuál es el motivo de tu abrazo?”
“Ganas…”
Dijo él.
“¿Ganas?”
“Sí, chiquilla, ganas. Aunque también sirve para que cuando haya alguien y te abrace nos comportemos de forma natural”.
“Claro…para que no se vea forzado”
Dijo ella.
“¡Exacto!”
Respondió él.
La había convencido.
“Ok. Entonces sigue practicando cuanto quieras”.
Franco sonrió satisfecho.
La estrechó aún más y olió su cabello.
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