Capítulo 49:

Narrador:

Su corazón se agitó de pensar que al otro lado de la puerta estaba Franco y que en cualquier momento podía entrar.

El solo pensarlo la ruborizó.

Por su lado Franco estaba un poco inquieto por la conversación con Carla, tal vez debería haber hablado con ella personalmente.

Ella podía llegar a ser muy vengativa.

Pero ya no lo había hecho, así que ahora debía enfrentar lo que viniera.

Estaba absorto en sus pensamientos, cuando la puerta del baño se entornó, consecuencia de que Victoria no la había dejado bien trancada.

Al acercarse para cerrarla se vio tentado e ingresó.

A través de la mampara con el vidrio empañado a causa del vapor, pudo divisar la silueta desnuda de la joven.

Quedó prendado por su perfección.

Franco era un hombre al que no le faltaban las mujeres.

Por ende había visto muchos cuerpos desnudos.

Pero el de Victoria le pareció por demás hermoso.

Su entrepierna reaccionó de inmediato.

Se sintió avergonzado por estar espiándola, así que se retiró de inmediato, antes de que ella notara.

Volvió al dormitorio y trató de calmarse.

Daba vueltas por la habitación haciendo un gran esfuerzo por no irrumpir en ese baño y entrar en la ducha junto a ella y allí someterla a él por completo

“¿Qué te sucede, Franco?”

Escuchó la voz de Victoria por detrás de su espalda y la miró por encima de su hombro, su primer impulso fue darse vuelta y arrancarle la toalla que apenas le cubría en cuerpo y, tirándola sobre la cama, hacerla suya.

Pero se contuvo.

“¿Por qué no te vestiste?”

“Porque olvidé la ropa sobre la cama, me dio vergüenza pedirte que me la alcanzaras”

“Bien, tómala y vete a vestir al baño”

“Franco…”

“Hazme caso, porque si no…”

“Sino… ¿Qué?”

De un solo salto estuvo casi sobre ella y le tomó el rostro con una mano.

“Voy a arrancarte esa toalla que apena cubre tu cuerpo y te voy a llevar a la cama conmigo…”

Le sonrió con mucha lujuria.

“¿Y quieres saber lo que pasará en la cama?”

Ella se separó de él y lo miró con miedo.

“Franco, ¿Por qué estás así?”

Él se dio cuenta que estaba volcando su rabia en ella.

Ella que era la criatura más dulce que había conocido.

Si alguien era inocente en toda esa historia.

Esa era ella.

Pero también le provocaba instintos primarios que, por momentos, no era capaz de controlar.

Soltó un largo suspiro.

Luego a abrazó con fuerza.

“Perdona, chiquilla, por momentos me descontrolo contigo y soy casi un monstruo. Lo siento mucho, es que me provoca hacer…”

Los golpes en la puerta interrumpieron la conversación.

“Esa debe ser Rebeca con la cena, ve a vestirte, así la hago entrar”

Victoria bajó la cabeza y obedeció de inmediato.

Franco la observó retirarse hacia el baño y se rascó la cabeza.

Ella lo estaba enloqueciendo.

Abrió la puerta y permitió que Rebeca dejara la cena.

Victoria se vistió en el baño.

Pero tenía un poco de miedo de salir.

Franco le encantaba.

Esos arranques que le daban con ella la excitaba.

Pero de todas formas le daba un poco de temor.

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