Capítulo 46:

Narrador:

“Que mi hermano es mi hermano, y nunca debe confiar en mí, porque siempre voy a tratar de timarlo de alguna manera. Pero a ti…”

Se acercó aún más.

“A ti, mi querida Victoria, no tengo motivos para querer hacerlo. Al contrario, cuando mejor estemos tú y yo mejor estaré con Franco y bajará su guardia dándome lo que yo le pida, ya que él es ese tipo de hombre”.

Dijo él con una sonrisa.

“¿Y eso en que me beneficia?”

Respondió ella mirándolo fijamente a los ojos.

“¡Eso me gusta!, ya empezamos las negociaciones”.

Dijo de forma entusiasmada.

Había picado el anzuelo.

Ahora solo tenía que presentar sus cartas.

“Jaja, no me hagas reír, ¿Negociaciones?”

Dijo ella en tono de burla.

“Ya te lo dije, te ayudo con la abuela y con él también, créeme, en esa casa de locos precisarás un aliado o enloquecerás como todos”

Explicó él de forma relajada.

“Todavía no llegas al punto de decirme en qué quieres tú de mí”

Dijo ella manteniendo su postura directa.

Quería ir al grano.

“¡Uff, madre mía, pero que terca eres! Ya te lo dije, de ti no quiero nada de nada, lo quiero de Franco. Y te seré bien sincero. La forma más fácil de llegar a él es a través tuyo. ¿Comprendes ahora? Si tú estás feliz, por lo visto Franco está feliz también y me beneficio de esa felicidad. Y te aseguro que puedo ayudarte a ser feliz aquí”.

Explico él.

“Ok, voy a confiar en ti. No hagas que me arrepienta…”

Respondió ella.

Si bien tenía sus dudas, decidió confiar de momento.

“Hecho…”

De pronto la puerta se abrió de golpe.

Era Franco.

Después mirar a su hermano por unos segundos, entró en la habitación.”

“¿Se puede saber qué carajos haces tú aquí, Luciano?”

Preguntó él.

“Vine a ver…”

Antes de que pudiera terminar, su hermano lo interrumpió.

“No, ¿Sabes qué?, mejor te callas. En realidad no me interesa”.

“Ok, ok…”

Luciano se dirigió a la puerta y Franco lo tomó de un brazo.

“No quiero que vuelvas a molestar con tus estupideces a mi novia”

Dijo en tono serio.

“¿Tu novia?”

Respondió el tono burlón.

“Sí, mi novia, ¿Alguna duda?”

“No, ninguna”

Y esquivando el cuerpo de Franco estiró el cuello para saludar a la joven.

“Me alegro estés mejor, Victoria, un gusto hablar contigo”

Franco lo sacó de la habitación del brazo que lo tenía tomado.

Cerró la puerta y pasó el cerrojo.

Camino hacia la cama y se sentó al borde frente a Victoria.

“¿Qué quería el imbécil de mi hermano? Y no me digas por favor que nada porque le conozco bien. Él puede embaucar a la gente con mucha facilidad”

Explicó él.

“Descuida. A mí no me embaucara. Pero creo que solo quería saber cómo estaba”

Dijo ella.

“No confíes en él Victoria”

Pasó su mano por el brazo de Franco.

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