Capítulo 42:

Narrador:

Victoria pasó la noche tranquila.

Franco no se separó de ella ni un minuto.

Al llegar la mañana despertó y pudo verlo en el sillón a su lado vencido por el sueño.

Lo observó largo rato.

Le gustaba verlo así.

Tan frágil.

Tan humano.

“Uff, me quedé dormido”

Dijo desperezándose por completo.

“Así parece”

Ella veía que él estaba cumpliendo su promesa de cuidarla, así que le sonrió.

“Gracias por quedarte conmigo”

“Te dije que te cuidaría”

Dijo él.

“Sí, lo noté. ¿Te dijeron que tenía?”

Preguntó ella.

“Nada de gravedad, pero debes cuidarte de estresarte, parece que eso hace que te desmayes”.

Respondió con una sonrisa.

“Bien, entonces cuida tú de no estresarme”

Rio.

“Veo que estás mejor, te dejo tu ropa aquí para que te vayas vistiendo”

Dijo mientras se la dejaba a los pies de la cama.

“Yo voy a recepción a ver el tema del seguro”.

Al levantarse sintió que las piernas no le respondían y casi cae.

“¡Franco…!”

Gritó.

Él que ya estaba en la puerta volteó y corrió hacia ella evitando que se cayera.

La tomó en brazos y la sentó en la cama.

“Tranquila, estoy aquí”

Le sonrió con ternura.

“El médico me dijo que era normal, luego de estos episodios, tener una flojera física, así que va a tocar ayudarte a vestir”

Ella asintió con la cabeza.

Entonces franco le quitó la bata que llevaba puesta, dejándola solamente con la ropa interior puesta.

Victoria empezó a respirar con dificultad, por lo que él temió que le diera otro episodio, así que se acercó a susurrarle al oído.

“Tranquila, no te miraré más de lo estrictamente necesario para ayudarte a vestir”

Entonces sintió como el cuerpo de ella se relajaba, él le proporcionaba la calma que ella necesita.

Continuó poniéndole la blusa, y la ayudó a abrocharse los botones.

Con cada botón ella suspiraba.

Al llegar a los pantalones, Franco se agachó y le puso cada pie en una pierna del mismo, la tomó de la cintura para que estuviera de pie y poder subirlo, al pasarlo por la parte de sus glúteos, sintió como él le pasaba le dedo pulgar por su piel de forma deliberada, haciendo que se erizara por completo.

Victoria, que estaba apoyada contra el cuerpo de Franco, levantó la cabeza para observarlo y se encontró con esa sonrisa llena de malicia que la enloquecía.

Frunció el ceño y lo empujo con ambas manos.

“Ya estoy bien, gracias, yo me abrocho el pantalón sola”

Dijo molesta.

“Ok”

Dijo él sonriendo aún más.

Levantando sus manos y retrocediendo un paso, pero las piernas de ella aún no le respondían.

“¿Ves?, me necesitas, no sé porque eres tan terca”

La volvió a tomar de la cintura evitando el inminente golpe.

La sentó en la cama y la calzó.

“Ven, tómate fuerte de mí, y caminemos despacio Ella se aferró a su brazo, pero Franco vio que no era suficiente, así que la abrazó con firmeza por la cintura.

“Tranquila, chiquilla, yo te sostengo. Vamos con calma”

Victoria recostó la cabeza en su hombro y se dejó llevar.

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