Capítulo 35:

Narrador:

“El encantado soy yo, Victoria, Franco y la abuela me han hablado tanto de ti que moría de ganas de conocerte”

“Espero que sean cosas buenas”

“Buenísimas, es más, maravillosas las cosas que he escuchado de ti, solo espero que nos llevamos bien y podamos ser una familia feliz”

“Seguro que sí”

“Ok, ya basta de palabrerío y a la mesa, estoy cansado hoy y quiero acostarme temprano”

Interrumpió Franco la empalagosa conversación.

Y mientras su abuela y Victoria iban hacia la mesa, se acercó a su hermano y en voy muy baja.

“Tú y yo hablaremos por la mañana, quiero los términos de tu pacto muy claros”

“¿Mi pacto?”

Respondió Luciano sonriendo.

“Sí hermanito, tu precio por mantener esa bocota bien cerrada”

“Ok, hablaremos claro por la mañana, ahora cenemos y disfrutemos de la farsa familiar”

“Bien”

Ambos se sentaron en sus lugares para cenar.

Franco al lado de Victoria, por supuesto.

A casa rato le tomaba la mano y se la besaba con dulzura.

Es que sabía que ella estaba sumamente nerviosa y así lograba tranquilizarla un poco.

“Franco, ¿Qué te parece hacer una reunión, no muy grande, el fin de semana para presentar oficialmente a Victoria como tu novia?”

Franco casi se ahoga con el vino que estaba tomando.

“Abuela, es un poco pronto”

“De ninguna manera, tú me has repetido hasta el cansancio lo mucho que la amas y que quieres casarte con ella, que es la ideal. ¿Por qué retrasarlo?”

“No es retrasarlo, solo quiero, bueno en realidad queremos, terminar con la casa para poder vivir allí luego de la boda”

Tomó la mano de Victoria.

“¿No es así mi amor?”

Ella se la apretó con fuerza.

“Sí, mi vida, eso es lo que hemos hablado”

“Bueno, pongamos que la boda no, pero un compromiso debe haber”

Dijo la anciana ya un poco fastidiada.

“Es tiempo Franco que las chicas que te revolotean sepan que tienes dueña”

Tosió.

“Como Carla, por ejemplo”

Franco quería matar a su abuela.

No estaba dentro de sus planes llevar la farsa tan lejos.

Victoria, por su lado, quería olvidar todo y salir corriendo de allí.

En ese momento no le pareció tan mala idea dormir en la banca que era de Marta.

“Abuela, querida, no hay porque apurarlos. Mira, estás asustando a la pobre Victoria”

Franco le dedicó a su hermano, que había interrumpido la discusión.

Una mirada fulminante, pues con Luciano nunca se sabía.

“¿Qué tal si dejas que lo piensen aunque sea esta noche?”

“Bien”

Respondió la anciana a regañadientes.

“Mañana hablaremos, que descansen”

Y se retiró sin más.

“Ya sabes que está por demás enojada”

Observó Luciano, mirando a Victoria y Franco.

“Yo no sé qué se traen ustedes dos y no creo que quiera saberlo en realidad, lo que sí sé que es lo que se trae Doña Berta. Y es casamiento, por ahora se conformará con compromiso, pero luego… Así que piensen bien hasta donde quieren llegar”

Le dio un beso en la mejilla a Victoria.

“Más allá de todo, realmente es un gusto conocerte, que descansen”

Y se marchó.

Victoria estaba pegada a la silla.

Las piernas no le respondían para ponerse de pie.

Una cosa era hacerse pasar por la novia unos días, pero…

¿Compromiso?

¿Casamiento?

Eso eran dos cosas muy distintas.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar