Capítulo 34:

Narrador:

“Me encantaría oírla”

Respondió el.

“Después no te quejes de aburrimiento”

Victoria rió a carcajadas.

Franco la observó por unos instantes y rió junto con ella.

Es que era tan fresca.

Por momentos tan inocente, pero de una forma muy sensual.

“Bueno, llegamos, espero tengamos una cena tranquila”

Entraron a la mansión.

No se encontraron con nadie, así que fueron directamente a la habitación de Victoria.

Franco depositó los bolsos sobre la cama y se retiraba.

Pero en la puerta se detuvo y volvió sobre sus pasos.

Se acercó a Victoria y le acarició el rostro.

Ella se agitó ante su contacto.

“No me tengas miedo, por favor”

Dijo él.

“No te lo tengo, solo que me pongo nerviosa cuando te acercas tanto”

Respondió ella.

“Mira, luego de la cena, quisiera que nos viéramos en mi dormitorio para conversar un rato, juro portarme bien”

Sonrió.

“Bien”

Dijo ella asintiendo con la cabeza.

“Luego de la cena iré a tu dormitorio a con-ver-sar”

Lo deletreó para que quedara clara su intención.

“Por supuesto, con-ver-sa-re-mos”

Se rió y abandonó la habitación.

Victoria se dio un largo baño y se vistió como para la ocasión, no demasiado llamativa pero lo suficiente como para estar a la altura de los de Angelis.

Franco ya se encontraba en el comedor hablando con su abuela y su hermano.

Cuando vio a Victoria entrar, quien llevaba un vestido verde aceituna, ceñido ala parte de arriba de su cuerpo, con los hombros desnudos y la falda algo acampanada a la altura de sus rodillas, calzada con unos zapatos negros altos de taco aguja, completando su atuendo llevaba un lazo, a tono con el vestido, rodeando su cuello.

Suspiró, dejó a su abuela y a su hermano con la conversación a medias y corrió a alcanzarla.

“Estás por demás hermosa”

Le dio un beso en la mejilla y le susurró al oído .

“Ese lazo te queda fantástico”

Cómo era de esperarse, Victoria se sonrojó.

“Gracias”

Respondió mientras sentía que sus mejillas le ardían.

Ambos sabían que el lazo cumplía la función de tapar la marca dejada en la mañana por Franco.

“¡Uf! Y aún más hermosa cuando te sonrojas”

Dijo él con picardía.

Eran tan hermosa.

“Basta, Franco, por favor”

Suplicó bajando la mirada.

“Vamos, nos esperan en el comedor”

La tomó de la mano y entrelazó los dedos con los de ella, así pudo sentir como temblaba por su contacto.

“Victoria, cariño, es tan adorable”

Dijo la anciana acercándose a ella para saludarla.

“Abuela que bueno verte”

“Ven, te presento a Luciano, el hermano de Franco”

“Hola, encantada”

Luciano le sonrió, tomó su mano y la besó.

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