Capítulo 30:

Victoria:

“No debí hacerlo”

Susurró.

“Fue algo cruel e imprudente de mi parte”

Volvió a besarla.

“Lo siento, lo siento tanto…”

Me di vuelta y quedé frente a él, casi pegada a su cuerpo.

Clavó su azul mirada en la mía y acarició dulcemente mi rostro.

Besó mi frente y me abrazó con fuerza.

Por unos segundos no supe que hacer, pero finalmente le correspondí el abrazo.

Pude sentir como su cuerpo se aflojaba y suspiró.

“Podrás perdonarme por esto, hay momentos en los que no puedo controlarme”

“Tal vez me lo merecía… “

Tomó mi rostro con ambas manos y recostó su frente a la mía.

“No digas eso. Sin importar lo que hagas, nunca te merecerás que un hombre te haga daño. Odio a tu padrastro por lo que pudo haberte hecho y vengo yo a lastimarte”

“Tampoco es para tanto”

Dije sonriendo, tratando de aflojar la tensión entre ambos.

Narrador:

“¿Dónde estabas anoche?”

“Por ahí”

“Luciano, esa no es manera de responderle a tu abuela”

El joven se acercó a la anciana y la abrazó.

“Perdona, abuela, tenía planes”

“Era importante, tu hermano trajo a su novia”.

“¿A Victoria?”

“Exacto, ¿De dónde la conoces tú?”

Luciano lo medió unos segundos.

“Fui a buscar a Franco a la casa vieja y la vi allí”

“Es hermosa”

“Si, mucho”

“Bueno esta noche volverá y se quedará con nosotros aquí”

“¿En la mansión?”

“Sí, en una habitación de huéspedes. Es que no puede quedarse en esa casa mugrienta”

“¿Y que dijo Franco?”

“No le gustó mucho al principio, pero creo que Victoria lo convenció de que era lo mejor”

“¿Y qué te pareció ella?”

“Es muy dulce, tu hermano está embobado con ella, se le nota, pero no sé si ella estará a su altura”

“No empieces, abuela, con lo de la altura…”

“No, sino lo digo por mal. Solo que pareciera faltarle un poco de carácter, tengo miedo que Franco lo estropee, así que tenemos que tratar de que se casen cuanto antes”.

“Me voy a la cama, no quiero ser parte de tu siniestro plan”

Se rió y se fue a su dormitorio

Franco:

¿Cómo pude hacerle eso?

Me comporté como los animales que odio.

Victoria me despierta sentimientos que nunca sentí.

Quiero protegerla de todo y todos, pero al mismo tiempo someterla a mí.

“Franco, ¿Estamos bien?”

Me preguntó abrazándome.

No le respondí, no pude.

“Te dejo para que puedas vestirte, y no olvides juntar tus cosas para llevarlas a la mansión”

Me libré de sus brazos y salí de la habitación.

Estaba desorientado, por primera vez en mi vida estaba frente a una situación que no sabía cómo resolver.

Di un par de vueltas por la casa pensando, tratando de aclarar mis ideas, aunque sin éxito.

Me detuve y la vi bajar las escaleras, al verme suspiró.

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