Victoria, la novia alquilada -
Capítulo 27
Capítulo 27:
Victoria:
Le pedí que se quedara conmigo, y a diferencia de lo que había hecho hacía un rato, accedió. Se sentó a mi lado, recosté la cabeza a su hombro y me abrazó, frotando mi espalda.
Sentir el calor de su torso desnudo en mi cuerpo me hizo estallar de deseo, su exquisito olor, su piel tan suave, sus manos tan fuertes, el sonido de su respiración y ver en su clavícula el latido de su corazón.
Fueron demasiado para mí.
Levanté la vista y observé su rostro, iluminado por la luz que entraba por la ventana, con una leve sombra de barba.
Era perfecto.
Pesé en cómo sería sentir el roce de su barba por mi rostro, pero sobre todo por mi cuerpo.
Así que en un movimiento y sin pensarlo estaba encima de él.
Lo miré profundamente y me acerqué a besarlo.
Pero él me corrió y caí sobre la cama.
“No es lo que quieres, Victoria, no es buena idea, chiquilla. Ya lo hemos hablado, no puedo tocarte, no me hagas esto, por favor”
Se puso de pie y me miró de una forma tan fría que me desgarró el corazón.
“Si no te pasa nada, voy a dormir, que descanses”
Y se fue.
Me senté en la cama abrazada a mis rodillas y lloré, creo que toda la noche sin parar.
Lo había estropeado, seguramente al otro día me botara y romperá nuestro contrato, porque en él decía específicamente que él no podría tocarme, besarme ni tener algún tipo de conducta se%ual para con mi persona si yo no lo autorizaba específicamente y por escrito; pero también decía que yo no podía provocarlo de ninguna manera se%ual sin que hubiera dado yo primero mi consentimiento.
En resumen, vi%lé el tratado.
Ahora quedaba esperar las consecuencias.
…
Narrador:
La noche había pasado sin más sobresaltos.
Franco se había levantado temprano a correr como todas las mañanas.
Victoria lo vio al asomarse a la ventana.
Su corazón se agitó de tal forma que parecía que le saldrá del pecho.
Temblaba de miedo, pues seguro Franco estaría muy enojado con ella por lo sucedido la noche anterior.
Y, como si fuera una niña pequeña, se volvió a meter en la cama y se tapó hasta la cabeza.
“Franco, querido, me encanta que podamos desayunar juntos, hace tanto no lo hacemos”
“Abuela, es que tengo que esperar por Victoria, debemos ir a ver unos materiales para la casa y casi con seguridad tengamos que ir a levantar su coche”
“Mi niño”
Dijo su abuela acariciándole el brazo.
“Estoy tan feliz por ti, Victoria es una criatura adorable. Seguro te hará muy feliz”
Franco sonrió, estaba consiguiendo su cometido.
“Sí, lo es, ella ha traído frescura a mi vida. Ha traído paz”
Al oírse lo dicho cayó en la cuenta de que estaba hablando en serio, que no era solo por la farsa, en realidad Victoria le había dado un aire fresco a su vida.
Eso le asombró.
“Me encanta oírte hablar así”
Él sonrió y bebió de un sorbo su café
“Hablando de ella, voy a despertarla”
“Tomate tu tiempo, cariño, ya sabes que soy una anciana moderna”
Rió y siguió su camino hacia el dormitorio de Victoria Llegó a la puerta y dudó en entrar.
Lo pensó por unos segundos y me metió sin llamar.
Encontró a la joven totalmente tapada en la cama.
Se sentó a su lado.
“Despierta, Victoria, tenemos que salir de aquí”
“No quiero”
Contestó enseguida.
“¿Cómo que no quieres?, ¿Te sientes mal?”
Preguntó preocupado.
“No”
Respondió ella.
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