Victoria, la novia alquilada -
Capítulo 25
Capítulo 25:
Franco:
¡Por los cielos!
Esa mujer me vuelve loco.
Es por demás hermosa, fresca y en suma inteligente.
¡Maldita la hora que firmé un papel que dice que no puedo tocarla!
Ahora mismo la hubiera tirado sobre la cama para pasarle las manos por todo ese hermoso cuerpo, y mis labios por toda su piel, por las partes que conozco y he visto, pero sobre todo por las que aún me oculta.
Si supiera las veces que ha sido mía.
Las veces que en mi mente y en mis sueños le he hecho el amor de mil y una forma, de maneras que jamás he tenido se%o con nadie.
Ella no tiene idea de que suda sensualidad y me pone de cabeza.
Ahora se viene para la mansión, ya no puedo elegir cuando verla, sino que la veré todo el tiempo y no puedo ignorarla o todo el plan se viene a pique.
Traté de no seguir pensando es eso y le llevé la sudadera o no tendría que ponerse al salir de la ducha.
Me acerqué a su puerta y llamé, pero no me respondió, así que abrí la puerta y entré sin más.
Victoria aún no había salido, me senté en la cama y la esperé.
De pronto se abrió la puerta del baño y apareció ella, con el cabello suelto mojado y vestida solo por una toalla que le abrazaba por encima de sus perfectos senos.
La miré sin decir palabra, solo estaba esperando el mínimo descuido que hiciera que la toalla se deslizara por su cuerpo y lo revelara totalmente desnudo frente a mí.
Solo con pensarlo, mi boca segregó saliva, como si se tratara del más exquisito manjar y, por supuesto, mi entrepierna se abultó al máximo.
Al verme se sobresaltó, al ponerme de pie mi primer instinto fue arrancársela con mis manos y traerla hacia mí, besarla de forma fulminante y hacerle el amor de forma feroz.
Pero el caballero que habita en mi ganaría la batalla y mi coherencia haría que saliera de la habitación dejando la sudadera sobre la cama.
Al llegar a la puerta me habló al fin.
“¿Te vas?”
Dijo casi en un susurro que erizó mi piel.
Me di vuelta y la miré totalmente descolocado.
¿A caso me estaba haciendo una invitación o solo quería seguir conversando?
No supe cómo reaccionar, no quería estropearlo todo, porque de quedarme seguro no me contendría y haría una locura.
Así que me volví sobre la puerta y salí del dormitorio.
Entré en el mío.
Por largo rato estuve tratando de conciliar el sueño, algo que me fue imposible.
‘¿Te vas?’
Eso sonó en mi cabeza una y otra vez, era un susurro que se oía como un grito.
“¿Y si le sucede algo, por eso no quería que me fuera?”
Me pregunté, creo que fue una excusa para hacer lo que hice a continuación.
Luego de meditarlo por unos segundos.
Me puse de pie, me coloqué el pantalón del pijama y fui a su habitación.
En la puerta estuve a punto de arrepentirme, pero no lo hice, así que apenas toqué, pero no obtuve respuesta.
“Vic, ¿Estás despierta aún?”
Pregunté en voz baja.
Pegué la oreja a la puerta pero el silencio reinaba.
Tomé la empuñadura y la giré lentamente.
Estaba sin cerrojo.
Entré…
Una tenue luz que se colaba por la ventana, producto de una que había quedado por mal cerrada la gruesa cortina, hacía que, en la penumbra, la viera recostada en la cama, con mi sudadera puesta.
Me recosté a la pared, junto a la entrada para observarla.
Era en realidad muy hermosa, más de lo que había notado hasta ahora.
Dormía, por momentos su respiración era calmada, pero por otros se agitaba y g$mia.
Rogué porque eso se debiera a algún sueño mojado que tuviera conmigo y no a una pesadilla ocasionada por el recuerdo de su padrastro.
Ese animal al que quería ponerle las manos encima y hacerle sufrir por lo que le había hecho a mi dulce Victoria.
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