Capítulo 24:

Narrador:

“¿Yo?, que va. Solo hago mi papel, el novio enamorado”

“Joder, Franco, en serio, me pones nerviosa”

“Vic, no creerás que te vi%laré delante de mi abuela, ¿Verdad?”

“Bueno…no”

“Entonces, ¿Cuál es tu miedo?, tu teme si soy así cuando estamos solos, pero en público…nada que temer”

“Tienes razón, soy una tonta. Pero recuerda que la proximidad me asusta un poco y nada tiene que ver contigo, ya lo sabes”

“Sí, lo sé. Y aunque no me creas trato de ayudarte y que se te vaya eso, así puedes volver a estar con un hombre sin tenerle miedo”

Volvió su abuela con Renata y el café

“¿Y te estás quedando en esa horrible casa?”

“En realidad es hermosa, abuela. Y la estamos reciclando”

“Sí, pero es un tiradero, creo que tendrías que venirte para aquí”

“¿Para aquí?”

“Sí, haré que te acondicionen una de las habitaciones de huéspedes”

“No es necesario, me gusta estar allí”

“No, mi vida, no se hable más. Mañana te vienes”

“Como gustes, espero no molestar”

“Abuela, no esperes que Victoria esté mucho tiempo aquí, ella tiene que ayudarme con el reciclaje”

“Si, el chofer la llevará a donde necesite y cuando lo necesite”

“No será necesario, su auto llegará mañana o pasado”

“¡Oh, sí, mi coche!, lo había olvidado”

Franco se puso de pie.

“Ahora debemos irnos, es tarde ya”

“No, que va. Se quedan, mañana pueden ir por sus cosas”

“Abuela, no molestes”

“No, Franco, está bien, si hay una habitación para mí, me quedaré desde hoy”

Franco la miró molesto.

“Ahora quisiera irme a dormir”

Lo miró y preguntó.

“¿Tienes una sudadera que me prestes para dormir?”

“Claro, cariño, vamos”

Se despidieron de la anciana y se dirigieron al dormitorio de huéspedes.

Una vez allí, Franco cerró la puerta con llave.

“¿Qué haces, Franco? ¿Por qué cierras la puerta?”

“Quieres volverme loco, ¿No?”

“¿Por qué?”

“No era parte del plan que te mudaras aquí”

“¿Querías llevarle la contra a la ‘dulce viejecilla’ de tu abuela?, eso sería meterse en la boca del lobo”.

“Déjala que crea que puede dominar tu vida, así te dejará tranquilo, al menos un tiempo”

“No tienes idea. Lo próximo que hará es presentarte en sociedad como mi novia, luego compromiso y cuando menos lo esperes estarás diciendo ‘si acepto’ en el altar”

“¿Será para tanto?”

“No tienes idea de lo que es capaz. Aunque no me disgusta tanto la idea…”

Sonrió maliciosamente y acarició el rostro de la joven.

“Ya, dame tu sudadera que quiero dormir”

“Como mande, mi vida”

Y salió de la habitación.

Cada vez que Franco se ponía cariñoso con ella cuando estaban solos, ella alucinaba, pues sabía que no era una actuación, pero su proximidad la intimaba.

Casi al punto de asustarla.

Sabía que jamás podría intimar con él aunque lo quisiera.

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