Capítulo 23:

Narrador:

Victoria se abrazó a él y Franco acarició su cabello.

“Mejor no hablemos de eso aún”

Levantó su rostro y lo miró fijamente, él casi se pierde en los celestes ojos.

Suspiró y se separó de ella.

“Difícil poder cumplir mi promesa si sigues haciendo esto, vámonos ya”

El corrió delante de ella para abrirle la puerta del coche y ayudarla a subir.

Victoria sonrió complacida.

“Vamos por tu abuela”

“Ahora también es la tuya, ya la oíste “

Ambos rieron.

En pocos minutos estaba en la Mansión de Angelis.

Al salir del coche, Victoria tropezó producto de sus nervios, Franco le ofreció su brazo y la sujetó con firmeza.

Se acercó a su oído y le susurró.

“Eres una reina, esta noche, no lo olvides, estás hermosa”

Y le besó la mejilla.

Obviamente ardió su rostro.

“Adoro cuando te sonrojas”

Por suerte la abuela interrumpió el incómodo momento.

“Bienvenida a casa, tesoro”

Dijo Doña Berta abriendo sus brazos, esperando que la joven la abrazara, por supuesto Victoria lo hizo y besó ambas mejillas arrugadas.

“No sabes lo feliz que me hace conocer una novia formal de mi nieto”

“Hola, abuela, buenas noches, gracias por la bienvenida”

Franco estaba complacido con la escena.

Ambos entraron a la casa.

“Vayamos al comedor, que Renata ya debe tener todo preparado, espero no te moleste que Luciano no nos acompañe hoy, no sé qué tenía que hacer”

“Mejor, abuela, nunca es bueno mi hermano en reuniones familiares”

“No seas tan duro con él, con todo lo que ha pasado”

“¿Lo que ha pasado?”

Dijo con tono irónico.

“¿Perder a sus padres siendo un niño aún?, ¿A eso te refieres?”

Soltó un largo gruñido.

“¿Te olvidas que me pasó lo mismo, que sus padres muertos son mis padres muertos?”

“No, cariño, claro que no”

“A veces lo parece”

“Solo que tú eres más fuerte”

Franco estaba por demás molesto, Victoria sintió compasión por el joven y comenzó a comprender lo que él le había contado y que lo impulsó a hacer lo que hizo.

Ella se acercó a él y lo abrazó por el cuello.

“No creo que sea buen momento para éstas conversaciones, ¿No lo crees, mi amor?”

“Tienes razón, Vic, perdona”

Franco la abrazó por la cintura y besó la punta de su nariz.

“Adoro verte así, Franco”

Interrumpió su abuela.

“Pasemos al comedor”

Respondió Franco y apoyando la mano en la espalda de Victoria, se dirigieron a la mesa.

La cena fue un interrogatorio, al mejor estilo la CIA.

Franco estaba fascinado de cómo se desenvolvía Victoria.

Luego de la cena fueron al gran salón a tomar el café, Victoria se sentó junto a él, y éste pasó su brazo por los hombros de ella haciendo que se recostara en su pecho.

Su abuela fue a pedirle a Renata que trajera el café.

“Lo estás haciendo de maravilla”

Le dijo al oído.

“Y tú te estás aprovechando un poco”

Dijo sonriendo.

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