Capítulo 14:

Victoria:

“¿Cenamos hoy?”

“Eso sí que no me lo esperaba”

“Sí, claro”

Le respondí sin pensarlo.

“Bien, yo llevo a cena, nos vemos en casa”

Me soltó y se fue.

“Nos vemos en casa”

Eso iba a retumbar todo el día en mi cabeza.

Narrador:

Victoria había pasado el día perturbada.

No solo por lo que había hecho en su cama, pensando en él, sino por la cena que se avecinaba.

Al terminar su turno corrió a la casa con la esperanza de llegar antes que Franco.

Pero no tuvo esa suerte, ni bien pasó el pesado portón se encontró con su coche en la entrada.

Una vez que estuvo dentro de la casa se dirigió a la cocina.

Allí estaba él cocinando.

Se paró en el umbral y lo observó por unos minutos.

Se había quitado el saco y la corbata, pero mantenía el pantalón de vestir y la camisa blanca algo ajustada a su cuerpo.

“Hola”

Murmuró

“Hola”

Respondió él con una enorme sonrisa.

“Espero tengas hambre, he preparado una pasta con mi salsa secreta, espero te guste”

“Seguro que sí, pero antes me gustaría darme un baño, si no te molesta, claro. Es que el día ha sido por demás largo y estoy cansada”

“Por supuesto, yo voy poniendo la mesa”

Levantó la vista y la desnudó con la mirada.

“A menos que quieras mi ayuda”

“No, creo que puedo sola”

Caminó un par de pasos y se dio vuelta a mirarlo.

“Cualquier cosa te aviso”

Y se fue corriendo Franco echó a reír.

Parecía una niña que había cometido una travesura.

Sabía que no era una invitación, solo era una picardía, por ello se quedó tranquilo en la cocina haciendo los preparativos para la cena.

Victoria se bañó a toda prisa, se vistió con un jean nuevo que se había comprado hacía unos días y una blusa, algo transparente blanca.

Luego de unos minutos volvió a la cocina.

“Mmm… huele de maravilla”

“Siéntate, espero te guste”

“Yo creo que sí, y si no te mentiré”

Rio con desenfreno Franco sirvió la cena y se sentó frente a ella a comer, tomó un poco de vino, ella solo refresco, pues no estaba acostumbrada a beber y no quería pasar vergüenza.

“Esto estuvo delicioso, Franco, hacía mucho que no comía tan rico, muchas gracias”

“Niña, te lo mereces, me alegro te haya gustado”

Se levantaron de la mesa y fueron al salón donde Franco ya había encendido la chimenea hacia un rato y el habiente estaba muy agradable.

Había puesto una manta en el suelo frente a ella.

Ambos se sentaron allí.

Luego de unos minutos de silencio algo incómodo.

“¿Qué haces aquí, Franco?”

“Ceno”

“No, realmente, ¿Qué haces aquí?”

“Pues voy a reciclar la casa y me encontré contigo, y ahora, te repito, ceno”

“Sigues rehuyendo la pregunta”

Victoria giró y quedó frente a él.

“¿Qué es lo que haces aquí conmigo, Franco?, puedes tener miles de mujeres a tus pies alabándote o más bien adulándote”

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