Capítulo 10:

“¿Quieres que me vaya a dormir a otra?”

“No, ¡Qué va!, me encanta la idea de que estés calentando mi cama”

Victoria sintió el fuego apoderarse de su rostro.

“Me encanta cuando te sonrojas, quedas más hermosa aún”

“Tú tienes la facilidad de lograrlo, así como de incomodarme”

“No es mi intención incomodarte, yo soy así, no puedo dejar mi papel de seductor, menos cuando estoy frente a una mujer por demás hermosa”.

“Yo te agradezco los halagos, pero me ponen un poco tensa”.

“Muy bien, lo tomaré en cuenta de ahora en más”

“Gracias”

“Debo reconocer que te admiro y envidio un poquito…”

“¿Tú, envidiarme?”

“Si, pues eres una mujer muy fuerte y decidida”

Hizo una pequeña pausa para explicarse mejor.

“Dejaste atrás todo sin saber lo que te deparaba el futuro y estás haciendo hasta lo imposible para salir adelante. Eso es algo que poca gente hace. Casi todo el mundo cae en un pozo depresivo y, si no viene alguien a sacarlo, se hunde cada día más”

Victoria notó tristeza en las palabras de Franco, el sentimiento que expresaba era sincero.

“¿Cuál es tu historia, Franco?”

“Supongo que no tengo mucha…”

“Todos tenemos, yo te conté la mía, lo justo sería que me contaras la tuya”

“Nada interesante, soy el típico chico rico, que queda huérfano y su matriarcal abuela lo cría. Tuve que hacerme cargo de la empresa constructora de la familia a muy temprana edad. Se espera que sea perfecto, que me case pronto con una bella mujer de la alta sociedad y tenga unos hermosos niños”

Suspiró.

“Pero nada más lejano a mi interés, entonces ya se rumorea que no me gustan las mujeres”

“¿Entonces?”

“Entonces nada, es lo que toca”

Se arqueó de hombros y se puso de pie.

“Voy a recorrer la casa para planificar el siguiente paso en la restauración”

Victoria le sonrió

“¿Puedo acompañarte?”

Preguntó la joven poniéndose también de pie, la sombría mirada de Franco cambió por una radiante de azul intenso.

“Me encantaría”

La miró de arriba abajo y sonriendo continuó.

“Pero sería bueno que te vistieras un poco, a ver si voy a tener que tocar tu pierna nuevamente”

Con la sorpresa de encontrarse a Franco en la cocina, Victoria no había reparado que de la cintura para abajo estaba en ropa interior y que la sudadera que llevaba encima solo cubría hasta el borde de sus nalgas.

Le volvió el rojo intenso a su cara.

Franco se acercó a ella y le dio un dulce beso en la mejilla.

“Sin duda alguna, eres aún más hermosa cuando te sonrojas. Te espero en el jardín”

Sin decir más nada salió de la casa.

Victoria:

¡Madre mía!, ¿Cómo pude no darme cuenta que estaba casi desnuda delante de él?

Por un lado trato hacerme respetar y por el otro me le paseo en bragas por las narices.

Va a pensar que estoy un poco sonada.

Lo veo tan relajado, tan informal, metido en sus jean y su sudadera negra.

Su voz es serena y pausada, aunque muy sensual.

No parece el mismo hombre que arrastró a su hermano a la silla y luego casi se propasa conmigo en la cafetería.

Esta versión del señor perfecto, me encanta.

Es adorable.

Gracias a mi padrastro me siento muy nerviosa y ansiosa cuando estoy sola con un hombre; pero con Franco es diferente, es osado y siempre habla con doble sentido, pero me siento confiada con él, casi no le conozco, pero me siento segura a su lado.

Me vestí de forma decente y antes de bajar miré por el gran ventanal hacia el jardín.

Allí estaba él, con una mano en el bolsillo y la otra tomaba su nuca dejando descansar su codo sobre su pecho, sobre su muy musculoso y desarrollado pecho.

Por donde lo mirara era perfecto.

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