Vendida como novia de un magnate -
Capítulo 70
Capítulo 70:
POV Sofía.
Quería decir que todo fue muy feliz y que los días eran bellísimos, y sí, pero no podía negar que la vida real no era color de rosa.
Aunque habíamos dejado atrás la pesadilla de nuestro pasado en México y estábamos disfrutando de nuestra nueva vida en E$tados Unidos, no todo fue un camino de rosas.
La realidad de adaptarse a un nuevo país, criar a un bebé demandante y estudiar mercadeo al mismo tiempo resultó ser un desafío abrumador.
La maternidad me había transformado de muchas maneras, pero también me había dejado exhausta.
lan demandaba mi pecho cada veinte minutos, lo que me dejaba con pocas horas de sueño.
Aunque Lucia estaba siempre ahí para ayudarme, no podía evitar sentirme agotada tanto física como emocionalmente.
Comencé a estudiar mercadeo cuando lan cumplió cuatro meses.
A pesar de las dificultades, estaba decidida a continuar mi educación y aprender más sobre el mundo empresarial en el que Gael se desenvolvía con éxito.
Aunque me encantaba formar parte de su grupo de trabajo y aprender de él.
Era evidente que no podía seguirle el mismo ritmo, especialmente con un bebé que necesitaba mi atención constante.
Gael, por su parte, estaba comprometido en ser un padre presente y amoroso, pero también estaba enfocado en su carrera y en asegurar un futuro estable para nuestra familia.
A menudo, me sorprendía con gestos de apoyo y amor, pero había momentos en los que me sentía abrumada por la cantidad de responsabilidades que tenía.
Las noches sin dormir y los momentos de agotamiento valieron la pena cuando veía a lan sonreír o cuando lograba avanzar en mis estudios.
La vida no era perfecta, pero era nuestra vida, llena de amor, sacrificio y determinación.
Cada día, nos recordábamos por qué habíamos luchado tanto para estar juntos y por qué valía la pena enfrentar cualquier desafío que se nos presentara.
Con el tiempo, la maternidad se convirtió en una experiencia enriquecedora y mi amor por lan crecía más y más cada día.
Y aunque la vida real tenía sus altibajos, no cambiaría nada de lo que habíamos vivido juntos.
“Mami”.
Se me cayeron todas las carpetas de las manos, cuando Ian tenía su plastilina regada en mis trabajos impresos.
“lan”.
Su sonrisa se ensanchó, tenía cuatro años, y adoraba ensuciar todo con la plastilina. Dios.
“Oh Dios”.
Lucia entró al despacho.
“¿Quién es el chico más inteligente que hace esculturas preciosas?”
A lan le brillaban los ojos con ella y me acerqué a ver los gráficos arruinados en las hojas.
“No pasa nada, volveré a imprimir”.
“Mami… ¿Es cierto que iremos al parque jurásico?”.
Miré a Luci.
“Su tío se lo dijo… hace unos días… no deja de repetirlo”.
“Ammm… sí amor, iremos, pero luego de una fiesta que tenemos pronto ¿De acuerdo?”.
Me graduaba en una semana, y ya estaba de lleno en la empresa.
Se suponía que estos gráficos serían una estrategia de venta, pero claro, era más importante la plastilina.
“¿Me dejas ir con el tío?”.
Volví a mirar a lan.
“Mi precioso… el tío está de viaje… no sé cuándo regrese”.
Tomé los papeles y los metí al bote de basura y luego me puse en acción en la computadora de nuevo.
“¿Y con papá?”.
Dejé de teclear y Lucia me sonrió.
“Ven aquí… quieres muchos abrazos y besos”
lan me abrazó dando besos por todo el rostro y asintió.
“Si quiero, pero quiero más, ir al parque jurásico”.
“Bien… ¿Cuándo quieres ir?”.
“¿Puede ser ahora…?”.
Me reí y negué.
“No mi amor, pero será pronto… además, ¿No ibas a acompañarme a probarme mi vestido?”.
“¡Mamá! Las cosas de vestidos no me gustan… quiero el parque jurásico”.
Resoplé.
“Necesito a Cristian ahora”.
Mi hijo tenía una conexión especial con Cristian, era innegable, así que cuando dos días después que su tío aterrizó nuevamente en Manhattan, dejé que fuera con lan al parque jurásico, en compañía de Lucia.
Y una semana después, estaba allí con Gael en medio de un bullicio, y el acto de mi graduación, casi cinco años después de haber comenzado la carrera, aunque me parecía irreal.
“¿Qué haré con una mujer tan hermosa, inteligente y guerrera?”, lo abracé con fuerza.
“¿Y qué haré con un hombre tan perfecto?”.
Gael curvó su boca y me besó.
“Es mejor que vayas a tu puesto y recibas tu título”.
“Nuestro título… me ayudaste mucho”.
“Es tuyo, solo tuyo… y no te ayudé, hiciste todo sola, no hay mérito para nadie más”.
Los aplausos nos dijeron que era el momento de ir a mi puesto, y me sentí una niña al estar en medio de todos.
Que dijeran mi nombre como Sofía Koch, me estremeció el alma, estaba demasiado nerviosa cuando en mis sandalias altas me dirigí al estrado, y recibir mi título, fue algo que realmente me llenó.
Y no era porque había necesitado de un hombre para realizar esto, estaba agradecida porque la vida me había dado una oportunidad.
Una oportunidad a una chica pobre, que intentaba sobrevivir y que, de un momento a otro, estaba incluso perdiendo lo poco que tenía.
Era como agrio y dulce, era como un frío, pero también un calor.
Había vivido mis momentos más duros, los más dolorosos, pero también los más felices, y ahora que podía entender cómo se construía realmente los sueños, entonces, creo que no cambiaría nada.
Nada que no me diera el resultado de lan, de Gael, de la familia que tenía, y de esta lucecita, que ahora estaba en mi v!entre, y a la cual revelaría hoy en la cena.
Había sido vendida al mejor hombre, que nunca me trató como una compra, sino más bien como su mejor regalo.
Cuando me giré, alcé mi título mirando en una sola dirección, y mi sonrisa, junto a la suya, se conectaron en un hilo mágico que siempre nos mantenía unidos…
Sí, estaba tan sorprendida como todos los que conocen a Cristian, y cuando él se sentó en la sala, y le tomó la mano a Lucia y entrelazó sus dedos con ella, Gael y yo nos miramos, con sorpresa.
“Queremos casarnos”, quería decir muchas cosas, pero nada salía de mi garganta, y solo pensé:
´¿En qué momento?´.
Pero había una respuesta, era evidente que estaba ocupada en mi mundo en todo este tiempo y no había podido notar su romance, además, lan siempre había sido la flecha de estos dos.
“Estoy impactada”, miré a Lucia, sus mejillas estaban rojas, y bajó la mirada.
“Estoy muy feliz por ti”.
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