Una madre de alquiler -
Capítulo 88
Capítulo 88:
Era un día normal como cualquier otro. Amanda estaba en la sala trabajando con su computadora portátil porque Lucy se había dormido y quiso aprovechar el tiempo para adelantar algunas tareas. Cuando Anthony volvió temprano de la empresa, vio a su novia concentrada y se acercó para saludarla con un beso en el cuello.
“¿Qué hace mi princesa?”
“Hola, amor. Estaba terminando unas cosas para mañana”.
“El trabajo déjalo en la oficina” la regañó.
“¿Qué pasó que viniste tan temprano?”
“Me cansé de trabajar. No tenía nada más que hacer, así que me fui”.
“El jefe es el jefe” dijo ella entre risas, y él sonrió divertido.
“Me voy a bañar. Ve a cambiarte porque vamos a salir”.
“¿Nosotros solos?”
“Sí, mi amor”.
“¿Puedo saber adónde?” preguntó ella con curiosidad.
“No, es una sorpresa”. Le dedicó una sonrisa pícara.
“Me encantan tus sorpresas, pero esperar me pone ansiosa”. Ella se rio.
“Entonces date prisa”.
La joven subió las escaleras corriendo emocionada para empezar a arreglarse, mientras Anthony fue a su cuarto a darse una ducha y vestirse. Cuando estuvo lista, bajó a la sala, donde su novio la estaba esperando”.
“Guau, estás hermosa”. La miró asombrado.
“Gracias. Tú también estás muy guapo”.
“¿Vamos?”
“Sí”.
Subieron al coche y se dirigieron hasta el lugar de la cita. Amanda estaba muy ansiosa y expectante, así que Anthony le tomó la mano durante todo el camino, feliz de verla tan contenta. Al cabo de una hora, llegaron a destino. Él estacionó frente a un restaurante cerca de la playa y, tras hablar con un hombre que estaba en la recepción, fueron al otro lado del establecimiento, donde había un área exterior privada que tenía una vista preciosa a la costa.
“Amor”. Ella suspiró emocionada. No podía creer lo que estaba viendo.
“¿Te gusta?”
“Me encanta, es perfecto”.
“Me alegro. Ven”. La llevó a la mesa y corrió una silla para que la joven se sentara. Amanda estaba embelesada observando cada detalle y mirando el mar, que brillaba con la puesta de sol. Él abrió una botella de vino y le sirvió una copa. Brindaron y bebieron con gusto”. ¿Y? ¿Qué te pareció la sorpresa?”
“Fantástica”.
“¿Creías que eras la única que sabía hacerlas?” bromeó su novio.
“Me superaste por completo” rio ella.
“Pero eso no significa que tus sorpresas no sean especiales y maravillosas. Me encanta todo lo que haces por mí y no lo cambiaría por nada”.
“Eres increíble. Gracias por todo, en serio.
“Te mereces el mundo entero. No escatimaré esfuerzos para hacerte feliz”. Le sonrió. “¿Estás contenta?”
“¿Mucho y tú?”
“También. Me trajiste mucha felicidad y me diste una vida nueva. Gracias por estar conmigo, por meterte en esta aventura y enfrentar tus miedos con ese temple tan dulce que tienes”.
“Me demostraste que valía la pena luchar por ti y eso fue suficiente”.
Él le acarició el rostro y le besó los labios con calma y ternura. Se miraron sonrientes hasta que, a los pocos minutos, se acercó un mesero para dejarles unos bocadillos deliciosos.
“Amor, deberíamos volver rápido para ver a Lucy, ¿No?” dijo ella, preocupada de que la niña se despertara angustiada al no encontrarlos en casa.
“Esther se quedará con ella hasta que volvamos. Estará bien”.
“Bueno”.
“No quiero que te preocupes por nada hoy”.
“¿Hay más sorpresas?” preguntó la joven con una sonrisa curiosa.
“No lo sé” contestó Anthony en tono pícaro.
“¡Amor!” rio ella. Tenía sus sospechas, pero él siguió comiendo como si nada.
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