Una madre de alquiler
Capítulo 87

Capítulo 87:

Pasaron dos meses y la rutina continuó siendo la misma: el noviazgo de Amanda y Anthony se hacía cada vez más fuerte y su felicidad no paraba de crecer. En la empresa, todo marchaba con normalidad, pues la joven ya estaba adaptada y se desempeñaba con destreza. Su novio siempre iba a verla a la oficina, muy orgulloso de que trabajara con tanta dedicación y soltura.

Por su parte, Lucy estaba bien y feliz de que sus padres estuvieran juntos. A veces, dormía con ellos en la habitación de Anthony o lograba escabullirse allí algunas mañanas. Sin embargo, Amanda aún no compartía habitación con su novio porque quería mantener cierta privacidad, a pesar de que dormía en la cama de él la mayor parte del tiempo.

De vez en cuando, compartían algunos momentos picantes, pero se limitaban más que nada a caricias. Durante su último encuentro, Amanda tuvo un mal presentimiento y resurgieron algunos recuerdos, así que pararon y no volvieron a intentarlo después de eso. Anthony estaba que reventaba de felicidad: no necesitaba nada más en su vida porque ya lo tenía todo con su hija y su novia.

Cada vez se sentía más afortunado por estar junto a su amada y no podía imaginarse sin ella ni en un millón de años. Jamás hubiera pensado en volver a abrir su corazón, pero su vida había dado un giro inesperado. Si bien solía estar contento con las fiestas y las salidas nocturnas, nada se comparaba con tener a Amanda a su lado, pues no tenía dudas de que era la mujer de su vida.

Ella era con la que quería pasar el resto de sus días y podía decir con seguridad que la amaba con todo su corazón. De la misma forma, Amanda sentía como si estuviera viviendo en un cuento de hadas. Su vida también había cambiado por completo y todo parecía ser un sueño maravilloso: tenía un novio magnífico y una hija increíble.

Estaba pasando justo aquello que jamás se había atrevido a imaginar, pues estaba tan enamorada que no podía verse sin Anthony. Lo único que deseaba era poder ser suya en cuerpo y alma, pues a pesar de que intentaba ser fuerte, por dentro estaba muy triste por no poder entregarse a su novio por completo.

Sabía que él no iba a presionarla, pero a veces desconocía cómo ayudarla. Sin embargo, ella estaba feliz porque disfrutaba mucho de su familia, de su rutina diaria y del trabajo. Además, se había hecho amiga de Steven y, algunos fines de semana, volvía a su casa anterior para pasar la tarde con Cindy, quien estaba bien con Ken y ya no se peleaba tanto con él.

En definitiva, Amanda estaba locamente enamorada de Anthony: le hacía varias sorpresas, como, por ejemplo, organizar una cena romántica para dos cuando llegaba del trabajo, preparar un baño a la luz de las velas o tomar un paseo por el jardín con vino y bocadillos de por medio.

Siempre buscaba crear momentos felices y maravillosos juntos. Anthony, por su parte, tenía muchos planes para el futuro y tenía un poco de miedo de dar un paso importante. Sin embargo, sabía que la amaba, pues ella había logrado que su corazón se acelerara de nuevo, su cuerpo se estremeciera y la atención de otras mujeres no valiera nada.

No era una cuestión encontrar el momento adecuado, sino a la persona indicada. A pesar de la convicción que tenía de sus sentimientos, un miedo paralizador seguía tocando la puerta de su corazón porque sabía que ella era el amor de su vida, pero admitirlo en voz alta representaba un riesgo que había pensado en no volver a correr.

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