Una madre de alquiler -
Capítulo 66
Capítulo 66:
Amanda volteó la cara y él le empezó a besar su cuello, frotándole la barba. Como le hacía cosquillas, ella no pudo contenerse y se echó a reír. Entonces, viendo que el hielo se había derretido, Anthony la besó.
Ken, por su parte, se acercó a Cindy y se acostó en su silla, que estaba inclinada. Cuando vio que era él, Cindy se tapó la cara con la toalla. Él ajustó la silla para que quedara sentada.
“Estoy muy enojado contigo, pero no puedo alejarme, ¿Qué hago?” le preguntó.
“Quizás funcione que vayas y te ahogues en el mar”.
“¿Quieres que me muera?”
“Quiero que te vayas”.
“Si muero, ¿Quién te sacará de los quioscos?”
“Ja, ja; vete, eres un idiota”.
“Crees que es gracioso, ¿No? No fue divertido en absoluto, ¿No te dije que usaras pantalones cortos? Te estoy viendo prácticamente todo, amor”.
“Ves lo que tu imaginación quiere que veas, porque yo no veo nada”.
“Veo tus pechos afuera y esas braguitas diminutas”.
“¿Y tu bañador blanco? Si vamos a hablar, hablemos de todo. ¿Crees que no se te marcaba nada?”
“Ya me puse el pantalón, ¿Sí?”
“Pero no lo tenías puesto antes, te lo pusiste ahora”.
“¿Entonces vas a seguir enojada?”
“Sí, y si esas chicas no dejan de mirar, voy a ir a buscarlas”.
“No vas a ir a ningún lado; deja que miren, solo tú puedes tocar”.
“Estoy molesta”.
“Bueno, ten cuidado, que puedes estar en peligro”. Mientras hablaba, Ken se acercaba con intención de besarla, pero ella lo esquivaba; entonces le tomó el rostro con ambas manos y le plantó un beso, al que ella tampoco respondió. Cansado, la besó fuerte en el cuello y le dejó una marca.
“¿Estás loco?” se quejó Cindy.
“Para que aprendas a no rechazar mis besos”.
“Eres un pesado, ¿Sabías?”
“Y tú estás caliente”.
“¡Ja, ja, ja! Qué idiota”. Ella se rio y él la miró haciendo una mueca. Ya de mejor humor, se quedaron sentados juntos en las tumbonas.
Amanda y Anthony estaban sentados comiendo camarones y, de vez en cuando, él le robaba un beso. Cindy y Ken se les unieron y también los chicos, que habían regresado con las cervezas. Todos se quedaron allí juntos comiendo y bebiendo.
Pasaron las horas y, cuando empezaron a sentir hambre de nuevo, las chicas pidieron el almuerzo. Pronto se los llevaron y comieron y disfrutaron de la playa, del momento, del buen clima.
Peter seguía observando a Amanda y Anthony lo notaba; en un momento, siguió sus ojos para ver qué estaba mirando y se dio cuenta de que tenía la vista en la cintura de Amanda, que estaba de pie sosteniéndose el cabello. Anthony tiró de ella para hacer que se sentara junto a él y ella lo miró, confundida.
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