Una madre de alquiler
Capítulo 105

Capítulo 105:

Se quedaron ahí pasando el rato hasta que, horas más tarde, escucharon una bocina, por lo que Anthony bajó con su novia para recibir a los dos invitados.

“Cielos, no puedo creer que hayan venido” comentó Amanda, emocionada.

“Hola, amiga. Tardamos un poco más en llegar”. Cindy se rio.

“No hay problema”. Se dieron un abrazo.

“Hola, hermano” saludó Ken mientras bajaba del coche.

“Hola. ¿Estuvo bien el viaje?”

“Sí, me alegro de saber el camino y evitar el tráfico”.

“Hola, Ken” saludó Amanda con una sonrisa.

“Hola, cuñada”.

“Pueden dejar sus cosas en la sala y luego las subimos” anunció Anthony.

Entraron a la sala y Cindy se puso loca por la casa, pues le parecía bellísima. Sin embargo, en cuanto vio a Joy bajando las escaleras, frunció el ceño.

“¿Quién es esa chica?” le preguntó a su amiga.

“Es la hija de la criada. Está cuidando la casa” explicó Amanda, pero Cindy seguía teniendo una mirada sospechosa. “¿Qué pasa?”

“No me agrada”.

“No seas así, no la conoces”.

“Tú tampoco, así que no la defiendas y no te hagas su amiga”.

“Qué loca estás” bromeó Amanda.

“¿Qué susurran los dos?” preguntó Anthony.

“Nada, amor. Estábamos hablando de que a Cindy le encanta la casa”.

“Entonces vamos a la terraza. Allí le podrás mostrar la vista”.

Él y Ken se fueron, mientras que Amanda se dispuso a mostrarle todo el lugar a su amiga. Las dos estaban muy felices de estar juntas, por lo que disfrutaron mucho el recorrido, sobre todo Cindy, que chillaba de emoción con cada habitación que visitaban”.

“Amiga, tengo una invitación para ti” anunció Amanda de repente.

“¿Qué?”

“¿Serás mi dama de honor?”

“¡¿Qué?!” gritó Cindy.

“Ah, habla bajo. Lucy está durmiendo en el cuarto de al lado.

“¿Me estás diciendo que te vas a casar?” La joven abrió los ojos como platos.

“Sí” Amanda no pudo evitar reírse de alegría. “Anthony me lo propuso de una manera hermosa y acepté”.

“¡Cielos, amiga! ¡Te vas a casar!”

“Sí, todavía no puedo creerlo”.

“Felicidades, mi amor. Quiero que seas muy feliz”. La tomó de las manos. “Pero si Anthony te hace sufrir, lo mato”.

“No digas eso” rio Amanda. ¿Aceptas la invitación?”

“¡Por supuesto! Nunca rechazaría algo tan importante”.

“Gracias”. Se abrazaron con fuerza y, de la nada, Cindy se alejó como si algo la hubiera quemado.

“¿Estás embarazada?” le preguntó.

“¿Qué? Claro que no”. Soltó una carcajada.

“Ah, entonces Anthony de verdad está cambiando”.

“Tonta” dijo Amanda entre risas.

“¿Mamá?” Se oyó la vocecita de Lucy desde la puerta.

“Hola, mi amor. ¿La tía te despertó, hija? Ven aquí”. La alzó con ternura.

“Sí, me desperté” dijo la niña restregándose los ojos.

“Cielos, ¿Así que esta es tu nueva hija?” preguntó Cindy, emocionada.

“Sí, con mucha cara de dormida”. Rio.

“Hola, princesa. Eres muy hermosa” dijo su amiga.

“Hola. Gracias”. Lucy le sonrió.

“Ay, no, quiero una hija así”.

“¿No es linda?”

“Muy, mira esos rizos. ¿Vienes con la tía, hermosa?” Cindy extendió los brazos y la niña se acercó tímidamente a ella, pero al final se dejó alzar y apoyó la cabeza en el hombro de la chica, pues todavía tenía sueño. Mientras tanto, la tía se derretía de amor.

“Hija, ¿Quieres comer?”

“Leche”.

“De acuerdo”.

“¿Todavía bebe leche?”

“A veces toma en la tarde o en la noche. Estamos tratando de sacarle el hábito de tomar en botellita, pero sí le damos una vez al día para que ella elija”.

“Entiendo”.

Se dirigieron a la cocina y Amanda preparó una botellita de leche antes de subir a la terraza, donde el resto estaba conversando.

“Anthony, estoy encantada con tu hija. No la voy a soltar” anunció Cindy.

“Haz la tuya” bromeó él.

“Déjamelo a mí: aparecerán como veinte de estos” dijo Ken.

“Cielos”. Su novia revoleó los ojos.

“Sabrina, ella es Cindy, la novia de Ken. Cindy, ellos son Sabrina y Geoffrey, los padres de Anthony. Amanda los presentó.

“Hola, encantada de conocerlos”.

“Hola, querida. Bienvenida” saludó la señora.

“Estos chicos solo encuentran mujeres bonitas” bromeó su esposo”. Bienvenida”.

“Gracias”. El comentario le había causado gracia.

“Sí, tío. Esa hermosa mujer está conmigo”.

“Bueno” murmuró Cindy, revoleando los ojos de nuevo.

“Y enojada también” acotó Geoffrey.

“No tienes idea” acordó Ken a modo de chiste.

Cuando se sentaron, Lucy se bajó del regazo de Cindy y fue a acomodarse al lado de su padre mientras seguía bebiendo leche. Los adultos, en el entretanto, continuaron hablando y bebiendo con sosiego.

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